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“Devenir padre: singularidad, deseo y tempo”.

Dr. Luis Alberto Suárez Rojas – Doctor en Antropología y psicoterapeuta en formación de la promoción 40 del CPPL

 

Este mes de Junio, a propósito de la celebración del Día del Padre, queremos presentarles un breve texto de Luis Alberto Suárez Rojas, quien nos obsequia una reflexión sobre su experiencia de la paternidad y como esta se viene construyendo en el vínculo con su hijo y en el recuerdo siempre presente del vínculo con su padre.

 

Devenir padre fue un verdadero acontecimiento en mi vida. Bien dicen que las madres gestan a sus bebés en el vientre, y los padres lo hacemos en nuestra propia mente. Para mí, ser padre implicó enfrentarme a la responsabilidad ante un Otro que deviene hijo. Fue un evento que inauguró una andanada de nuevas emociones, nuevas ansiedades —en medio del vendaval que significó la pandemia en nuestras vidas— y, sin duda, marcó un antes y un después.

Aunque uno mismo se reconoce en parte en el hijo pequeño y frágil, he quedado admirado, extrañado e interpelado por su singularidad. Debo reconocer que he advertido en él algunos gestos y reacciones espontáneas que me evocan a mi madre o a mi padre. Eso no puedo explicármelo. Pero es como si el hijo fuera un espacio de resonancia, lo cual me hace pensar hasta qué punto somos realmente seres absolutamente singulares, o nos inclinamos en ver en el otro, el hijo, algo de los otros, nuestros padres.

La pandemia, tiempo en el cual llegó a nuestras vidas mi hijo, el pequeño Fernando, me permitió estar presente en cada uno de los momentos importantes: la gestación, el parto y luego su llegada al mundo. He preparado papilla, cambiado pañales, recitado mantras budistas para dormirlo, lo he cargado en brazos, bañado, una y otra vez, hasta que fue posible hacerlo. Siento que todo pasó demasiado rápido. Al inicio veía su crecimiento como algo lejano, pero, en un abrir y cerrar de ojos, habló, caminó y fue adquiriendo mayor independencia, al tiempo que admiraba el mundo con asombro.

Yo soñaba con pasearlo en la carriola, caminar por los parques; aunque eso sucedió apenas un par de veces. Muy pronto descubrimos que, mientras uno regresaba extenuado, su majestad el bebé aún tenía toda la energía. Desde ese momento decidimos que todos caminaríamos un poco, jugaríamos y descansaríamos por igual. Adiós al sueño de la carriola.

Fue así como comprendí que Fernando debía adaptarse a nuestras vidas y seguir, con cierta plasticidad, nuestros ritmos; pero también nosotros teníamos que adecuarnos a su propio tempo y necesidades, siempre respetando su singularidad y brindándole seguridad, espacio para el juego, el descubrimiento, la sorpresa y la risa franca y distendida.

El tema de los ritmos y los tiempos es algo que he reflexionado mucho. En mi propia experiencia, los momentos compartidos en la mesa —ya fuera durante el desayuno, el almuerzo o por la tarde— fueron una rutina indispensable para el afecto y el goce que transmitía mi padre y mi madre en esos encuentros. Desde lo más sencillo hasta la pintadilla frita, o el pampanito a la moda china, todo era una delicia sin par. Sobre todo, en Lurín, donde los pescadores traían cangrejo y podías observar cómo se movían aún. Por eso, trato de recrear ese tiempo de disfrute, gozo y conexión. Para mí, la comida no es una obligación, sino un gozo. En esos pequeños gestos uno se reencuentra: siendo padre como el hijo que fue y con el padre que tuvo.

Mi padre adoraba armar y desarmar cosas, a veces con éxito y en otras no. A Fernando le fascinan los juguetes con tornillos: destornilla, arma, desarma; tiene herramientas de juguete y colecciona frascos con distintos tipos de tornillos. Y le fascina jugar con el martillo de madera, imagina que coloca clavos y testea el sonido de los muros. Distingue con claridad entre una llave francesa y una inglesa. Algún día, quizá, mirará los frascos de pernos, guachas, tuercas, cables y demás objetos que dejó mi padre.

El juego de Fernando trae consigo una metáfora: la de algo que se arma y se desarma, algo que parece predecible y, al mismo tiempo, impredecible. Yo me inclino por lo constante, por lo previsible, pero la vida misma nos sitúa una y otra vez en escenarios inesperados: una fiebre en la noche, una visita de urgencia a la clínica en la madrugada y no queda otra que seguir jugando: armando y desarmando.

A veces me pregunto ¿Estaré haciéndolo bien, será suficiente? ¿Será acaso que la figura del hijo introduce inevitablemente ese elemento impredecible? Sin duda. Me genera ansiedad —lo reconozco—, pero también me enseña que la vida es justamente eso: un puñado de certezas y de incertidumbres que se anudan con el deseo.

Deseo fervientemente darle a mi hijo todo aquello bueno que recibí de mi padre. Solo me queda gratitud a mi padre. Cuando era niño quería pintar en la orilla del mar, mi papá me hizo un caballete y lo cargaba por la orilla del río Lurín, bajo el sol. Cuando quería escuchar mis long-plays de ópera, él ponía a punto el tocadiscos. Más tarde, me regaló una hermosa radio para escuchar mis CDs, recuerdo que fuimos juntos a comprarla. Luego en mi adolescencia, si deseaba ver óperas en video en el CC Peruano Británico -como era costumbre- me llevaba en su Volkswagen y me esperaba durante toda la función.

Mi padre amaba ver sus películas Western, y juntos disfrutábamos del buen comer, ya fuera ante una mesa elegante o compartiendo una sandía en medio de la chacra, muy cerca a la orilla del río en Lurín. Por supuesto, ahora entiendo que también tenía rasgos melancólicos. Pero siempre supo transmitir un gozo por la vida, por el disfrute. Justamente, Massimo Recalcati dice que el trabajo del padre es transmitir a su hijo el deseo, no como una imposición, sino, dándole testimonio del mismo.

 

Entrevista a Yovana Pérez acerca de aspectos de la teoría de Jacques Lacan (Primera parte).

Entrevista realizada por Giancarlo Portugal Velasco*

 

 

“El gesto inaugural de Lacan fue un volvamos a Freud, volvamos al lenguaje, a las exquisiteces del significante”

 

Yovana Pérez es psicoanalista asociada de la Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano-Lima, y en esta oportunidad nos concede una entrevista para hablar sobre Jacques Lacan. Actualmente, ella dirige un espacio de lectura del Seminario 8: La transferencia. En esta primera parte del diálogo que les presentamos, Yovana nos aproxima a algunos de los conceptos básicos de Lacan y a la importancia de este en la historia del movimiento psicoanalítico. Así, en sus respuestas, Yovana comenta cuál fue la crítica de Lacan a la Ego-psychology, también comenta la importancia del lenguaje en la constitución de la subjetividad, el fantasma, entre otros. En la siguiente entrega, nos sumergiremos en los conceptos de goce, el inicio y términos del análisis, entre otros varios.

 

Yovana, primero que nada muchas gracias por aceptar la entrevista. Desde el año pasado estamos haciendo un conjunto de entrevistas sobre diferentes autores que nos parecen claves en la historia del psicoanálisis. Este espacio nace pensando que hay gente que desea encontrar luces sobre conceptos centrales de una manera introductoria, pero precisa también. Así que, empezando, coméntanos ¿Qué considerarías tú que representa Lacan para la historia de lo que es el psicoanálisis?

 

En el momento en que Lacan empieza a trabajar de manera consistente su enseñanza, lo que propone es un movimiento en contra de lo que estaba sucediendo en aquel entonces en el mundo psicoanalítico. Desde más o menos los años 20, la primera generación de postfreudianos empiezan a hablar del término “carácter”, del término “patologías de la conducta”, entre otros. Empieza a aparecer toda una generación de psicoanalistas que obviamente empezaron a lidiar también con otros pacientes que ya no correspondían a los pacientes más freudianos, digámoslo así. Entonces, hubo también un movimiento del psicoanálisis hacia esa nueva clínica que se estaba presentando, que de repente estaba llegando con más frecuencia. Y entonces el psicoanálisis empezó a tener una serie de derivaciones, creo yo como un modo de responder a ciertas configuraciones subjetivas que no estaban muy claras, por un lado, pero, por otro lado, empezó a tener una serie de modificaciones que terminaron, sin hacer muy larga la historia, en constructos teóricos que se alejaron muchísimo de lo que planteaba Freud; terminaron en, por ejemplo, la “ego-psychology”, plantearon parte de “trabajo con el yo”, de “fortalecimiento del yo”, del “yo adaptado”, de la “forma libre de conflictos”. En ese derrotero se desconoció la pulsión de muerte, el concepto de pulsión de muerte de Freud fue desestimado, se encerró mucho el psicoanálisis por este lado de la psicología del yo.

Entonces yo creo que el movimiento fundante de Lacan en relación al psicoanálisis inicial fue decir “volvamos a Freud”, volvamos al inconsciente, o sea, volvamos a la interpretación, volvamos a escuchar. Es decir, el gesto inaugural de Lacan fue un volvamos a Freud, volvamos al lenguaje, a las exquisiteces del significante. Eso significó una especie de movimiento subversivo en relación a cómo se estaba desplegando el psicoanálisis tanto en Europa como en Estados Unidos, fundamentalmente en Estados Unidos, que era donde se había instalado esta versión descafeinada del psicoanálisis freudiano. También, hay autores a los que Lacan respeta mucho, como a Melanie Klein o como al tomar el objeto de Winnicott o la agresividad de Wilhelm Reich. O sea, Lacan bebe de todo lo que le fue posible, pero siempre en este gesto iniciático de volvamos a Freud, volvamos al discurso, volvamos a la palabra, cosas que nunca abandonó.

Así, Lacan es importante desde muchos sentidos, desde este gesto inaugural, que fue un retorno a Freud, y desde conceptos que él mismo fue introduciendo, aportando, como por ejemplo el concepto de objeto a y la misma noción de lo real, el fin del análisis, lo femenino. Es una teoría sumamente sui generis en ese sentido. Incluso en cierto momento de la enseñanza de Lacan, probablemente en el quinto paradigma, cuando él habla del goce discursivo, dio lugar a lo que se llama los estudios culturales y tuvo un impacto también en cierta posición universitaria de crítica cultural. Hubo un impacto en el mundo universitario, un impacto en el mundo del saber, es casi como el gesto freudiano de inserción en la cultura.

 

Entonces, por ejemplo, yo quería intentar ir por partes, y has dicho un montón de cosas a las que de hecho quería apuntar, pero me quedé pensando cuando hablabas de la psicología del yo ¿cuál sería la respuesta que Lacan da a esa postura, a ese intento postfreudiano muy estadounidense? Más bien, ¿en qué se va a fijar Lacan y cómo lo va a desarrollar como respuesta?

Bueno, básicamente, el Yo para Lacan es una construcción imaginaria, el Yo para Lacan es una adquisición que se constituye en el momento del “estadio del espejo”, cuando hay un cierto júbilo ante una imagen unificada que finalmente es devuelta por la mirada del Otro. El Yo es un espejismo. El Yo, decía Lacan, es el lugar del desconocimiento, el Yo está determinado por otra instancia, por tanto, trabajar desde el Yo es trabajar siempre desde una dimensión engañosa, en tanto el Yo desconoce sus determinaciones, sus determinaciones inconscientes y evidentemente lo pulsional. Desde el Yo no se accede al inconsciente, desde ahí no se dice la verdad de un sujeto, ahí no está la enunciación de un sujeto, ahí estaría un enunciado, es el lugar del sentido, y en el sentido nos perdemos.

 

Otro papel clave en este Lacan es el tema del lenguaje. Yo en filosofía siempre equiparo a Lacan un poco con lo que sucede con Wittgenstein, que si Wittgenstein fue el giro lingüístico en la filosofía, Lacan fue el giro lingüístico en el psicoanálisis. Entiendo que él estudió con Kojève a Hegel, en una línea francesa, e inicia sus reflexiones pensando en cómo el lenguaje juega un papel fundamental en la construcción subjetiva.

Bueno, uno se constituye como sujeto desde el Otro, o sea, hay una prematuración biológica, pues el individuo humano, la cría humana, nace incompleta. Hay una constitución desde un sí mismo inmanente, el sujeto se constituye desde el lenguaje, desde la identificación a un significante que proviene del Otro. Quiero decir, cuando uno viene en un cuerpo, cuando se llega al mundo con un cuerpo habitado por las necesidades, las necesidades fisiológicas, lo que dice Lacan es que se desnaturalizan, se desnaturalizan porque hay una demanda a un Otro, a un Otro materno, pero es el Otro de la lengua materna también, a un Otro para que satisfagan las necesidades, pero, en realidad, la pérdida ocurre porque lo que empieza a demandar esa pequeña cría ya no es tanto la necesidad, sino la presencia de lo que se constituye, pues el sujeto adquiere un ser desde la presencia de este Otro y de lo que este Otro le dice. En todo caso somos marcados por los dichos del Otro, es otra manera de decirlo.

A lo que voy es que en esta constitución hay algo que se pierde porque el lenguaje se introduce, porque cuando se introduce el Otro con sus palabras, acerca de lo que significa ese bebé para cada Otro materno, hay algo que se pierde y entonces es el lenguaje el que captura a ese ser viviente, ese lenguaje es la identificación con un significante. Lacan hablaba del pececito que muerde el anzuelo, el anzuelo del lenguaje. Entonces, si no hay lenguaje o si el lenguaje no interviene, sencillamente, es muy difícil hablar de un sujeto que se constituya. Claro, es paradójico, porque el sujeto se constituye siempre en falta, etc., y viene toda esta conceptualización que es mucho más complicada, pero nos constituimos desde el otro: somos hablados, el inconsciente es el discurso del Otro. Antes de que llegáramos al mundo, si es que hubo un deseo, un deseo vivo, porque no se puede hablar del lenguaje si no se habla también del deseo de ese Otro, se habló de nosotros antes de que llegáramos y una vez que llegamos por la misma naturaleza de lo que somos, de esta prematuración que hablaba Lacan, se necesita del Otro, y ya no seres naturales o seres biológicos.

 

Muy en la línea filosófica en realidad eso. Es que, digamos, esta cuestión de la animalidad y de cómo la razón es lo que nos separa de lo inmediato natural es una cosa bien de filosofía.

En el caso de Lacan sí está toda esta cuestión de cómo se aterriza esto a la subjetividad y que creo que… Se aterriza por la pérdida, porque hay algo que se pierde, porque es lo que decía Freud, el objeto está perdido, o sea, el objeto puro de la necesidad, lo que vendría a satisfacer la necesidad, el objeto puro de la necesidad se pierde y el individuo, el sujeto en ciernes demanda al Otro, demanda la presencia, demanda el amor del Otro. Entonces, hay un objeto perdido desde el cual ya no se puede hablar de instinto, porque el objeto hace agujero, entonces ya no se puede hablar de instinto, ya no somos seres instintuales, somos seres de lenguaje. Se pierde el objeto, hay un agujero, hay algo que queda vaciado una vez que el significante ingresa y desde ese momento, hay algo que se instituye como agujero en el saber, también.

Entonces no es tanto la razón entendida de forma clásica, pero sí tiene que ver con un ingreso inaugural al lenguaje que marca una pérdida inaugural. Hay algo que se pierde y es al Otro al que se le demanda, pero además después se constata que ese Otro también está en falta, que ese Otro está castrado y se superponen dos faltas, entonces ahí tenemos algo mucho más complicado. Es por eso que no se puede hablar de instinto, porque el instinto es un saber instalado desde el día uno, permite ir directamente al objeto, en el caso del ser humano no, porque interviene el lenguaje, interviene el Otro: interviene el Otro demandándole al niño, interviene el niño demandándole al Otro, interviene ese Otro que está pero que puede no estar, ese Otro que da, pero que también te puede privar, es una dialéctica mucho más compleja.

 

Un concepto que creo que también estamos de una u otra manera rozando es el fantasma, ¿no? Si entiendo correctamente el fantasma es una escena, una posición en la cual te colocas frente al Otro.

El fantasma es, sí, una escena también, es un axioma, se puede decir de otra manera. El fantasma sería la respuesta que se da en el caso de la neurosis. Habría que discutir si hay fantasma en la psicosis, cuando el sujeto en falta, cuando el sujeto en pérdida, porque ya está en pérdida, una vez que ingresa al lenguaje está en pérdida, se pierde esta parte instintiva, se pierde el objeto, etc. Cuando este sujeto se confronta con la falta del Otro, se confronta también con la pregunta ¿qué quieres de mí? O sea, algo te falta, ¿qué quieres de mí? Y el fantasma es la respuesta, entonces cuando se confronta con la falta en el Otro, el sujeto recorta un objeto de su cuerpo, el objeto oral, el objeto anal, el objeto mirada, los objetos famosos lacanianos y se identifica con ese objeto, “soy esto”, vamos a decirlo en términos coloquiales. Se podría precisar mejor, pero el fantasma es una respuesta ante la castración del Otro, el sujeto dice “ok, el Otro está castrado, le falta algo, voy a construir” y es una creación también, porque ahí el sujeto recorta su objeto, “voy a construir una respuesta que permita dar cuenta de la no castración del Otro”. El fantasma niega la castración del Otro porque en el fantasma es la relación del cuerpo con un objeto, con ese objeto que el sujeto asume que le falta al Otro, “en eso me convierto, eso soy”. Decía Freud, un niño es pegado, depende de la traducción, el Otro finalmente goza de mí, el Otro está completo, hay relación sexual, el fantasma es una respuesta que desmiente la castración del Otro, pero también es la única manera que tiene el sujeto de separarse del Otro, aun cuando paradójicamente lo complete. Es la única manera que tiene de separarse del Otro porque recorta su propio objeto, llega un objeto ahí para dar cuenta de su ser, de lo que él es y el Otro. Por eso se dice que el fantasma siempre es perverso, porque desmiente la castración del Otro, entonces, claro, esto después, digamos, podría devenir una escena, etc., pero tal y como lo explica en el seminario 11, es un poco así, el 14 es mucho más complicado

 

Otro concepto muy famoso en Lacan, es el del “Nudo Borromeo”. Allí donde se conectan lo real, lo imaginario y lo simbólico. Entiendo que esto es una herramienta clínica, la llamada clínica de lo borromeo.

Sí, básicamente, los diferentes anudamientos, digamos los diferentes anudamientos que se producen en un sujeto a partir de cómo se articulan tres registros. Por ejemplo, en el caso de la esquizofrenia, lo que se zafa de los tres elementos borromeos es lo imaginario del cuerpo ¿Por qué? Porque la experiencia clínica, la fenomenología de la esquizofrenia es un cuerpo que se desarma. Entonces, ¿qué ocurre en la esquizofrenia? El Nudo del Imaginario se suelta y hay una interpenetración entre lo Simbólico y lo Real. Se anudan estos dos. Y así en cada estructura clínica, en la manía se suelta lo Simbólico y así en cada estructura clínica y además en cada sujeto se puede dar cuenta de cómo están anudados estos registros. A veces estos registros se anudan por la inhibición, a veces estos registros se anudan por un síntoma en el caso de la neurosis. Es otra manera de concebir la clínica. Ya no tanto desde la clínica estructural neurosis y psicosis, como desde los registros. No desmiente la clínica estructural, siempre se mantiene la división entre neurosis y psicosis, pero es mucho más fino, es mucho más sutil concebir la estructura de cada sujeto, de cada analizante en base a lo que lo anuda y lo desanuda.

 

Jacques Lacan

 

* Formando del CPPL, promoción 39

Entrevista a Valeria García sobre Wilfred R. Bion

Entrevista realizada por Giancarlo Portugal Velasco*

 

“La salud es el movimiento. Y en ese movimiento el pensar es lo esencial, el pensar como experiencia emocional que produce un cambio psíquico.”

Valeria García es psicoterapeuta psicoanalítica de la promoción XV del CPPL y psicoanalista de la SPP. No obstante, también tiene otras varias facetas: es, a su vez, profesora de diversas instituciones, entre las cuales destaca su participación en la maestría de intervención clínica psicoanalítica de la PUCP y en el instituto de la SPP. Igualmente, vale mencionar que, por años, ha dictado en la Escuela del CPPL; entre sus cursos, ha marcado a diversas promociones con sus aproximaciones a Wilfred Bion. Así, en esta entrevista, nos brinda un acercamiento a este, uno de los pilares del psicoanálisis.

 

Bueno, Valeria, lo primero, agradecerte por el tiempo para hablar de Bion. Déjame comenzar diciéndote que yo te recuerdo mucho afirmando que Bion tiene cuatro etapas diferentes en toda su producción, ¿nos comentarías un poco de ellas?

Sí, claro. Él no las separó así, pero digamos que los analistas posteriores separaron las etapas en función de las temáticas que trabajó. Son lo que me gusta llamar los cuatro tiempos. Primero está el tiempo pre-analítico, que es el tiempo de la teoría de grupos. En este tiempo él aún no es psicoanalista y surge de su experiencia en la guerra, cuando está allí como psiquiatra. Pasa que a él le llama la atención que hay situaciones en los grupos a los cuales se les da una tarea y terminan ocurriendo otras cosas que intenta explicar.

El segundo tiempo ya es como analista, cuando él se gradúa con su artículo sobre “El mellizo imaginario” que está en su libro Volviendo a pensar. Dicen que Klein lo aprobó, le dio el visto bueno. Ese es el llamado momento de la psicosis, el periodo en que estudia la psicosis o los aspectos psicóticos que tenemos todos los seres humanos en la mente. Fue toda una revolución para la época, porque rompe con la modalidad de “estructuras”, que hoy ya no se manejan tanto. Más bien, ahora se ven como organizaciones, configuraciones mentales que son móviles, predominios… sean más desarrolladas o menos desarrolladas. Entonces, cuando él descubre que todos tenemos un aspecto psicótico más o menos desarrollado, más o menos oscurecido, es toda una transformación.

El tercero es el periodo de la teoría del pensamiento o teoría epistemológica, que es el periodo más profundo. Para mí es el más importante. Esta teoría ha terminado decantando muchas escuelas en diferente índole. En todo ese periodo grande que se llama del pensamiento, él homologa mucho lo que es pensar y lo que es conocer, porque hace referencia a si estás o no abierto a recibir experiencias, a recibir impactos emocionales que van a producir turbulencias, crisis en las ideas que te van a permitir mirar el mundo de una manera distinta a la que pensabas antes. Para él pensar es una fuerte tarea emocional, no está ligado ni a la intelectualidad ni a la racionalidad, sino más bien a formaciones emocionales que entran como un choque.

El último periodo tiene distintos nombres, más místico lo llaman unos, más futurista le llaman otros. Es un periodo muy cuestionado, porque hay gente que plantea que ya estaba muy viejo. Decían que estaba relacionado con el deterioro de su edad. Otros lo defienden como el más creativo y lo defienden a raja tabla. Es un psicoanálisis convertido casi en textos literarios, casi dramaturgia. Son historias. Él cuenta historias, entonces a través de las historias él va pasando por mundos. Algunos se preguntan ‘¿esto es psiconálisis?’ Él dice sí, porque lo que hacemos en el consultorio es todo el tiempo esto: arribar a mundos, imaginarlos, imaginar el color de las ropas, de los paisajes… los pacientes nos traen imágenes. Es como cuando uno va al cine y uno ve una impronta personal. Esos son los cuatro tiempos.

 

Maricarmen Ramos tiene esta idea de que Bion tenía rasgos fóbicos, que había una angustia social fuerte. A mí esto me llama la atención por varios motivos, pero él empieza sus trabajos sobre, justamente, grupos sociales, que era eso que le generaba tanta angustia ¿Cómo así se estructura esta teoría de los grupos? ¿qué tiene que ver con conceptos psicoanalíticos como el inconsciente?

Él identifica y nomina dos modos de funcionamiento. Son dos formas de funcionamiento: el grupo de trabajo y grupos de supuesto básico. El grupo de trabajo es, digamos, la consciencia. Es la tarea que te piden a ti. Entonces, hay un grupo con una tarea y empiezan a funcionar con ese objetivo. Entonces, empiezan a aflorar ciertas dinámicas entre los miembros que van a producir cierta ruptura en esto que se llama grupo de trabajo. La característica que él descubre es que esta ruptura tiene un tipo particular de ansiedad que va pululando en el grupo. Él, teniendo como referente teórico a Klein, detecta que en el grupo suceden los mismos mecanismos que le suceden al bebé. Así, descubre que hay dinámicas donde hay ansiedades esquizo-paranoides y otras más depresivas. Cuando los grupos tienen estas características los llama grupos de supuestos básicos.

[Estos supuestos]Son tres. El supuesto de dependencia, en el que todos los miembros están muy atentos al líder, por ejemplo, o a algún miembro del grupo y todos dependen de él y hay una adhesión al pensamiento de ese líder. Entonces, escasea el criterio propio. Él comienza a percibir que cuando se está en grupo se pierde la unidad del Yo. El grupo hace que los límites yoicos se desvanezcan. Entonces, todos dependen de este líder. Él hace el correlato con la relación del bebé con el pecho, de una profunda dependencia al pecho. Hay una dependencia, idealización, sensación de desvalimiento. No obstante, ese supuesto básico puede cambiar muy rápidamente a otro. Cuando uno está, el otro está oculto. Desaparece uno y aparece el otro.

El segundo es el supuesto básico de ataque y fuga. Este es donde se evidencian con más fuerza las ansiedades esquizo-paranoides del grupo y, por ende, las hostilidades. Aquí Bion referencia Freud con el Edipo donde el padre es el líder. Hay alianzas y un enemigo, cualquiera, un miembro se vuelve el repudiado, ese al que hay que sacar, el chivo expiatorio, el que porta el conflicto. La clásica de los niños: hacen alianzas y ‘hay que sacar a ese’. Ese supuesto básico divide.

El tercero es el de apareamiento. También tiene una fuerte connotación ligada a Freud, ligada a la escena primaria. Es decir, la fantasía del que va a nacer ‘¿Qué sucede antes de mi nacimiento?’ Es la escena primaria ‘¿Cómo fue mi origen?’ La fantasía de mis padres creando algo, creándome. En ese sentido, el grupo está atento a la llegada de lo que Bion llama “el mesías”, el salvador, una suerte de deidad que va a rescatar al grupo de sus conflictos, pero la característica es que no llega. No es como en el grupo de dependencia, que sí está el líder. La condición es la no realización de esta fantasías.

Todos estos modos de funcionar son inconscientes. Ninguno es consciente. Se hacen conscientes cuando irrumpen el grupo de trabajo y desestabilizan el objetivo consciente. Entonces quien lleva el grupo tiene que hacer notar y saber que los miembros están oscilando todo el tiempo entre estados más regresionados y más evolucionados de la mente y que lo que hace una persona en grupo no lo haría sola, porque hay esta suerte de manada.

 

En la siguiente etapa, ya el Bion analista, me parece, viene la reflexión sobre el sistema percepción-consciencia y la relación con la psicosis.

Es una teoría bien compleja. Hay diferentes sistemas. Entonces, cuando esos sistemas están fallando, por distintas razones, la posibilidad de contacto con el mundo exterior y el mundo interior empieza a resquebrajarse. Así, con los pacientes más graves, partes de esa sensibilidad o sensorialidad son expulsadas, las fantasías se expulsan vía identificación proyectiva, que es la forma kleiniana de inocular en otro objeto la parte no deseada de uno, en este caso, del Yo.

¿Qué sucede con esa parte? Fragiliza al Yo, porque le va quitando pedazos de lo que posee. El Yo tiene, para estar armado, para tener un cuerpo – vamos a imaginarlo así – necesita tener ciertas cosas, discriminación, juicio, criterio de realidad, la memoria. Entonces, cuando se le van quitando, se va quedando empobrecido y los objetos se vuelven contra el Yo en la fantasía. Por ejemplo, si hay un conflicto con la mirada, el paciente puede percibir que lo miran, entonces, no soy yo quien está mirando, sino que soy yo quien es mirado. En casos graves, hay lo que Bion llama objetos bizarros y te pueden mirar objetos inanimados, siempre objetos que tienen que tener que ver algo con la mirada. Tiene que haber una ligadura entre lo que se coloca y el objeto.

El sistema percepción consciencia no es el único, hay otros como la memoria, el juicio. Si esas también empiezan a proyectarse, la parte psicótica hace que todas estas funciones del Yo dejen de existir y estén afuera. Entonces, el sujeto se queda con muchas menos posibilidades de conectarse con la realidad. Los mecanismos son los conocidos: la identificación proyectiva y la escisión. Todo esto a diferencia de la parte no-psicótica que, en vez de expulsar, reprimen y se convierten en otra cosa, en los síntomas.

El paciente psicótico lo que no puede es manejar el dolor mental: eso que no encaja con lo que estás pensando. En el caso de la psicosis, no lo tolera y no lo puede comprender. Suena raro, a veces, uno le tiene que decir al paciente grave ‘tú quieres hacerme esto, esto y esto’, como ‘embarrarme’, no hay que tener tanto recato. Los pacientes te dicen ‘sí, eso quiero’. Es otra la lógica. Entonces, la neurosis es la otra cara de la moneda. Cuando se repara el Yo, cuando logra no expulsar estas partes.

 

¿Cómo se relaciona todo ello sobre la psicosis con el concepto de ‘atacar el vínculo’?

Lo que no quiere la parte psicótica es establecer contacto y por eso quiere destruir la conectividad, no el objeto, porque esa conectividad implica… suena redundante… pero implica contacto, implica la existencia de algo. Entonces, la parte psicótica quiere destruir porque así destruye esta membrana. Lo que va a destruir es la potencialidad que conecta. Entonces, sí yo me voy a acercar a ti y te doy la mano la parte psicótica no te va a destruir a ti, sino la mano. Porque esa conectividad implica un sufrimiento. Para Melanie Klein no, porque Klein decía que se destruye el objeto. Para Bion no. El objeto es secundario, es importante, claro, pero lo primero es no conectarse con nada ni con nadie porque es amenazante, un desafío, una entrega al otro, en otras palabras, dolor. Entonces, me vuelvo ciego, sordo, mudo, no tengo memoria de lo que me has dicho, es como la mano y me aíslo.

 

Me surgen un montón de preguntas, pero no hay tiempo. Tú comentabas que llegaba el Bion maduro, el más creativo, el más justificado, quizá diríamos. Llega la teoría del pensamiento.

La teoría del pensamiento es infinita. Es como querer meter el mar – como decía San Agustín – en un vaso de agua. Lo que podemos decir es que él desplaza la teoría pulsional freudiana y kleiniana por la teoría del pensamiento. Para él, el pensar… el pensamiento como una expresión también del encuentro entre una expectativa de algo y la ausencia de ese algo, pero es un encuentro de alta carga emocional que produce este choque. Él dice que es ahí donde nosotros trabajamos. No en la lógica de la pulsión, sino de la comprensión. Comprender la emoción.

Para él, nuestros modos de estar en el mundo es lo que nos permite una sana oscilación, entre desestructurarnos e integrarnos. La salud no está en la integración perpetua como Freud o Klein o muchos otros, que adviene a un lugar, ‘se llega al Edipo’, ‘se llega a la posición depresiva’. Aquí no, la salud es el movimiento. Y en ese movimiento el pensar es lo esencial, el pensar como experiencia emocional que produce un cambio psíquico un asombro que además genera en este intercambio ideas novedosas, una idea nueva sobre la que pensar. Porque si pensamos siempre sobre lo mismo vamos a caminar sobre las líneas que ya conocemos dice él. Entonces no vamos a conocer nuevas formas para la comprensión de nosotros mismos.

La teoría de pensamiento tiene ejes múltiples para comprender. Entonces, dentro hay etapas, formas de comprender, preconcepciones, la teoría del pensamiento sin pensador, la tabla, los vínculos, amor-odio, relación continente-contenido, los elementos alpha, la narratividad. Hablar de la teoría del pensamiento – yo diría – que es hablar del cuerpo teórico bioniano. Un cuerpo que ha marcado el psicoanálisis contemporáneo. Lo leen autores como Green o Ferro u Ogden. Y han evolucionado los conceptos, pero desde estos postulados.

 

Hay una frase de Bion que creo que es para cerrar: “Sin memoria y sin deseo.” Esto me permite preguntarte muy directamente ¿qué es una clínica bioniana?

Es peculiar la manera en la que uno tiene que acercarse. ‘Sin memoria y sin deseo’ Que, en verdad, el texto se llama “Sobre la memoria y sobre el deseo”. En ese texto él escribe de manera muy sintética y creo que por eso hubo tantos malos entendidos. Luego, gracias a León Grinberg se puede comprender la dimensión del texto. Grinberg dice ‘creo que no se está comprendiendo’. Bion no nos obliga a que dejemos todo por fuera. ‘Sin memoria y sin deseo’ es una… tómalo como una indicación técnica a la que deberíamos tratar de alcanzar, sabemos que nunca vamos a alcanzar porque siempre va a haber interferencia, sin embargo el dice dos cosas. Primero, no debemos tener expectativas sobre el paciente, no tenemos que desear cosas para el paciente, porque ahí estamos marcando un camino para el proceso. Eso es diferente a otros tipos de deseos como, por ejemplo, fortalecer la alianza. Los deseos que no nos tiene que importar es si, por ejemplo, se casa o si se queda con tal o cual persona. Segundo, sobre el sin memoria imaginemos que es la primera vez que lo vemos ¿Qué nos está tratando de decir? La idea es que, en el consultorio, trates de despojarte de todas las teorías o conceptos que vayan a obturar el aquí y ahora. Si llegas a la sesión pensando que hay un tema pendiente de la sesión anterior lo importante no es si se lo dice o no, el problema es que al estarlo pensando, al tener esa memoria, ya no estás escuchando a tu paciente. Eso no quiere decir que no te acuerdes que tu paciente tiene una mamá que se llama Lola, no, el problema es si no lo escuchas porque tú quieres hablar de Lola. Lola aparecerá porque en la mente del analista sucede algo muy particular: si traes contenidos forzadamente, pierdes al paciente ahí, pero si estás atento, lo mejor que puedas, así como eres, con tu humanidad dice él, y espontáneamente aparece una idea, él va a decir que esa idea ha llegado de otro lado, no de una memoria forzada, sino de una suerte de intuición, esas que pasan por tu cabeza y no sabes por qué… nacieron de un lugar desconocido, pero son más valiosas, porque han sido producidas por este momento. Ya en este momento en K, no lo descartas, lo tienes ahí, veamos qué pasa. Una evocación. No es que no tengamos memoria ni que no tengamos deseo…

 

Mucho menos que no pensemos.

No, olvídate, estás pensando desde el encuentro emocional y van a salir las cosas más verdaderas.

 

 

*Formando del CPPL promoción 39

Maternidades Contemporáneas

Mg. Carmen Rosa Zelaya Pflucker – Psicóloga clínica, psicoanalista, psicoterapeuta y docente del CPPL

La maternidad es una experiencia natural y fundante de la condición humana, que no ha requerido ser cuestionada ni estudiada mientras ha sido asumida como un destino natural en la vida de las mujeres y fundamental de su identidad de género.  Ha sido también comúnmente considerada como una función instintiva que gratifica, engrandece, empodera y completa a la mujer en su esencia femenina.

Sin embargo, hoy en día la libertad y autonomía que viene adquiriendo la mujer, gracias a los adelantos científicos, tecnológicos y sociales, permiten su incorporación masiva en la esfera pública a través del desarrollo y ejercicio de sus intereses profesionales y laborales.

Al priorizar sus aspiraciones psicosociales la mujer opta por postergar el inicio de su maternidad, o bien se permite elegir formas solitarias de crianza.   También se observa un número creciente de mujeres que cancelan, sin mayor duda, la posibilidad de ser madre.

Tales transformaciones en la vida de la mujer han revolucionado la concepción que parecía invariable de la maternidad, la que basada en su arraigo biológico daba a entender que el deseo y el cuidado materno respondían a un aspecto instintivo del psiquismo femenino.

“Los cambios en el ejercicio de la maternidad en el siglo XXI se han constituido en temas de interés tanto para las ciencias sociales como para el psicoanálisis.”

A pesar de los avances ganados en el ámbito de los derechos de la mujer para incursionar en espacios laborales y políticos antes reservados para los hombres, la realidad de la vida cotidiana aún da cuenta de la sobrecarga de responsabilidades que recaen sobre las madres. Compatibilizar el horario de trabajo, diseñado siguiendo un modelo masculino tradicional, con las tareas domésticas, restringe significativamente los espacios para su desarrollo personal, y consume sus energías tanto físicas como psíquicas.

La clínica psicoanalítica recoge el malestar actual de las madres. Es frecuente escuchar  expresiones que revelan sentimientos de inadecuación, ansiedad, miedo al fracaso, frustración y culpa viéndose tomadas por el conflicto que genera la dificultad para seguir los mandatos superyoicos que aún la designan como la principal responsable de la crianza de los hijos y su deseo de independencia. Las mujeres de hoy enfrentan la sobre exigencia de tener que desempeñarse en múltiples tareas en su propósito por alcanzar lo que entienden como ser una “buena madre”.

Conscientes de la alta demanda tanto económica como emocional que supone ser madre hoy, se constata que las nuevas generaciones de mujeres optan por postergar su maternidad mientras dedican sus energías a escalar académica y laboralmente, así como a asegurar su estabilidad con la adquisición de bienes materiales y viajes de placer.

Por otro lado, también se comprueba que el deseo de ser madre en muchas mujeres se mantiene latente, a la espera del momento a que puedan establecer una relación de pareja que les permita plantearse la posibilidad de un proyecto familiar compartido. Sin embargo, lo que se aprecia es que dicha espera lleva a que la biología restrinja las posibilidades de concebir.

“Frente a esta la realidad, los avances científicos se han encargado de crear métodos de reproducción asistida para intentar compensar las limitaciones procreativas y poder satisfacer el anhelo de ser madre.”

El deseo de ser madre sigue presente en muchas mujeres, sea que éste provenga de la identificación temprana con la función materna, o bien de la necesidad de afirmar la identidad femenina.  Más bien, la fuerte idealización de la maternidad proveniente de creencias religiosas y mandatos culturales ha impedido que se conciba la crianza como una tarea que involucra tanto a ambos padres, como también a la familia y a la comunidad en general.

La parentalidad es una experiencia de vulnerabilidad, en tanto implica enfrentar desafíos hacia lo incierto, miedo que en el contexto de la modernidad líquida, que según Zygmunt Bauman tiene que ver con amenazas invisibles, tales como la pandemia, terrorismo, delincuencia, desempleo, cambio climático socaban la confianza de la capacidad para cuidar y proteger, exponiendo a la emergencia de actos destructivos, tales como el maltrato, abandono o negligencia.

El cuidado de la vida, como un estado de la cuestión actual, constituye una realidad que requiere ser comprendida e incorporada dentro de las políticas públicas, como parte de la responsabilidad del Estado por el desarrollo psíquico de las generaciones futuras, sobretodo para aquella población que vive en condiciones  precariedad material y social.

Entrevista a Maricarmen Ramos, su acercamiento a la teoría de Bion.

“Yo le tengo admiración y cariño a Bion, porque me dio un instrumento que resonó en mí”

Maricarmen Ramos – Psicoanalista

Entrevista realizada por Giancarlo Portugal Velasco*

Maricarmen Ramos, ex presidenta de la Sociedad Psicoanalítica del Perú (SPP), nos recibe para dialogar en torno a la influencia que Bion ha tenido en su desarrollo clínico como analista. Ella se formó como parte de la segunda promoción de psicoanalistas del país en un contexto donde el conflicto de las Controversias aún se sentía en las sociedades de la IPA. En medio de este choque, y como una suerte de tercera vía, llega a la teoría bioniana en un viaje a Brasil. Sobre esta llegada que ella denomina como accidental es que se centra esta entrevista.

 

Maricarmen, ante todo, muchas gracias por aceptar la entrevista. Coméntanos, ¿cómo llegas a Bion?

Yo llego a Bion de la manera más accidental. Mira, a Lima, Hilke Engelbrecht trajo el pensamiento de Alfred Lorenzer, que a mí me había gustado mucho y, al momento, estando recién imbuida en ese pensamiento me voy a un congreso de psicoanálisis a Río. De repente, al escuchar a la gente del congreso dije ‘caramba, aquí también ha llegado Lorenzer’, pero, luego, supe que no, que al autor que todos tenían era Bion, a quien yo tenía apenas de nombre. Allí, me interesó su enfoque, e incluso, con un grupo de colegas hicimos un curso en Sao Paulo sobre Bion, fue muy interesante.

 

Si no me equivoco, Bion llega a Brasil a dar conferencias y eso dejó una escuela, pero y a Perú, ¿cómo llega la teoría de Bion?

En la época de mi formación – y yo soy de la segunda promoción – todo era Freud, día, tarde y noche. Los que vinieron a formar acá vinieron trayendo las secuelas de las controversias de Londres entre kleinianos y annafreudianos. Por ahí, recuerdo que trajeron Winnicott cuando yo estaba cerrando mi formación. Luego, vino a Perú Jaime Heresi que él sí traía la teoría de Bion. Aquí nadie hablaba de Bion. Yo recuerdo, en una clase que pregunté qué es la identificación proyectiva y un annafreudiano me dijo ‘qué lecturas son esas’, me dijo que me estoy complicando la cabeza, que no lea eso

¡Mayor razón para meterme a investigar! Pero, eso es un ejemplo para que veas cómo era.

 

¿Qué fue es lo que te atrapó de Bion?

Tomaba en cuenta lo que te pasaba a ti en el encuentro con el paciente. Yo venía de una formación donde todo lo que te pasaba a ti tenía que estar guardado para mantener la neutralidad absoluta y tú tenías que ser una caja de resonancia. Descubrí allí una forma de entender la identificación proyectiva que me atrapó: el cómo es que yo siento lo que me están depositando, el cómo lo puedo deslindar, el cómo tengo que meterme a lo mío mientras estoy con el paciente. Encontré en Bion que la clínica es así, más allá de si lo comunicas o no, es así. Desapareció en mí, gracias a Bion, esa idea de entenderte como un receptor teórico.

 

Y esto ciertamente, aunque teórico, tiene una dimensión clínica muy clara

Exacto, uno de los primeros puntos que a mí me pareció bien interesante fue el uso que hizo de la identificación proyectiva comunicadora. Después de haberla visto como ‘mala’ o como negativa o como presión de patología, Bion la rescata para estar al servicio del trabajo.

 

¿Qué otros elementos clínicos te parecen importantes de resaltar?

La noción de parte psicótica y parte no psicótica ayuda mucho. Es decir, somos seres que estamos integrados, pero tenemos un lado que se sale de la realidad, es una interrelación, un interjuego. Aceptar eso te saca del pensamiento binario, de pensar que o estás acá o estás allá.

De igual forma, el ‘sin memoria y sin deseo’ en la clínica es bien difícil de ejecutar, no es tan sencillo. Uno cuando se sienta frente a un paciente, no hay que ir a la memoria consciente, las asociaciones van a aparecer. Nunca he tomado un apunte. No he buscado a la memoria. En un punto, me pasa que si en algún momento el paciente me pregunta por la sesión anterior, automáticamente se me pone la mente en blanco, ante la demanda que recurra a la memoria, automáticamente se me pone la mente en blanco. Claro, corres el riesgo de que haya un reclamo de supuestamente no estar atenta, pero se hace un trabajo de eso con el paciente, porque estoy de tal manera con él que… Digamos, a lo que nos lleva la frase es a estar ante un otro para que se pueda aceptar, conocer, salir de su dolor y no tienes tampoco el deseo de curar.

 

La parte del ‘sin memoria’ me queda clara, pero siempre me ha costado la otra, la de ‘sin deseo’

Sin deseo de cura, sin deseo de que la persona ‘salga adelante’, sin ese ‘logré’ del analista… ¡no! estás allí para escuchar, con todas tus emociones con el otro. Hay momentos que es terrible, pero es para que venga lo inesperado, lo que no ha sido pensado ni por el otro ni por ti. Para mí era una forma clínica novedosísima. Y así dejé de pensar en esos términos de ‘qué pasó en su infancia’, ‘con la madre’, ‘su complejo de Edipo’… eso desapareció de mi mente, dejé de pensar en esos términos. Cuando hacía un trabajo escrito, sí, buscaba teóricamente al respecto, pero mientras estaba en la clínica, no.

 

Bion es un psicoanalista que tiene frases de ese tipo, que impresionan

Sí y algo que me ha impresionado siempre es la correlación entre quién fue Bion y qué fue creando. Primero que nada, fue un niño muy miedoso y temeroso, por eso, por ejemplo, el cambio catastrófico, el derrumbe. Tuvo una fuerza muy grande en su ‘aya’ [niñera], que era hindú, que parece que le dio todo lo que su madre – que tenía dificultades serias, fóbicas – y su padre – era muy autoritario – no le dieron. La ‘aya’ pudo darle esa consistencia afectiva por sus 8 primeros años y luego los padres le mandan a Londres internado ¡Aterrorizado, sin poder hablar con nadie de lo que sentía! Peor aún, luego fue a la guerra. A los 17 se fue a la guerra, dice que fue traumático, vio gente morir a su lado. Parece que le fue bien y se frustraba cuando lo premiaban. De hecho, a él le pareció muy atractiva como analista Melanie Klein porque ella no se dejó impresionar por sus medallas de guerra. Eso lo sedujo, que a ella le importaba un bledo. Luego fue su discípulo y luego se apartó sin pelearse. También, él estuvo en las dos guerras y en la IIGM empezó a trabajar con grupos, de ahí vienen los grupos de supuesto básico y el grupo de trabajo. Así, son diferentes las historias que se pueden contar, como la muerte de su primera esposa o su relación con la primera hija o con Francesca, que fue la mujer que lo acompañó hasta el último día. Tuvo una vida donde los vínculos han sido fuertes e intensos. Era un personaje. Él decía que no debería tener discípulos, que había trabajado bien si la persona implementaba y no era seguidor. Igual tiene su Congreso de Bion. Yo le tengo admiración y cariño, porque me dio un instrumento que resonó en mí y, ahora, las canas me permiten, trabajo con asociación.

 

Otro concepto interesante es lo alpha y lo beta, que ya es del Bion más maduro

Hay una parte a la que yo no he entrado demasiado, la tabla, pero cuando hace la diferencia entre pensamiento alpha y beta yo lo veo mucho en la práctica clínica. Cuando hay identificación proyectiva, esta no logra ser comunicadora si la parte beta es muy fuerte, así se vuelve evacuadora y se vuelve actuadora, porque no se resisten las emociones y no hay tolerancia a la frustración. Bion enfatiza que así se bloquea la capacidad de pensar. Lo veo mucho en la práctica, por ejemplo, cuando un paciente dice ‘estoy conversando con mi pareja’ y no, está evacuando, porque no han trabajado para comunicar, están solo con una actuación. Ahí no hay vínculo, que es otro concepto clave, porque, algo que he aprendido es que cuando un paciente se vincula, aunque tenga sus cosas narcisistas dando vueltas por ahí, sí se vincula, pero no es en todos los casos, hay que estar atento, a veces, intuirlo.

 

Ahora que destacas la importancia del vínculo, una última pregunta es sobre la actual corriente relacional en el psicoanálisis. En esta se descartan conceptos fundamentales de la tradición psicoanalítica como, por ejemplo, la pulsión y, más bien, el centro es la relación misma con el paciente ¿crees que Bion está vigente todavía o crees que está dentro del paquete de todo lo que se está descartando?

Yo creo que hay muchos puntos de convergencia, sobre todo, en lo clínico. Hay una dimensión de lo relacional que uno puede confundir con lo vincular, – que es más sobre el inconsciente y lo intuitivo – pero, en los relacionales, el psicoterapeuta cuenta incluso lo suyo en función de que la otra persona se sienta bien de poder aliviar al analista con lo que le pasa. No hay esa jerarquía y yo creo que sí es necesaria. Hay ejemplos que me llaman la atención, porque incluso se cuenta lo que la analista habría hecho en el caso de estar en la posición en la que está el paciente. No, yo no considero que de eso se trate. No, yo estoy ahí para el otro, lo mío está atrás, si aparece algo mío es por asociación libre, sin memoria y sin deseo, por intuición, pero también lo filtro.

 

 

* Formando del CPPL promoción 39

Palabras de inauguración del Año Académico 2025

Mg. Liliana Granel – Psicoanalista. Directora de Formación Académica del CPPL.

Empiezo estas palabras dándoles una cálida bienvenida a los Profesores, Personal Administrativo y a todas las Promociones al inicio del Año Académico 2025. Pero, quiero saludar muy especialmente  a la Promoción 42 que con anhelo, cierto temor, curiosidad y con mucho entusiasmo empiezan su Formación en el CPPL. Acercarse a estudiar psicoanálisis implica continuar investigando, profundizando en la comprensión de lo inconsciente, explorando los sueños, las fantasías, los deseos y el porqué de las angustias, tratando de entender las motivaciones que nos hacen sufrir o alegrarnos.

Nuestra querida institución está muy viva y dinámica, con nuevos proyectos que la hacen crecer y, al mismo tiempo, conserva el espíritu con el que fue fundada, donde prevalece la pluralidad de pensamientos, buscando sembrar la capacidad de cuestionar y resonar con el dolor del otro, de ser solidarios con el sufrimiento y valientes para ayudar al que lo necesita.

¿Por qué hoy S. Freud?

Porque sus ideas fueron tan interesantes que impregnaron la filosofía, la literatura, el arte y, en general, la manera de concebir al sujeto del siglo XX. Y porque sus descubrimientos no cerraron la posibilidad de seguir cuestionando, sino que la abrieron para ampliar sus teorías, para discutirlas, debatirlas y, también, para corroborarlas.

Hoy nos movemos en un psicoanálisis contemporáneo, que sin dejar de lado sus bases amplía la teoría y trae nuevas luces a la comprensión del psiquismo y al abordaje clínico del padecimiento psíquico.

¿Por qué estudiar psicoanálisis en un mundo marcado por la inmediatez y entrar  a una formación de cuatro años, con lectura de textos, teoría, supervisión de casos clínicos y análisis personal?

Pienso que la respuesta está en que el psicoanálisis es siempre transformador, enriquece la visión de uno mismo y de los demás, nos impulsa al crecimiento, amplía nuestra capacidad de pensar,  aumenta la creatividad y la productividad. Cursar la Formación, estudiar textos teóricos, y atravesar un análisis personal significa vivir con más autenticidad, reconocer la responsabilidad sobre nuestro actuar y nuestras decisiones, aprender a darle importancia a las emociones y a los sueños. De esta experiencia se obtiene madurez que conlleva sentimientos de libertad, fortaleza, confianza en uno mismo y en los otros, y capacidad de amar y ser amado.

Este Año, la Promoción 39, con su Tutora Daphne Gusieff, son los encargados de organizar el XXI Congreso Internacional, que se llevará a cabo el 18, 19 y 20 de julio en el Hotel Meliá. La imagen y el Título: “Tensión y Conflicto: Psicoanálisis en tiempos de polarización” son muy sugerentes y nos hacen sentir entusiasmo por encontrarnos, compartir, reflexionar y seguir pensando en el mundo en que vivimos, con sus enfrentamientos y desbordes. Este Congreso, contará con invitados Internacionales y Nacionales de gran experiencia en nuestro medio.

Así, un nuevo Año Académico comienza, con nuevos desafíos, en tiempos complejos, tiempos de angustias y violencias, pero también tiempos para pensar, debatir, reflexionar, tiempos donde el Psicoanálisis puede y debe hacerse  escuchar.

¡Muy buen comienzo para cada uno de ustedes, aún nos espera un largo camino!

 

Camino Inca Qhapaq Ñan 

 

El inicio de la primavera

Milagros Queirolo | Psicoterapeuta Psicoanalítica
Las estaciones del año son realmente importantes para el mantenimiento de la vida. Tras el largo invierno, la primavera nos despierta de este letargo invernal, etapa en la que los días son más largos y las temperaturas suaves.
La naturaleza renace con todo su esplendor y vitalidad, al igual que nos invita a salir y vivir, como una nueva oportunidad de celebrar la vida, y los efectos positivos que podría traer.
“El deseo depende de un objeto, porque el deseo proviene precisamente de esta falta. Ese algo que pone el sujeto siempre en un estado de insatisfacción. “El deseo nace de la brecha entre la necesidad y la demanda” en el que “la necesidad se dirige a un objeto específico y se reúne con él. La demanda se forma y se va a otro “(Laplanche y Pontalis).”
La primavera nos invita también a realizar cambios que posiblemente influyan en nuestro funcionamiento psíquico que abarcan todas las etapas del ser humano. La primavera me lleva a pensar en el deseo inconsciente como movimiento que desacomoda, como algo que nos empuja en nuestra vida.
El hombre ya no puede ser considerado sólo como una criatura cuyo principal interés es la satisfacción de la pulsión. El hombre se revela como un ser en busca de sentido. Freud utiliza esta idea en el contexto de la teoría inconsciente sosteniendo que el deseo es la realización de un anhelo inconsciente que orienta la vida particular de cada sujeto. La búsqueda referida al reencuentro de ese objeto primario que si bien no se recupera se logra a través de las múltiples formas de amar que desarrolla el sujeto. El deseo se relaciona profundamente con las formas de relación que subjetivamente el sujeto establece con la realidad.
A lo largo de nuestra vida intentamos reproducir lo que quedó de esa vivencia (búsqueda), algo que será imposible porque esa primera vivencia (búsqueda) es inmortal, es decir que dejó una huella imborrable. Desde que nacemos vemos cosas incomprensibles que irán teniendo sentido con el correr del tiempo. En el psicoanálisis el deseo es el motor de un sujeto que le permite abordar todos los aspectos de su vida con la sensación de que verdaderamente está haciendo lo que quiere, y se puede observar entonces que el deseo es el que permite que se lleve a cabo.
Esto me provoca relacionar el deseo con la primavera/renacer: un buen momento para “recuperar la conexión con nuestros anhelos más profundos y materializar un sueño o deseo del alma largo tiempo retraído”…
Y no digo que esto sea algo exclusivo de la primavera; sin embargo, la llegada de esta estación nos invita a disfrutar de la naturaleza y el aire libre, de nuestra propia vitalidad y de los sentidos. Nos permite preguntarnos: ¿qué es lo que deseo? Me sugiere que es como una bocanada de aire fresco, sobre todo después de los momentos vividos en el tiempo especial en el que lo disruptivo de la pandemia todavía convive entre nosotros.
El estar en la clínica con adolescentes me lleva a asociar la primavera y cómo vemos que el deseo en los adolescentes actuales no puede ser gestado. Detectamos que los cambios que se presentan, tanto físicos como psíquicos han sido dificultosos en su maduración. Sus, fantasías, sus miedos, sus búsquedas en relación con el sexo y el futuro son inciertos y están algo detenidos en muchos de ellos.
Vemos que los adolescentes que nos llegan, al no haber podido vincularse con sus pares y con otras personas diferentes a sus padres, están perdidos, algo más que lo normal, insatisfechos consigo mismos. La incomunicación física y real no les ha permitido tramitar adecuadamente sus fantasías y deseos.
Por su parte los adultos que han querido encontrar nuevos recursos creativos también se sienten defraudados por no haber encontrado soluciones y estrategias para sostener a sus hijos adolescentes de la mejor manera, y recurren a nosotros, considerándonos casi como los ”salvadores” de los que cursan esa singular edad.
Nos encontramos, pues, con nuevos desafíos para poder entender y ayudarlos, hijos de padres que confían en nosotros que llegan al consultorio puedan ver y encontrar la primavera junto con nosotros. La labor que tenemos nos obliga a vincularnos, intercambiar con otros y ser capaces de refrescarnos, renovarnos, viviendo la primavera, con un ánimo abierto y entusiasta llenos de vitalidad.

Una aproximación a la clínica winnicottiana

Julieta Bareiro (2013) – “2. La clínica winnicottiana. Reflexiones sobre el análisis y la posición del analista”. En. Revista Interdisciplinaria de Filosofía y Psicología.

 

[…]

Lo que puede destacarse es que este tipo de clínica no se detiene en el conflicto psíquico freudiano, entendido como la tensión entre deber y realización del deseo, o como la triangularidad del complejo de Edipo. Aparecen fenómenos de diversa naturaleza que remiten a la incertidumbre entre ser y existir: la experiencia de futilidad, de inautenticidad, de vacío. No se trata de que rechace el factor del síntoma, la rivalidad edípica, el problema del deseo y su satisfacción. Pero pareciera que da un paso atrás y pone el acento en donde estos factores se sostienen. En todo caso, la problemática freudiana podría leerse como un derivado del existenciario winnicottiano. Para el psicoanalista inglés, lo radical es la continuidad de la existencia a partir de donde un sujeto comienza a ser. Los avatares pulsionales y la diferencia sexual se manifiestan con posterioridad. La diferencia que Winnicott menciona es que, en los primerísimos estadios, el problema no está frente al deseo, sino ante la necesidad. Justamente, necesidad de existir. Resulta indispensable la existencia de otro que cobije y sostenga, aunque no se tenga conciencia alguna de ello. […]

 

Así, una de las diferencias más sustantivas entre la clínica de Freud y la de Winnicott radica en que, mientras el primero se abocó al trabajo clínico de las neurosis de transferencia, el segundo se dedicó –en especial– a aquellos cuyas perturbaciones podían responder a conflictos ubicados en momentos anteriores. Mientras que Freud da por sentado el cuidado de las necesidades del niño, Winnicott advierte acerca de los fenómenos que aparecen en su clínica, cuando estos no han sido lo suficientemente buenos. […]

 

Este desplazamiento la cura winnicottiana no es algo que el análisis le hace al paciente, sino en la medida de lo que el paciente es capaz de hacer consigo mismo en presencia del analista. Este giro sobre el comando del análisis indica que, en última instancia, lo significativo es que el paciente se sorprenda a sí mismo. El acento está puesto sobre lo propio del sí, lo creativo y lo espontáneo.

 

[…] El análisis surge como un ámbito confiable metaforizando el cuidado materno. La tarea es la de sostener la experiencia de ser, resguardando la singularidad. Estas formulaciones traducen al análisis no como la imagen freudiana de una partida de ajedrez, sino como juego espontáneo. Para Phillips (1997) la teoría winnicottiana no se adhiere al saber del inconsciente como piedra fundamental y en su lugar ubica a la salud caracterizada por la espontaneidad y la intuición; términos ausentes en el pensamiento de Freud o Klein (p. 68).

 

No se trata tanto de que el análisis no “tiene reglas”, sino de que el ajuste extremo a ellas sería del orden del sometimiento. Como bien lo señala Coloma Andrews (1999): “Winnicott le da al juego un rol básico para poder dejar expresar la espontaneidad que, en su criterio, es la creatividad. Esto hace posible un resultado que importe al paciente como individuo y no al acatamiento a referentes psicopatológicos como patrón de trabajo en la técnica” (p. 52). Lo que Winnicott invita es a que el análisis no quede enquistado en fórmulas o definiciones enigmáticas, sino a que sea una experiencia real y significativa para el paciente.

Ser mujer en el Perú

Lucero Velarde Russo | Terapeuta en egresada Promoción 38

 

“La feminidad se pude ejercer de distintas formas, que no existe una sola forma correcta de hacerlo”.

Creo que todos estaremos de acuerdo, en que definir el significado de ser mujer no es tarea sencilla, como tampoco lo es serlo. Por ello, es necesario comenzar señalando que ser mujer para cada una es una experiencia distinta, ninguna será igual a la otra, las vivencias son únicas. No obstante, hay situaciones en común que cada una transita a lo largo de su desarrollo. En la actualidad, la mujer ha alcanzado mayor libertad, a diferencia de hace setenta años donde era casi impensable poder desempeñarse en roles fuera del hogar. Por décadas, la unión de mujer igual madre era incuestionable. En el país aún hay grupos y movimientos sociales que señalan y esperan que esta sea la única forma de vivir la feminidad. Sin embargo, a su vez hay muchas mujeres que han comenzado a salir de casa, buscan educación constante, integrarse al mundo laboral, tener la opción de decidir cuándo convertirse en madres. Esta dualidad produce conflictos y divide a la comunidad femenina, lo cual es una desventaja, ya que actualmente la sociedad se encuentra cargada de violencia hacia la mujer. Lastimosamente esto también es responsabilidad femenina, ya que desde nuestro rol perpetuamos lo patriarcal. Hace más de 40 años Simone de Beauvoir (1974) señaló que la mujer demanda y detesta su condición femenina, generando ambigüedad frente a su condición de mujer. Hoy en día, esta idea se mantiene vigente.

En ambas configuraciones explicadas anteriormente falta la posibilidad de integrar que la feminidad se pude ejercer de distintas formas, que no existe una sola forma correcta de hacerlo. Desde los feminismos más modernos, especialmente desde la tercera ola, se busca aceptar las diversas formas que existen para que una mujer pueda desarrollarse y alcanzar su potencial creativo, sin descalificar la maternidad o colocar como única fuente de liberación el poder laboral. Lo ideal sería aceptar que lo tradicional y lo moderno pueden coexistir a pesar de que como sociedad nos cueste aceptar que la diversidad es parte de nosotros.

Las víctimas en la memoria colectiva

Ana Cecilia Carrillo S. – Egresados Promoción 37.

 

Los acontecimientos generados por la violencia política en el Perú (1980-2000), se mantienen aún como un asunto pendiente, que aún necesitamos reelaborar, pensar, analizar. Las sociedades a través de su memoria social tienen la posibilidad de reelaborar y resignificar los acontecimientos traumáticos que han generado cambios profundos al interior de ellas, dotándolos de sentido.  Contribuyen a ello las expresiones artísticas así como la construcción o creación sitios de memoria y monumentos conmemorativos erigidos en torno a estos acontecimientos. En ellos se da presencia y voz a quienes no han sido escuchados: las víctimas, visibilizándolos. Esta construcción de sentido, de la memoria colectiva, necesaria para la reelaboración y sanación es equiparable con nuestra práctica psicoterapéutica.

Muchas memorias locales han quedado registradas en grabados y dibujos, retablos o tablas de Sarhua. Ellos nos muestran de modo explícito escenas de torturas, violencia y mutilación realizadas tanto por los senderistas como por miembros de las fuerzas armadas.

El relato visual Yuyanapaq -Para Recordar-, buscaba generar empatía hacia las víctimas y sus deudos, quienes eran generalmente pobladores de las zonas rurales del país. En el monumento “El Ojo que Llora” (Nina Mutal), aparece el nombre de cada una de las víctimas. La inclusión de los nombres de las victimas les da visibilidad, existencia y ciudadanía. Tenemos también el memorial de Domingo Garibaldi “Sino vuelvo búscame en Putis”, que consiste en fotografías de objetos que convocan a las personas que los poseyeron pero ya no están: un zapato, un chullo, una chompa, etc. Esto da la posibilidad de pensar en las víctimas a través de sus objetos.

Los espacios o sitios de la memoria tienen un rol protagónico en este proceso de pensar y reelaborar este acontecimiento traumático y de dar lugar y reconocimiento a las víctimas. El Lugar de la Memoria (LUM) busca conectar la memoria histórica, colectiva e individual a través de su muestra permanente y de la arquitectura del edificio. En Ayacucho se encuentra el Museo de la Memoria de la Asociación Nacional de Familiares Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (ANFASEP), donde se reproduce el horno en el que los cuerpos de las víctimas fueron incinerados en la base militar de Los Cabitos, se muestran las fosas comunes con los cuerpos expuestos y los fragmentos de ropa recobrada de cuerpos de las víctimas. Nos presenta la realidad descarnada de la violencia, para confrontar al visitante.