41 años al servicio de la salud mental

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Ana Estrada. A pocos días de su partida

Lic. Elizabeth Selem – Psicoterapeuta psicoanalítica de la promoción XXI del CPPL

Ana Estrada: amiga muy estimada y admirada

Me ha sido tan difícil escribir este texto, que agradezco me lo hayan solicitado. No sabía si debía hacerlo a modo de despedida, de expresión de mi admiración hacia Ana y/o del cariño que le he tenido y seguiré teniéndole. Ella estará presente siempre en mi mente y en mi corazón.

La recordaré como la mujer clara, fuerte y de una gran firmeza, persistencia y coraje para, desde el lecho en el que permanecía llevar adelante su lucha por una causa que no solo le iba a favorecer a ella. No fue egoísta ni quiso beneficiarse ella solamente. Su empeño se desplegó sabiendo que la ley que lograra podría favorecerle, pero también a otros. Y, sabemos que supo, a pesar de que sus fuerzas físicas no le acompañaban, creer y pelear por algo que significaba poner coto a lo que ya no era vida plena y sí evitar dolores y suplicios que no la engrandecían. Ella fue una gran mujer. Los que estuvimos cerca somos testigos de su fortaleza y valentía.

Ana tuvo paciencia. Empezó creyendo en algo que parecía imposible ser aceptado en nuestro medio. No fue fácil ni agradable esperar algo que al inicio nos parecía casi imposible.

Ana será siempre recordada y querida por todas las personas que, como ella necesitarán de ese recurso que ahora está siendo aceptado en nuestro país como un derecho. Ana no fue ni débil, ni egoísta, al contrario: consiguió lo que todos veíamos muy lejanamente posible.

Fue una persona digna como también lo fue su muerte. Es de admirar cómo tuvo no solo valentía sino paz y tranquilidad para planificar su partida de este mundo.

Lo que ha logrado Ana es no solo su descanso definitivo sino también convencernos de que la solidaridad es poderosa, igual que necesaria, pues hace fuerte a los que necesitan “caminar” hacia un objetivo significativo y valioso. Ella empezó publicando sus sus blogs, que nos ayudaron a tomar verdadera conciencia de su situación (reales limitaciones y dolores) que la apresaban y la disminuían como persona. Nos hizo partícipes, en ese entonces, de su padecer, y lo hizo sin quejas, ni reclamos a nadie. Esos escritos que leímos con admiración y extrañeza nos convocaron, no a tenerle pena o lástima sino que nos abrió el entendimiento y el alma, y nos invitó a un contacto y acompañamiento más cercano a pesar de no poder acudir físicamente a su lado siempre. Nos mantuvo siempre expectantes.

Soy yo testigo de su delicadeza y de su humor característicos. No la percibí nunca amargada; sí con cólera, por ejemplo, ante la pérdida de su intimidad, de su libertad, y ante la demora en la atención de su demanda de parte de la oficialidad, ante la desidia de muchos. Y también fui testigo de su reconocimiento y agradecimiento a las personas más cercanas (su familia, sus buenas enfermeras y sus amigo/as) y hacia los que pública y anónimamente creyeron en su lucha y la apoyaron en la búsqueda y consecución de lo que necesitaba para lograr la paz anhelada.

Sé que algunas personas no estarán de acuerdo con mis apreciaciones pero no importa. Yo logré, hasta donde se pudo, sentirla y estar cercana. Así leímos, y ella más que yo (mil veces, me lo dijo) el texto bíblico titulado. “No hay valores absolutos” y que empieza diciendo: “Hay bajo el sol un momento para todo, y un tiempo para hacer cada cosa: Tiempo para nacer y tiempo para morir; tiempo para plantar y tiempo para arrancar lo plantado… (Sigue, en Eclesiastés, 3)

 

Día del Niño Peruano

Daniel Dreifuss – Psicoterapeuta Promoción 01

Propongo, en esta ocasión, reflexionar acerca de las niñas y niños en el Perú ¿qué retos debe enfrentar la infancia en un medio en el que se están tomando decisiones políticas que no consideran realmente lo que un ser humano en formación requiere?

Es un problema ético el hecho de que una persona que no tiene las condiciones formativas adecuadas ingrese a un aula de clase y pretenda ser un profesor, es decir, un profesional que va a tener una importante influencia en el modo de pensar, relacionarse y ver el mundo de otros seres humanos, aún inmaduros. Niñas y niños, entonces se identifican con este adulto que carece de los recursos cognitivos y/o afectivos para esta tarea. Y este es un ejemplo que nos hace ver la enorme dificultad de nuestros políticos para proyectarse adecuadamente hacia el futuro de estos seres humanos en formación.

Imágenes de Nino Peruano - Descarga gratuita en FreepikPor otro lado, desde hace ya algún tiempo venimos hablando de los niños hiper-realizados y de los niños sub-realizados; dos extremos en los que el medio ambiente está fallado en su condición y necesidad de ser sostenedor. En un extremo se trata de niñas y niños que tienen más de lo que necesitan (triste minoría en nuestro entorno), rodeados de un contexto ficticio y superficial, aún más, paralelo, en la medida que se vinculan más con sus gadgets que con otras personas. Para estos niños, los demás “reales” sólo existen si los necesitan (cual objetos), dado que cuando algún adulto busca convocarles, es rechazado.

En el otro extremo tenemos a niñas y  niños que no tienen las mínimas condiciones como para ser adecuadamente sostenidos, cuidados y respetados. Víctimas de abusos y malos tratos, algunos huyen de sus familias, para caer en el abuso y violencia de las calles. Son personas cuyas juventudes están violenta y dolorosamente abortadas. Sin ilusión y con mucha rabia desconfían de los adultos y de las instituciones que representan ya que, desgraciadamente, pueden ser ambientes que replican los vínculos de abuso y malos tratos.

Es curioso tomar nota que estos niños, los que tienen demasiado y a los que les falta todo, no siempre despiertan ternura, amor, todo aquello que parece representar la infancia. Por el contrario, los primeros generan rechazo y los segundos temor y desconfianza e incluso, tal como lo describe D. Winnicott (1948), odio. Parecieran haber perdido su carácter humano, los primeros como objetos de consumo y los segundos como objetos de abuso y desconsideración.

Es por ello que resultan siendo verdaderos privilegiados y es de mucho alivio encontrarles por doquier, aquellas niñas y niños que gozan de infancias regulares, que son parte de familias en las que existen adultos maduros, suficientemente buenos para hacerse amorosamente responsables de sus miembros dependientes y en estado de desarrollo. En contextos apropiados se espera mejores niveles de salud mental y como consecuencia futuros adultos más saludables y responsables por el cuidado de sí mismos y de su entorno, tal como ocurriera con ellos en sus primeros años de vida.

La indignación ante situaciones que llevan a malos tratos hacia la niñez nos debe conducir a reaccionar apropiadamente con los recursos que están a nuestro alcance. Es así que el CPPL ofrece actividades de difusión y prevención y convenios con instituciones como con la municipalidad de San Borja.

Celebrando el Legado de Winnicott

Daphne Gusieff Torres – Psicoterapeuta Promoción 23

En el marco del onomástico de Donald Winnicott, es importante reflexionar sobre sus contribuciones trascendentales al campo del psicoanálisis. Winnicott, nacido el 7 de abril de 1896, emergió como una voz distintiva que enriqueció el campo psicoanalítico con ideas innovadoras sobre el desarrollo humano y las dinámicas interpersonales. Su concepto de “preocupación por el otro” es fundamental para comprender su enfoque en la relación terapéutica y su énfasis en la importancia de la autenticidad y la empatía en el proceso de tratamiento.

Donald Woods Winnicott: biografía y legado psicoanalíticoPara Winnicott, la “preocupación por el otro” se refiere a la capacidad del analista para involucrarse genuinamente con el paciente, demostrando un interés activo y una sensibilidad hacia sus experiencias emocionales y necesidades internas. Esta preocupación auténtica y empática es esencial para establecer una relación terapéutica segura y facilitadora del crecimiento psicológico.

En su obra seminal “El proceso de maduración en el niño”, Winnicott explora en profundidad el papel crucial que desempeña la “preocupación por el otro” en el desarrollo emocional del niño. Destaca la importancia de la madre suficientemente buena, quien, a través de su capacidad para sintonizar con las necesidades del bebé y proporcionar un ambiente emocionalmente nutritivo, fomenta un sentido de seguridad y confianza en el mundo. Esta preocupación materna por el otro sienta las bases para el desarrollo saludable del self y las relaciones interpersonales del individuo en la vida adulta.

En el contexto terapéutico, la “preocupación por el otro” implica más que simplemente escuchar al paciente; implica una profunda implicación emocional y una conexión genuina con su mundo interno. Winnicott enfatizó la importancia de que el analista esté verdaderamente presente y disponible para el paciente, demostrando una preocupación activa por su bienestar psicológico y un compromiso genuino con su proceso de exploración y crecimiento personal.

La idea de la “preocupación por el otro” de Winnicott también se relaciona estrechamente con su concepto de “objeto transicional”. Así como el niño utiliza un objeto transicional para facilitar la transición entre la dependencia y la independencia, el paciente puede utilizar la relación terapéutica como un espacio transicional donde explorar y procesar sus emociones, pensamientos y fantasías de manera segura y sin juicio.

El legado de Donald Winnicott en el campo del psicoanálisis nos recuerda la importancia fundamental de la conexión humana y la empatía en el proceso de tratamiento psicológico. Su concepto de “preocupación por el otro” nos insta a ir más allá de las interpretaciones y técnicas psicoanalíticas para conectar verdaderamente con la experiencia humana de nuestros pacientes, ofreciendo un espacio seguro donde puedan explorar, crecer y sanar.

En conclusión, el legado de Donald Winnicott en el campo del psicoanálisis es innegablemente profundo y perdurable. Su enfoque en el desarrollo humano, la importancia del espacio transicional y la relación terapéutica ha enriquecido tanto la teoría como la práctica clínica. En su onomástico, celebramos su vida y su obra, recordando con gratitud sus valiosas contribuciones que continúan inspirando y guiando a generaciones de psicoterapeutas y profesionales de la salud mental.

Siempre se puede volver

Lic. Enma Raquel Quispe – Psicoterapeuta en formación Prom 38

Y es que tres años se han ido volando…Una lo puede pensar así, pero de mil maneras, seguramente han pasado infinidad de cosas, muchas de ellas más significativas se han quedado, haciendo un espacio en nuestros corazones.

Haber podido formar parte del equipo de editores del Boletín del Centro, siempre será un recuerdo grato, dulce y, cómo no, un reto. Reto que se puede resumir en llamadas que buscan la generosidad de quienes comparten el psicoanálisis, para que nos permitan acceder a sus reflexiones plasmadas en una hoja, siempre digital, que llevaba en sí misma la profundidad de quienes nos comparten sus escritos.

Y es que no siempre es fácil, coincidir con los tiempos libres de quienes buscan en las letras enlazar ideas, sentimientos y reflexiones. Porque creo que un escrito no solo puede ser fruto de una reflexión meramente racional y entonces sí, nos regalan algo más que se une a nuestras propias fibras íntimas y entonces el texto cobra vida, así me gusta pensarlo.

Considero que esta experiencia ha significado muchas vivencias para mí también: el proceso de aprender, la dedicación al editar y esperar que cada tema que el equipo pensó sirva como punto de reflexión a quienes llegue el boletín.

Pienso que desde el psicoanálisis, acompañando lo que duele en la vida de las personas, poder acercarnos al arte, a la escritura, la música, o cual quiera otra expresión de este tipo, nos permite poder,  decir  y quizá  elaborar esa parte dolorosa de la vida que nos traen  a quienes acompañamos.

Estoy agradecida por esta experiencia, cada uno sabe en la intimidad de su corazón qué significa, en lo más profundo, lo que se vive día a día.  Parafraseando a Mercedes Sosa, uno no siempre se despide insensiblemente de pequeñas cosas. Uno a veces se va de estas pequeñas grandes cosas, con recuerdos amables y con muchas cosas que pensar cuando sea el momento.

Que las letras sigan danzando a son del psicoanálisis, para poder leer a nuestros compañeros en formación, a nuestros maestros y quien quiera escribir para contarnos un poquito de lo que guste.

Por mi parte, toca que me baje en esta parada del tren, para dar lugar a otra persona como parte del equipo de edición, agradecida y convencida que hay cosas cotidianas que se tiñen de sabor a eternidad. Sigamos escribiendo y leyendo, para comunicarnos un poco más.

Pescadores arrastrando la barca

Bienvenida año académico 2024

Mg. Liliana Granel – presidenta del Consejo Directivo CPPL

Es un verdadero gusto dirigirme a ustedes, a través del Boletín, para darles a todos una cálida bienvenida al año académico 2024.

Un nuevo año, un nuevo comienzo lleno de anhelos, expectativas y deseos. Pienso que la formación en psicoanálisis es una experiencia única, porque se comparten ideales, nuevas metas, amistades, camaradería y anécdotas vividas, que, con humor y alegría, se pasan de promoción a promoción ¡Y ya estamos con la Promoción 41!!

Aprendemos a través de las lecturas, de las supervisiones y del propio análisis personal, nos acercamos a las emociones, los afectos, los impulsos, las fantasías organizadas a través del pensamiento. Esto lo hace un oficio difícil, porque usamos el recurso de nuestra propia mente para comprender la del otro y poder inferir y deducir sobre el psiquismo.

Nuestro trabajo en sí mismo es una aventura cotidiana, donde en los consultorios podemos cumplir con el anhelo de cuidar, curar y mejorar el mundo externo e interno.

Valorar la escucha, el diálogo íntimo entre analista y paciente, sostenido por el deseo de acercarnos al sufrimiento del otro, que, a veces, es tan parecido al de uno mismo, y desde ahí analizar, explorar el inconsciente y sus múltiples despliegues, para pasar de lo desconocido a lo conocido. Ahí, donde el dolor ha de convertirse en pregunta, ahí donde la angustia invade y ciega el disfrute y placer por la vida, ahí estamos para escuchar, sostener e interpretar.

Nuestra institución, querida y cuidada, privilegia el intercambio de ideas, de teorías fundantes del psicoanálisis que dialogan con un psicoanálisis contemporáneo, con nuevas y diversas maneras de entender el funcionamiento de la mente.

Desde el área académica, nuestra preocupación es la de mejorar y enriquecer diversos aspectos de la formación, acompañar a los alumnos durante los cuatro años, en su proceso de aprendizaje, tratando de mantener y crear nuevos canales de comunicación, favoreciendo el intercambio y la recepción de aportes.

Escribiendo estas palabras para ustedes, en este Boletín, encontré una carta de Ana Freud, que se le preguntaba sobre lo que se espera de las cualidades de alguien que comienza el camino de estudiar psicoanálisis, aquí su respuesta:

“…si uno desea ser un verdadero psicoanalista, tiene que amar la verdad, tanto la científica como la personal, y tiene uno que colocar esa apreciación de la verdad más allá del malestar que reconocer cosas desagradables pueda causar, sea del mundo exterior o en uno mismo.

Es más, creo que el psicoanalista debe tener diversos intereses en la sociología, la religión, la historia, la literatura…porque de lo contrario su visión y comprensión del paciente serán incompletas. Ser un lector y familiarizarse con la literatura de muchos países y culturas…”

 

¡Doy la bienvenida a todas las Promociones! Pero, un saludo muy especial a la Promoción 41, que comienzan esta nueva aventura, este viaje incierto y algo peligroso…

Espero y deseo, que todos los miembros del CPPL, continúen con entusiasmo la transmisión del pensamiento psicoanalítico, trabajando juntos, compartiendo espacios de diálogo, enfrentando nuevos desafíos y haciendo que nuestra Institución siga creciendo.

Muy buen comienzo 2024

Con Cariño,

Mg. Liliana Granel La Danse

¡Hasta siempre querida amiga!

Mg. Olinda Serrano de Dreiffus – Psicoterapeuta psicoanalítica 

  • “Cuando se escribe, es preferible hacer frases más o menos cortas para transmitir claramente lo que quieres decir.”
  • “¡Ahhh, sí pues, tienes razón!”
  • “Claro pues, Chica.”

Lo decía sonriendo y guiñando el ojo. Sin duda que mi amiga Nené, doctora en lengua y literatura como primera profesión, sabía lo que me decía, y su enseñanza, como tantas otras, me quedó para siempre y para compartir, una redacción y una actitud clara, simple y directa. Corrían los años 90, habíamos llevado años de una formación docente en la Escuela y andábamos con mucho entusiasmo y dedicación, explorando diversos temas clínicos y dentro de ellos los procesos breves y focales. Nuestro entusiasmo se extendía con el de otros colegas interesados en aprender y llevar a la práctica una forma de trabajo que nos permitía ser creativos y a la vez rigurosos. Encontramos y formulamos, incluso, nuestro insight primordial como la posibilidad de darnos cuenta de algo que pasaba en el encuentro clínico, aunque sea que no entendíamos nada. Nos reuníamos cada semana en la Escuela y también en su casa, encontrando a una amiga hospitalaria y excelente anfitriona, también en su mente y en su corazón, con cariño y detalles generosos. A partir de ese espacio y en el tiempo necesario pudimos preparar una publicación que aún consideramos vigente.

Inés, o Nené como le decíamos cariñosamente, era una persona muy querida y muy valiosa por la integración e intensidad de sus afectos y su agudeza, su humor y a la vez su formalidad. Con esto me refiero a su profundo respeto por lo institucional, desplegando compromiso y responsabilidad. Era íntegra y leal; muy colaboradora y de muchas formas con la institución. En algún momento, fue surgiendo un intenso proceso de tránsito generacional en el que paulatinamente los fundadores asumían la necesidad de dejarnos la posta a los exalumnos más vinculados en diferentes roles a la institución. La lectura psicoanalítica de la dinámica que se daba era imprescindible como herramienta para rescatarnos siempre en tarea. En esos avatares, Nené tuvo un rol protagónico mostrando su fe en el grupo y en el sostenimiento del trabajo grupal. Esos atributos, comunes en muchas personas, eran en ella muy palpables. La claridad de la tarea podía combinarse sin duda con la suavidad, la firmeza y el respeto. Lo mostró y me lo dijo de esta manera: “Suaviter in modo, firmiter in res”.

Nené se desempeñó y aportó desde diferentes lugares, como integrante de la 5ª promoción, docente, supervisora, tutora e integrante de la directiva, con esa entrega y agudeza que hemos mencionado. “Los cargos son cargas”, decía en ocasiones, requieren un amor y generosidad hacia la institución y sus miembros. Sabemos también que el tiempo que le damos, que nos damos, nos reditúa en aprendizajes y experiencias compartidas, en afectos, vínculos y desarrollo profesional. Atenta en lo personal y cercana a todos en mi familia y amigos, se mostró también generosa en este sentido, sensible a darle confianza y amistad a quien lo necesitara.

Como alguien decía recientemente, “Nené vino a hacer lo que tenía que hacer, lo hizo muy bien y se fue”, dejándonos modelos, inspiración y recuerdos muy vivos de espacios y buenos ratos compartidos ¡Nos queda mucho por agradecerte, querida amiga!

Para mi amiga Nené

Lic. Verónica Zevallos – Psicoterapeuta psicoanalítica 

Para Nene, una gran amiga:

Es aún muy difícil y creo que muy pronto asimilar no estar más con una maravillosa compañera en la vida. Los sentimientos se me aglomeran en el corazón, buscan inútilmente, hasta ahora, encontrar palabras que expresen la profunda pena por la partida de una querida amiga que agradezco haber tenido.

Conocí a Nene como compañera de estudios en la promo V del Cppl. Recuerdo una anécdota que solíamos decir a modo de juego y supongo con un aire de singularidad “no hay quinto malo”.

Con el tiempo se fue tejiendo una amistad que me permitió conocer a una mujer inteligente, generosa, honesta, solidaria. Con gran sentido de humor que transmitía paz y, sobre todo, la esperanza de que las dificultades ayudan a congregar a aquellos amigos que ayudan a llevar la vida.

Una característica de Nene que nos mantenía cerca de ella fue su sonrisa.  La recuerdo muy bien. Tenía poder, el poder de hacerte creer que los deseos no son solo sueños, sino que son pasos de un camino que se construye con la mente y con el corazón. Mirar la vida desde ese matiz definitivamente la alimenta.

Tenía una gran confianza para plantear con sencillez y simpleza preguntas que le generaban las circunstancias que la rodeaban. Con una actitud crítica que, indiscutiblemente, motivaba a pensar con mayor profundidad. Ya sea como alumna o como profesora, amiga, hermana.

Como parte de la directiva del Cppl su trabajo se caracterizó por ser desinteresado, pero siempre  fértil y productivo.

Su amor por el conocimiento y en especial por el psicoanálisis fue uno de los motivos que la llevó a buscar grupos de estudio para profundizar lo aprendido, ampliarlo y, con gran respeto, valorar las ideas que surjan del trabajo grupal. Porque lo significativo era entender. Su participación siempre rigurosa y comprometida nunca dejó de lado el cariño y la familiaridad que hacía sentir a los demás, definitivamente dejaba huella.

Siempre bien dispuesta a escuchar,

siempre percibía el momento preciso para entregar detalles que devuelven las ganas,

siempre el espacio seguro en los momentos complicados,

siempre ofreciendo sus palabras para trasmitir con cariño que el día a día era una cosa de todos y que ella, con la sabiduría de su risa, estaba para ayudar a construir una historia con afecto y cariño.

“¿Cómo estás Nene?” – “de bien a mejor, subiendo”

Estar con Nene modificaba a quien estuviera con ella, sean compañeros de estudio, alumnos, amistades, familia. Cruzarse, atravesarse o participar con ella en la vida, teniéndola como amiga no permitía seguir siendo la misma. Era una relación de aleaciones, mutaciones enriquecedoras que producen su presencia y su manera de estar.

Me siento afortunada de haberla conocido y sé que hay otro lugar para encontrarla, el tiempo no es distancia es movimiento. Son pliegues de diferentes espacios para hacer conexiones.

Muchísimas gracias, Nene

PIN- PON PSICOANALITICO

Ana Cecilia Carrillo Sanabria – Psicoterapeuta en formación Prom 37

 

  1. ¿Qué le implicó a la promoción 37 el proceso de preparación del congreso?

Desde el primer año tuvimos presente que nos tocaba asumir la responsabilidad del Congreso y ello lo mantuvimos durante nuestra formación; esto nos ayudó a ir madurando el tema elegido. Ha sido un proceso que implico compromiso por parte nuestra, confiar en nosotros y en también en todo el apoyo que nos proporcionó el CPPL. Fue un tiempo de mucho diálogo entre nosotros y aprendizaje, pues para escoger los temas y los ponentes había que coordinar mucho y también conocer los contenidos. Ha sido bonito saber que no estábamos solos en esta preparación, nuestra tutora fue el eje principal que nos sostuvo y apoyó en todo el proceso; ella ha sido la gran gestora del Congreso. También tuvimos mucho apoyo de la Escuela, de los profesores y sobre todo de Cristina, Roxx y Graciela que han trabajado duro, el éxito y eficiencia del Congreso no hubieran sido posibles sin el apoyo de ellas.

  1. ¿Cuáles fueron los principales retos de la organización de un evento de corte internacional?

La logística, escoger a los ponentes y panelistas, buscar temas y contenidos que sean trasversales a nuestro objetivo que desde el principio fue partir de la multidisciplinariedad. Con las redes y las facilidades que nos da el correo electrónico contactarlos no resulta ya tan complicado.

  1. ¿Qué beneficios crees que nos ha brindado el primer congreso post pandemia?

Algo innovador de este Congreso post pandemia ha sido la utilización del formato híbrido, teníamos la presencialidad que nos ha permitido reencontrarnos, volver a tener la experiencia de estar frente a otro y compartir. Por otro lado, también teníamos la virtualidad que nos ha acompañado, la posibilidad de estar presentes desde otro espacio; ello ha favorecido la asistencia, tanto de participantes que viven fuera de Lima, al interior del país y en el extranjero.

  1. ¿Este tipo de eventos podrán ser mirados como parte de un cierre a la formación en psicoanálisis?

Considero que sí, es una experiencia grupal muy interesante que complementa la formación y nos permite reflexionar en temas que han inquietado al grupo durante toda la formación. En nuestro caso fueron las emociones, la multidisciplinariedad y la clínica relacionada con las nuevas patologías.

  1. Si se hace un balance del evento, ¿cuál es a la experiencia que te gustaría compartirnos?

Las actividades pre-congreso, los conversatorios que se fueron dando alrededor del tema de las emociones. Fue un tiempo muy intenso en la selección de los presentadores y los temas, la oportunidad de profundizar más sobre las emociones antes del Congreso. Contactar con los ponentes invitados. Para mí fue agradable contactar con Rosaura Martínez, quien dio la conferencia inaugural, por su apertura y calidez. En todo momento se mostró disponible, es así como hicimos unas pequeñas entrevistas preliminares para difundirlas en la página web. En general la disponibilidad, apertura y gentileza que han tenido quienes presentaban ponencias magistrales y panelistas, dedicarnos su tiempo para atendernos y en muchos casos escribir algo exclusivo para el evento. Es muy enriquecedora esta etapa de coordinaciones previas.

  1. ¿Qué fue lo más resaltante de este congreso?

Desde mi punto de vista, la modalidad híbrida. Lo presencial y lo virtual confluyeron y ello abre un precedente para seguir realizando actividades de este tipo. En el modo presencial resaltaría los momentos de break en que podíamos reencontrarnos, tomar un café juntos, conversar, algo que luego de dos años y medio de encierro ha sido refrescante y emocionante. Desde lo psicoanalítico, resaltaría que nos ha permitido pensar las emociones en un dialogo con la filosofía, la educación, las ciencias sociales e incluso la neurociencia.

 

Lo Disruptivo en la semblanza de Mordechai Benyakar

Carmen Wurst de Landázuri Psicoterapeuta psicoanálica

 

 

Carmen Wurst[1]

Conocí a Moty, como cariñosamente le decimos, en el año 1997 y desde esa fecha es el autor e investigador que más he consultado y citado en mi trabajo de atención a las víctimas y sobrevivientes de violencia. Mi labor pasa por realizar peritajes, psicoterapia, intervenciones comunitarias, fortalecimiento a organizaciones de afectados, acompañamiento en procesos de judicialización y talleres e intervenciones individuales de cuidado al cuidador.

Para hacer un poco de historia, en años previos un grupo de psicoterapeutas psicoanalíticos iniciamos la atención voluntaria a las víctimas al interior de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, muchos de nosotros veníamos de formarnos en el CPPL. Un proyecto financiado por la Unión Europea nos permitió invitar a Moty para nuestro proceso de auto capacitación, que en ese entonces lideraba Yeny Lloret de Fernández. Mi tarea era de coordinar el proyecto de “Atención psicoterapéutica de las víctimas de tortura”. Es así que se inicia un largo y fructífero intercambio donde la figura del mentor, maestro y amigo se fue tejiendo. Moty fue un personaje no solo en el ámbito laboral, llegó a ser parte de mi familia; en épocas en donde en las casas había solo una computadora, cuando llegaban sus correos, mis hijos anunciaban con gran pompa: “mamá te escribió Moty Benyakar” engolando las vocales e imitando la voz de un bardo medieval, comunicaciones que hasta ahora recuerdan en las tertulias familiares.

La trayectoria del Dr. Mordechai Benyakar es fructífera y motivadora. Siempre señaló que el haber estudiado pedagogía, psicología, medicina y formarse como psicoanalista, le dieron las bases para una amplia y diría “aterrizada” propuesta de intervención. Su pensamiento, investigación y sobre todo de docencia son ejemplares. Es difícil resumir en este escrito toda la interesante biografía de Moty y para quienes estén motivados en conocer más de él pueden leerla en su presentación cuando ganó el premio Koner en el 2016[2]. Ahí relata que, desde su adolescencia como emigrante judío en Turquía, impulsó la integración, hoy tan necesaria en un contexto de conflicto como el que se está viviendo entre Israel y Palestina. Más adelante su incorporación al kibutz y luego al ejército de Israel, fueron forjando su ideal de ayuda al otro. Su artículo “Del Diván a las piedras”, da cuenta del paso a lo comunitario. A su llegada a Argentina en el contexto de una investigación, ocurrió el atentado al edificio de la AMIA, que causó la muerte y heridas graves a muchísimas personas. Fue convocado para dar asistencia a quienes lo necesitaran. Es así que va consolidándose su estadía en Argentina, donde dirige hasta la actualidad el Post grado en la Universidad USAL, centro de estudios donde se han formando muchos colegas de Perú.

Siempre lo vi como ese maestro que, con característicos gestos de sus manos inquietas, podía trasmitir conceptos tan complejos como los de Aulanier “Del pictograma al enunciado”, movía sus dedos haciendo las figuritas alusivas que representaban los momentos displacenteros que desde el cuerpo y las sensaciones se habían introducido violentamente en las víctimas. ¿Qué pasaba en ellos ese momento de terror sin nombre como la tortura? Momento donde no se puede metabolizar, pues no existe aún la palabra para nombrar lo que injuria al cuerpo y a la mente.

Esa era nuestra tarea como psicoterapeutas, el poder ayudar a nuestros pacientes a pasar a un proceso primario, en el que pudieran reconocer el objeto y más adelante a un proceso secundario. Debo reconocer que en esos momentos todo me resultaba complejo, pero con la práctica, la supervisión y el acompañamiento de los colegas en el tratamiento de estos duros casos, se pudieron ir viendo los cambios en los pacientes. Hoy en día, como madre orgullosa, puedo verlos como defensores de derechos humanos, liderando procesos de búsqueda de justicia y reparación, ayudando a otros. Esto hace que sienta que lo aprendido hace veinte años atrás con Moty tuvo sus frutos para la reparación que se merecen las víctimas del conflicto armado interno.

Conocer acerca de la violencia en contextos de guerra, terrorismo y catástrofes sociales, y especialmente poder identificar el funcionamiento del psiquismo ante las amenazas individuales y colectivas se ve muy bien desarrollado en su texto “Lo disruptivo”[3], título del libro que publica en el 2003, el cual recoge el concepto que venía trabajando desde el año 1996 como alternativa de lo que en el mundo se llama Situación Traumática. En sus palabras: “Sabía que iba a ser muy difícil ir en contra de la corriente norteamericana que tanto hincapié hacía y hace en el concepto de Estrés Post Traumático, pero entendí que esa categorización lleva a varios errores tanto conceptuales como clínicos”. Despliega como el mismo lo dice en su libro una empresa quijotesca al cuestionar y pretender cambiar el término de situación traumática, tan comúnmente usada para nombrar eventos que vive el sujeto en una situación que cambia el curso de su vida.

Para dejar la inquietud en los lectores de este artículo, doy una pincelada a lo que llama “lo disruptivo: el impacto en el psiquismo (capítulo 1). Diferencia claramente el evento fáctico y sus características, que en su momento no puede denominarse traumático – esto deviene después-; la vivencia que es cuando un estímulo proviene del soma o del mundo externo y produce una articulación de un afecto y de una representación -ambos componentes intrapsíquicos, que otorga especificidad a la subjetividad. Y finalmente la experiencia que es la función articuladora que opera en el mundo interno y liga el afecto a la representación, precisamente la vivencia (mundo interno) con el evento fáctico (mundo externo).

Y, para terminar, quiero agradecer a Moty pues sus aportes se han visto incluidos en la Guía de valoración del daño psíquico para víctimas de tortura y violencia intencional del Ministerio Público de Perú. Quienes participamos en el proceso de elaboración de este instrumento, pudimos trasmitir que entender estos conceptos son claves para que las víctimas puedan ser evaluadas con propiedad y les permita alcanzar justicia y reparación.

 

 

[1] Psicóloga – Psicoterapeuta Psicoanalítica – Perita Forense – Graduada en la IX promoción del CPPL

[2] https://www.fundacionkonex.org/b4830-moty-benyakar

[3] Benyakar, M. (2003) Lo disruptivo. Amenazas individuales y colectivas: el psiquismo ante guerras, terrorismos y catástrofes sociales. Biblios: Bs. Aires

 

 

 

 

 

Una aproximación acerca de la guerra como expresión de la violencia mortal del ser humano

Mg. Luis Herrera – Psicoanalista docente del CPPL

En abril de 1915, seis meses después del estallido de la Primera Guerra Mundial, Sigmund Freud escribió su ensayo sobre la guerra y la muerte en el que sostenía que la guerra producía en el ser humano una desilusión y un cambio en su actitud hacia la muerte.

Esta guerra, no esperada, estalló destruyendo todas las ilusiones; fue más cruel y sangrienta que todas las guerras anteriores. Se transgredieron todas las prohibiciones que habían sido establecidas en tiempos de paz, cuando no se sospechaba que el ser humano fuese capaz de tales matanzas. La población no combatiente era muerta, los heridos eran “repasados”. Las heridas que esta Gran Guerra dejó no serían cicatrizadas con facilidad. Agrega Freud que los pueblos más cultos de la tierra se vieron envueltos en ella mirándose entre sí con odio y horror. Justamente, aquellas naciones que parecían encontrarse más alejadas de la barbarie vieron cómo sus habitantes se envilecían y brutalizaban. Cuando se refiere a esta desilusión, Freud resalta dos aspectos, especialmente: uno, la ínfima eticidad mostrada hacia el exterior por los Estados que hacia el interior se habían presentado como guardianes de las normas éticas; segundo, la brutalidad en la conducta de individuos a quienes por su condición de partícipes en la más elevada cultura humana no se les habría creído capaces de algo semejante. En realidad, sólo debemos sorprendernos en parte; la desilusión proviene de la creencia de que la bondad y el amor son lo primordial en el ser humano: esta es una ilusión.

Hace poco, en un evento, una colega quien no era psicoanalista, indignada porque yo afirmara que el hombre posee en su naturaleza la violencia – que originariamente no es buena ni mala sino primordial – enfurecida, me enrostró que yo mentía, que el hombre era bueno y el ambiente – supongo que otros hombres – lo podía volver malo.

A esto me refiero: a la ilusión que, al destruirse, suscitó que sobreviniera la desilusión. Arnold Toynbee decía que el postulado fundamental de la guerra es que en ella “matar no es un crimen”. La prohibición de matar al prójimo se convierte en “el deber de matarlo”, inclusive ese objetivo podría tener un matiz religioso o patriótico. Por otro lado, a la guerra se le intentó poner algunos límites y evitar así que se cometieran excesos, por ejemplo: a las mujeres se les eximía de combatir, aunque no eran exentas de ser muertas o violadas por los soldados. Recordemos que hace años en Ginebra se dio la famosa “Convención” que buscaba, entre otras cosas, evitar el abuso y la tortura de los prisioneros de guerra. Evidentemente, en el Perú no estuvimos ante la guerra convencional. No existieron dos ejércitos en enfrentamiento. Salvo en la guerra con Chile.

Freud, al momento de escribir el trabajo mencionado, no podía imaginar – o quizá sí – que a esa Gran Guerra sobrevendría otra cuyas atrocidades serían mayores. Dice Toynbee al respecto: la atrocidad en sí no es suficiente, debe además ser novedosa. El corazón humano se endurece ante cualquier hecho que le resulte familiar.

De este modo, hace cincuenta años, nos podíamos horrorizar de ver en el cine un documental sobre la guerra de Vietnam que seguro sobrecogería a un veterano de la Segunda Guerra Mundial. Siempre se ha pensado que la televisión le da a lo siniestro un carácter irreal que hace difícil que uno les tome el peso a los sucesos. Lo real se tiende a convertir en algo “como si” que puede acabar si apago el televisor y me voy a dormir. Además, la guerra nuclear con armas sofisticadas manejadas con botones abstrae a la realidad de su contenido macabro y convierte a la muerte en un número, en un cuadro estadístico.

Difícil experimentar culpa o duelo en una situación así. Pensemos, además, que en la guerra el enemigo se convierte en un ente maligno al que hay que destruir. Decía Freud que solo cuando hay extraños a los que odiar, puede que nos amemos en el interior de un grupo. Así, matar al extraño es un acto de amor a los míos a quienes libero de la amenaza exterior. Además, mientras más enemigos mate, más dueño de la vida y de la muerte me sentiré internamente. Segal, citando a Glover, decía que lo terrible de la era atómica consistía en que hacía realidad nuestras fantasías más pesadillescas, perdiéndose la capacidad de distinguir la realidad del sueño, aumentando el encanto de la omnipotencia sin límites y de la muerte.

Habiendo analizado en otros artículos la situación de guerra vivida en nuestro país, y luego de las reflexiones reseñadas, pasemos a hablar de la posibilidad de diálogo, luego del contexto de violencia vivido. En el caso del Perú, en sus formas variadas, en sus fragmentos que buscan armarse, en las diferentes razas y culturas que viven en él, aparece la imagen de la desintegración. Cada fragmento toma distancia del resto y desarrolla estereotipos e imágenes deformadas del otro. La distancia se incide en el desconocimiento y las relaciones se suelen regir por el dominio y la sumisión, siendo la violencia un nexo frecuente.

Esta situación nos plantea el reto de “conocer” estos ‘pedazos’, conocer el porqué de las distancias y las diferencias, buscando plantear la interrogante “¿quiénes somos?”. Responder esta pregunta, tal como se plantea en psicoanálisis, supone un interlocutor a quien formularla, un otro. En última instancia es una respuesta que plantea la necesidad de arraigo.

Desde el inicio de nuestras vidas, los peruanos estamos inmersos en relaciones autoritarias que van desde el uso de la fuerza física hasta la dominación mental. Éstas atraviesan la vida nacional desde los hogares hasta las instituciones, por ello la dificultad de reivindicar aspiraciones democráticas. La democracia, como decía Luis Pásara, no es una aspiración natural, es el producto de un aprendizaje. Aprendizaje que en el caso peruano sigue sin hacerse.

En esta perspectiva, surge el fenómeno de la “polarización”, esto es, el exacerbamiento de los intereses sociales discrepantes de forma tal que las personas o los hechos ya no se miden por lo que son sino por si son “nuestros” o “de ellos”, en donde “ellos” siempre son los “malos” y “nosotros” los buenos, produciéndose una diferenciación radical. Los rivales se contemplan en un espejo ético que invierte las mismas características y valores hasta el punto de que lo reprochado a “ellos” como defecto se alaba en “nosotros” como virtud.

La salud mental no sólo se adscribe al funcionamiento abstracto de un organismo individual, alude, además, al carácter de las relaciones sociales en donde se asienta, constituye y desarrolla la vida de cada persona. Por ello, la salud mental de un pueblo está en relaciones humanizadoras, de vínculos colectivos en los que pueda afianzarse la humanidad personal de cada cual. La constitución de una sociedad justa no consiste sólo en un problema económico y político, sino que también es un problema social.

En este sentido, los peruanos nos hemos acostumbrado, sin darnos cuenta, a que nuestras instituciones sean precisamente lo contrario de lo que les da la razón de ser. Así, las instituciones que deberían velar por nuestra seguridad son más bien en la práctica, la fuente principal de inseguridad, donde los encargados de la justicia amparan el abuso y la injusticia, los llamados para orientarnos y dirigirnos son los primeros en engañar y manipular.

En lo referido al tema de las ‘instituciones’, encontramos las primeras indagaciones freudianas en el “mito de la horda”, contenido en Tótem y tabú. Las claves de la formación de aquellas fueron el padre interdictor; el monopolio paterno sobre las mujeres; la posterior destitución, asesinato del padre, el “banquete totémico”, el pacto entre hermanos. El mito de la horda es una fantasía originaria de la especie. Es una alegoría de la lucha por el poder (del padre, del terapeuta, según), enfrentándose a lo prohibido y exponiéndose al castigo. Los individuos externalizan los impulsos violentos y objetos internos que, de otra manera, darían lugar a la ansiedad psicótica que mancomunan en la vida de las instituciones sociales en las que se asocian. Por esto, las relaciones grupales manifiestan sensaciones de irrealidad, disociación, hostilidad, suspicacia, etc. El carácter de las instituciones está determinado y coloreado por sus múltiples funciones explícitas o conscientes y por sus múltiples funciones fantaseadas. Vastos ejemplos de ello son el ejército y sus enemigos, el campo de concentración, el odio racial, las minorías perseguidas, y la inequidad racial, social y económica. De esto se desprende el papel de la cultura: el asegurar la supervivencia del grupo sustituyendo el azar por la organización.

Al interior del grupo se reglamentan los deseos, prohibiciones e intercambios. Para la institución, la sexualidad genera desorden por lo que debe ser canalizada, refrenada o desviada. Se busca el predominio del orden o del control social a través de la domesticación de las pulsiones y la organización de las pasiones. Es lo contrario a la masa o multitud que se caracteriza por ser regresiva, primitiva, atávica, como la horda. En estas circunstancias lo que predomina es el impulso sobre la razón. A decir de Canetti, en su texto Masa y Poder, el terror al contacto y la pérdida de los límites corporales en la masa, la fusión es central en el funcionamiento de los grupos humanos.

En la actualidad, lo mencionado tiene vigencia. Pensemos en las ansiedades que delatan las diferencias sociales y económicas de nuestro país y que surgen a partir de la crisis provocada

por la pandemia, en la cual se muestran los diferentes niveles de sufrimiento y carencia que vive nuestros pueblos. Pero no sólo tendríamos que quedarnos ahí sin tomar en cuenta las matanzas sin sentimientos de culpa que se ejercen sobre los manifestantes a quienes se les acusa de ser “terrucos”, ignorando toda una historia que sustentaría la necesidad y derecho de ser escuchados.