Pasos en la formación analítica
Giancarlo Aspíllaga – Egresado XXXVII.
Desde mis primeros movimientos con el psicoanálisis…
Siento que el análisis personal implica, sobre todo, el deseo de curarse; permite un espacio de exploración. En este, el sujeto considera aspectos personales de su pasado y su presente, en función de proyectar y escenificar en un constante futuro que permite recrear. Es un espacio en el cual el paciente puede realizar proyecciones futuras de sus deseos, los cuales pone en práctica escenificándolos mediante fantasías, sueños, palabras y otras formas simbólicas. De esta manera, en el espacio analítico existe la oportunidad de que el paciente se pueda aventurar al reencuentro con aspectos aparentemente complejos de su propia historia. Estos se presentan de diversas maneras y permiten alumbrar de cierto modo nuevos escenarios, en los cuales, el paciente tiene la posibilidad de proyectar sus transformaciones como en un espejo, considerando así diversos modos de establecer sus relaciones. Considero que la relación entre el paciente y el analista es un poner en práctica el deseo del paciente en libertad, en relación a los objetos con los que se ha vinculado el paciente desde sus primeros años. Estos son puestos a prueba de diversas maneras en el vínculo con el analista, estos aspectos son explorados, y es mediante la tensión o el conflicto con respecto a dichos objetos, que el paciente ahora puede pensar nuevas formas. Por lo tanto, la función del analista es acompañar el interés del paciente por explorar diversos aspectos de su vida, del mismo modo que es importante acompañar ciertos aspectos que conflictúan al paciente a partir de ciertas situaciones que son manifestadas por el paciente e interpretadas por el analista.
El reanálisis es siempre una puerta a que el sujeto analizado pueda concebir otros modos de pensar en la relación vincular con otro sujeto analista. En este nuevo espacio vincular los aspectos pensados seguirán tomando formas nuevas, solo si el deseo del sujeto está dispuesto a explorar la oscuridad nuevamente y su deseo de curar ciertos aspectos que lo movilizan de diversas maneras.
Finalmente, y a la vez continuamente el autoanálisis es una herramienta fundamental que permite considerar el encuadre de uno mismo, permite conocerse a uno y a la vez concebir la teoría para continuar explorando. La revisión teórica y la relación de pensar situaciones atemporales luego del análisis, considero que permite al analista ser paciente en su exploración, o por lo menos tener la noción de que se es paciente.
Finalmente, considero que el analista que “forma” debe acompañar el interés y el deseo del paciente y terapeuta en formación, desarrollando y acompañando su interés por continuar explorando alternativas en función a su desarrollo en este campo.

Caminante, son tus huellas
El camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
Se hace camino al andar
Joan Manuel Serrat – Cantares
Si bien la observación no está planteada como una intervención terapéutica, ni propongo que lo sea, el postulado de Stern me hizo mucho sentido al momento de pensar en cómo ésta, acompañada de una escucha empática y de un compromiso (no pensado) de-estar-con la díada, puede llegar a ser sentida por la madre, sin que el observador lo sienta, como un símil al modelo de-estar-con. Considero que, es en este “acompañar durante la observación”, que la madre puede llegar a sentirse comprendida, sostenida y reconocida, pudiendo así vivir una nueva manera de-estar-con alguien.
En la perspectiva de Fonagy, se podría decir que esta habría sido una experiencia de reflexividad, donde pudo pensarse, pensar en sus hijos, y conectar con sus recursos internos que habían estado “congelados.”
Cuando la pandemia nos atravesó, desnudó una situación sanitaria aterradora en nuestro país: hospitales viejos, carencia de materiales, pocos laboratorios especializados y limitados especialistas, personal médico mal remunerado, que no contaba con seguro médico y que tampoco se podía asegurar sus equipos de bioseguridad que los protegieran del virus.
No dejo de pensar en la regla fundamental del analista: la atención libre flotante. Al finalizar la sesión con el paciente, lo aprendido en clase, lo leído, lo discutido, volverán para entender y enriquecer nuestra práctica. Finalmente, disfrutar. Entender que, a pesar de las complicaciones, el aburrimiento, algunos miedos o cualquier otro regalo que nos ofrezca la contratransferencia, no olvidar que esto se hace porque nos gusta. Volver a hacer “click” con las razones por las que hacemos esto nos ayudará a convertir los problemas en preguntas. Acomodarnos y escucharnos a nosotros mismos, así como (intentamos) escuchar a nuestros nuevos pacientes, es parte del camino que buscamos como terapeutas en formación para alcanzar nuestra propia salud mental. Como me decía una legendaria maestra de actuación: “todo cuesta trabajo, sólo hay que hacerlo divertido”.
La decimoprimera edición de la “Sinopsis de Psiquiatría” de Kaplan & Sadock propone seis enfoques para conceptualizar la salud mental:
Pedro Morales una vez me dijo que cuando uno se mete en esto de la psicoterapia “no se puede meter a medias, uno para meterse en psicoterapia, tiene que meterse a fondo”. Pasamos muchas horas leyendo, estudiando y trabajando en solitario. Paradojalmente, trabajamos solos, en vínculos y relaciones de mucha intimidad e intensidad. Pero la psicoterapia suele ser un trabajo solitario.
