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Entrevista a Maricarmen Ramos, su acercamiento a la teoría de Bion.

“Yo le tengo admiración y cariño a Bion, porque me dio un instrumento que resonó en mí”

Maricarmen Ramos – Psicoanalista

Entrevista realizada por Giancarlo Portugal Velasco*

Maricarmen Ramos, ex presidenta de la Sociedad Psicoanalítica del Perú (SPP), nos recibe para dialogar en torno a la influencia que Bion ha tenido en su desarrollo clínico como analista. Ella se formó como parte de la segunda promoción de psicoanalistas del país en un contexto donde el conflicto de las Controversias aún se sentía en las sociedades de la IPA. En medio de este choque, y como una suerte de tercera vía, llega a la teoría bioniana en un viaje a Brasil. Sobre esta llegada que ella denomina como accidental es que se centra esta entrevista.

 

Maricarmen, ante todo, muchas gracias por aceptar la entrevista. Coméntanos, ¿cómo llegas a Bion?

Yo llego a Bion de la manera más accidental. Mira, a Lima, Hilke Engelbrecht trajo el pensamiento de Alfred Lorenzer, que a mí me había gustado mucho y, al momento, estando recién imbuida en ese pensamiento me voy a un congreso de psicoanálisis a Río. De repente, al escuchar a la gente del congreso dije ‘caramba, aquí también ha llegado Lorenzer’, pero, luego, supe que no, que al autor que todos tenían era Bion, a quien yo tenía apenas de nombre. Allí, me interesó su enfoque, e incluso, con un grupo de colegas hicimos un curso en Sao Paulo sobre Bion, fue muy interesante.

 

Si no me equivoco, Bion llega a Brasil a dar conferencias y eso dejó una escuela, pero y a Perú, ¿cómo llega la teoría de Bion?

En la época de mi formación – y yo soy de la segunda promoción – todo era Freud, día, tarde y noche. Los que vinieron a formar acá vinieron trayendo las secuelas de las controversias de Londres entre kleinianos y annafreudianos. Por ahí, recuerdo que trajeron Winnicott cuando yo estaba cerrando mi formación. Luego, vino a Perú Jaime Heresi que él sí traía la teoría de Bion. Aquí nadie hablaba de Bion. Yo recuerdo, en una clase que pregunté qué es la identificación proyectiva y un annafreudiano me dijo ‘qué lecturas son esas’, me dijo que me estoy complicando la cabeza, que no lea eso

¡Mayor razón para meterme a investigar! Pero, eso es un ejemplo para que veas cómo era.

 

¿Qué fue es lo que te atrapó de Bion?

Tomaba en cuenta lo que te pasaba a ti en el encuentro con el paciente. Yo venía de una formación donde todo lo que te pasaba a ti tenía que estar guardado para mantener la neutralidad absoluta y tú tenías que ser una caja de resonancia. Descubrí allí una forma de entender la identificación proyectiva que me atrapó: el cómo es que yo siento lo que me están depositando, el cómo lo puedo deslindar, el cómo tengo que meterme a lo mío mientras estoy con el paciente. Encontré en Bion que la clínica es así, más allá de si lo comunicas o no, es así. Desapareció en mí, gracias a Bion, esa idea de entenderte como un receptor teórico.

 

Y esto ciertamente, aunque teórico, tiene una dimensión clínica muy clara

Exacto, uno de los primeros puntos que a mí me pareció bien interesante fue el uso que hizo de la identificación proyectiva comunicadora. Después de haberla visto como ‘mala’ o como negativa o como presión de patología, Bion la rescata para estar al servicio del trabajo.

 

¿Qué otros elementos clínicos te parecen importantes de resaltar?

La noción de parte psicótica y parte no psicótica ayuda mucho. Es decir, somos seres que estamos integrados, pero tenemos un lado que se sale de la realidad, es una interrelación, un interjuego. Aceptar eso te saca del pensamiento binario, de pensar que o estás acá o estás allá.

De igual forma, el ‘sin memoria y sin deseo’ en la clínica es bien difícil de ejecutar, no es tan sencillo. Uno cuando se sienta frente a un paciente, no hay que ir a la memoria consciente, las asociaciones van a aparecer. Nunca he tomado un apunte. No he buscado a la memoria. En un punto, me pasa que si en algún momento el paciente me pregunta por la sesión anterior, automáticamente se me pone la mente en blanco, ante la demanda que recurra a la memoria, automáticamente se me pone la mente en blanco. Claro, corres el riesgo de que haya un reclamo de supuestamente no estar atenta, pero se hace un trabajo de eso con el paciente, porque estoy de tal manera con él que… Digamos, a lo que nos lleva la frase es a estar ante un otro para que se pueda aceptar, conocer, salir de su dolor y no tienes tampoco el deseo de curar.

 

La parte del ‘sin memoria’ me queda clara, pero siempre me ha costado la otra, la de ‘sin deseo’

Sin deseo de cura, sin deseo de que la persona ‘salga adelante’, sin ese ‘logré’ del analista… ¡no! estás allí para escuchar, con todas tus emociones con el otro. Hay momentos que es terrible, pero es para que venga lo inesperado, lo que no ha sido pensado ni por el otro ni por ti. Para mí era una forma clínica novedosísima. Y así dejé de pensar en esos términos de ‘qué pasó en su infancia’, ‘con la madre’, ‘su complejo de Edipo’… eso desapareció de mi mente, dejé de pensar en esos términos. Cuando hacía un trabajo escrito, sí, buscaba teóricamente al respecto, pero mientras estaba en la clínica, no.

 

Bion es un psicoanalista que tiene frases de ese tipo, que impresionan

Sí y algo que me ha impresionado siempre es la correlación entre quién fue Bion y qué fue creando. Primero que nada, fue un niño muy miedoso y temeroso, por eso, por ejemplo, el cambio catastrófico, el derrumbe. Tuvo una fuerza muy grande en su ‘aya’ [niñera], que era hindú, que parece que le dio todo lo que su madre – que tenía dificultades serias, fóbicas – y su padre – era muy autoritario – no le dieron. La ‘aya’ pudo darle esa consistencia afectiva por sus 8 primeros años y luego los padres le mandan a Londres internado ¡Aterrorizado, sin poder hablar con nadie de lo que sentía! Peor aún, luego fue a la guerra. A los 17 se fue a la guerra, dice que fue traumático, vio gente morir a su lado. Parece que le fue bien y se frustraba cuando lo premiaban. De hecho, a él le pareció muy atractiva como analista Melanie Klein porque ella no se dejó impresionar por sus medallas de guerra. Eso lo sedujo, que a ella le importaba un bledo. Luego fue su discípulo y luego se apartó sin pelearse. También, él estuvo en las dos guerras y en la IIGM empezó a trabajar con grupos, de ahí vienen los grupos de supuesto básico y el grupo de trabajo. Así, son diferentes las historias que se pueden contar, como la muerte de su primera esposa o su relación con la primera hija o con Francesca, que fue la mujer que lo acompañó hasta el último día. Tuvo una vida donde los vínculos han sido fuertes e intensos. Era un personaje. Él decía que no debería tener discípulos, que había trabajado bien si la persona implementaba y no era seguidor. Igual tiene su Congreso de Bion. Yo le tengo admiración y cariño, porque me dio un instrumento que resonó en mí y, ahora, las canas me permiten, trabajo con asociación.

 

Otro concepto interesante es lo alpha y lo beta, que ya es del Bion más maduro

Hay una parte a la que yo no he entrado demasiado, la tabla, pero cuando hace la diferencia entre pensamiento alpha y beta yo lo veo mucho en la práctica clínica. Cuando hay identificación proyectiva, esta no logra ser comunicadora si la parte beta es muy fuerte, así se vuelve evacuadora y se vuelve actuadora, porque no se resisten las emociones y no hay tolerancia a la frustración. Bion enfatiza que así se bloquea la capacidad de pensar. Lo veo mucho en la práctica, por ejemplo, cuando un paciente dice ‘estoy conversando con mi pareja’ y no, está evacuando, porque no han trabajado para comunicar, están solo con una actuación. Ahí no hay vínculo, que es otro concepto clave, porque, algo que he aprendido es que cuando un paciente se vincula, aunque tenga sus cosas narcisistas dando vueltas por ahí, sí se vincula, pero no es en todos los casos, hay que estar atento, a veces, intuirlo.

 

Ahora que destacas la importancia del vínculo, una última pregunta es sobre la actual corriente relacional en el psicoanálisis. En esta se descartan conceptos fundamentales de la tradición psicoanalítica como, por ejemplo, la pulsión y, más bien, el centro es la relación misma con el paciente ¿crees que Bion está vigente todavía o crees que está dentro del paquete de todo lo que se está descartando?

Yo creo que hay muchos puntos de convergencia, sobre todo, en lo clínico. Hay una dimensión de lo relacional que uno puede confundir con lo vincular, – que es más sobre el inconsciente y lo intuitivo – pero, en los relacionales, el psicoterapeuta cuenta incluso lo suyo en función de que la otra persona se sienta bien de poder aliviar al analista con lo que le pasa. No hay esa jerarquía y yo creo que sí es necesaria. Hay ejemplos que me llaman la atención, porque incluso se cuenta lo que la analista habría hecho en el caso de estar en la posición en la que está el paciente. No, yo no considero que de eso se trate. No, yo estoy ahí para el otro, lo mío está atrás, si aparece algo mío es por asociación libre, sin memoria y sin deseo, por intuición, pero también lo filtro.

 

 

* Formando del CPPL promoción 39

Palabras de inauguración del Año Académico 2025

Mg. Liliana Granel – Psicoanalista. Directora de Formación Académica del CPPL.

Empiezo estas palabras dándoles una cálida bienvenida a los Profesores, Personal Administrativo y a todas las Promociones al inicio del Año Académico 2025. Pero, quiero saludar muy especialmente  a la Promoción 42 que con anhelo, cierto temor, curiosidad y con mucho entusiasmo empiezan su Formación en el CPPL. Acercarse a estudiar psicoanálisis implica continuar investigando, profundizando en la comprensión de lo inconsciente, explorando los sueños, las fantasías, los deseos y el porqué de las angustias, tratando de entender las motivaciones que nos hacen sufrir o alegrarnos.

Nuestra querida institución está muy viva y dinámica, con nuevos proyectos que la hacen crecer y, al mismo tiempo, conserva el espíritu con el que fue fundada, donde prevalece la pluralidad de pensamientos, buscando sembrar la capacidad de cuestionar y resonar con el dolor del otro, de ser solidarios con el sufrimiento y valientes para ayudar al que lo necesita.

¿Por qué hoy S. Freud?

Porque sus ideas fueron tan interesantes que impregnaron la filosofía, la literatura, el arte y, en general, la manera de concebir al sujeto del siglo XX. Y porque sus descubrimientos no cerraron la posibilidad de seguir cuestionando, sino que la abrieron para ampliar sus teorías, para discutirlas, debatirlas y, también, para corroborarlas.

Hoy nos movemos en un psicoanálisis contemporáneo, que sin dejar de lado sus bases amplía la teoría y trae nuevas luces a la comprensión del psiquismo y al abordaje clínico del padecimiento psíquico.

¿Por qué estudiar psicoanálisis en un mundo marcado por la inmediatez y entrar  a una formación de cuatro años, con lectura de textos, teoría, supervisión de casos clínicos y análisis personal?

Pienso que la respuesta está en que el psicoanálisis es siempre transformador, enriquece la visión de uno mismo y de los demás, nos impulsa al crecimiento, amplía nuestra capacidad de pensar,  aumenta la creatividad y la productividad. Cursar la Formación, estudiar textos teóricos, y atravesar un análisis personal significa vivir con más autenticidad, reconocer la responsabilidad sobre nuestro actuar y nuestras decisiones, aprender a darle importancia a las emociones y a los sueños. De esta experiencia se obtiene madurez que conlleva sentimientos de libertad, fortaleza, confianza en uno mismo y en los otros, y capacidad de amar y ser amado.

Este Año, la Promoción 39, con su Tutora Daphne Gusieff, son los encargados de organizar el XXI Congreso Internacional, que se llevará a cabo el 18, 19 y 20 de julio en el Hotel Meliá. La imagen y el Título: “Tensión y Conflicto: Psicoanálisis en tiempos de polarización” son muy sugerentes y nos hacen sentir entusiasmo por encontrarnos, compartir, reflexionar y seguir pensando en el mundo en que vivimos, con sus enfrentamientos y desbordes. Este Congreso, contará con invitados Internacionales y Nacionales de gran experiencia en nuestro medio.

Así, un nuevo Año Académico comienza, con nuevos desafíos, en tiempos complejos, tiempos de angustias y violencias, pero también tiempos para pensar, debatir, reflexionar, tiempos donde el Psicoanálisis puede y debe hacerse  escuchar.

¡Muy buen comienzo para cada uno de ustedes, aún nos espera un largo camino!

 

Camino Inca Qhapaq Ñan 

 

El inicio de la primavera

Milagros Queirolo | Psicoterapeuta Psicoanalítica
Las estaciones del año son realmente importantes para el mantenimiento de la vida. Tras el largo invierno, la primavera nos despierta de este letargo invernal, etapa en la que los días son más largos y las temperaturas suaves.
La naturaleza renace con todo su esplendor y vitalidad, al igual que nos invita a salir y vivir, como una nueva oportunidad de celebrar la vida, y los efectos positivos que podría traer.
“El deseo depende de un objeto, porque el deseo proviene precisamente de esta falta. Ese algo que pone el sujeto siempre en un estado de insatisfacción. “El deseo nace de la brecha entre la necesidad y la demanda” en el que “la necesidad se dirige a un objeto específico y se reúne con él. La demanda se forma y se va a otro “(Laplanche y Pontalis).”
La primavera nos invita también a realizar cambios que posiblemente influyan en nuestro funcionamiento psíquico que abarcan todas las etapas del ser humano. La primavera me lleva a pensar en el deseo inconsciente como movimiento que desacomoda, como algo que nos empuja en nuestra vida.
El hombre ya no puede ser considerado sólo como una criatura cuyo principal interés es la satisfacción de la pulsión. El hombre se revela como un ser en busca de sentido. Freud utiliza esta idea en el contexto de la teoría inconsciente sosteniendo que el deseo es la realización de un anhelo inconsciente que orienta la vida particular de cada sujeto. La búsqueda referida al reencuentro de ese objeto primario que si bien no se recupera se logra a través de las múltiples formas de amar que desarrolla el sujeto. El deseo se relaciona profundamente con las formas de relación que subjetivamente el sujeto establece con la realidad.
A lo largo de nuestra vida intentamos reproducir lo que quedó de esa vivencia (búsqueda), algo que será imposible porque esa primera vivencia (búsqueda) es inmortal, es decir que dejó una huella imborrable. Desde que nacemos vemos cosas incomprensibles que irán teniendo sentido con el correr del tiempo. En el psicoanálisis el deseo es el motor de un sujeto que le permite abordar todos los aspectos de su vida con la sensación de que verdaderamente está haciendo lo que quiere, y se puede observar entonces que el deseo es el que permite que se lleve a cabo.
Esto me provoca relacionar el deseo con la primavera/renacer: un buen momento para “recuperar la conexión con nuestros anhelos más profundos y materializar un sueño o deseo del alma largo tiempo retraído”…
Y no digo que esto sea algo exclusivo de la primavera; sin embargo, la llegada de esta estación nos invita a disfrutar de la naturaleza y el aire libre, de nuestra propia vitalidad y de los sentidos. Nos permite preguntarnos: ¿qué es lo que deseo? Me sugiere que es como una bocanada de aire fresco, sobre todo después de los momentos vividos en el tiempo especial en el que lo disruptivo de la pandemia todavía convive entre nosotros.
El estar en la clínica con adolescentes me lleva a asociar la primavera y cómo vemos que el deseo en los adolescentes actuales no puede ser gestado. Detectamos que los cambios que se presentan, tanto físicos como psíquicos han sido dificultosos en su maduración. Sus, fantasías, sus miedos, sus búsquedas en relación con el sexo y el futuro son inciertos y están algo detenidos en muchos de ellos.
Vemos que los adolescentes que nos llegan, al no haber podido vincularse con sus pares y con otras personas diferentes a sus padres, están perdidos, algo más que lo normal, insatisfechos consigo mismos. La incomunicación física y real no les ha permitido tramitar adecuadamente sus fantasías y deseos.
Por su parte los adultos que han querido encontrar nuevos recursos creativos también se sienten defraudados por no haber encontrado soluciones y estrategias para sostener a sus hijos adolescentes de la mejor manera, y recurren a nosotros, considerándonos casi como los ”salvadores” de los que cursan esa singular edad.
Nos encontramos, pues, con nuevos desafíos para poder entender y ayudarlos, hijos de padres que confían en nosotros que llegan al consultorio puedan ver y encontrar la primavera junto con nosotros. La labor que tenemos nos obliga a vincularnos, intercambiar con otros y ser capaces de refrescarnos, renovarnos, viviendo la primavera, con un ánimo abierto y entusiasta llenos de vitalidad.

Una aproximación a la clínica winnicottiana

Julieta Bareiro (2013) – “2. La clínica winnicottiana. Reflexiones sobre el análisis y la posición del analista”. En. Revista Interdisciplinaria de Filosofía y Psicología.

 

[…]

Lo que puede destacarse es que este tipo de clínica no se detiene en el conflicto psíquico freudiano, entendido como la tensión entre deber y realización del deseo, o como la triangularidad del complejo de Edipo. Aparecen fenómenos de diversa naturaleza que remiten a la incertidumbre entre ser y existir: la experiencia de futilidad, de inautenticidad, de vacío. No se trata de que rechace el factor del síntoma, la rivalidad edípica, el problema del deseo y su satisfacción. Pero pareciera que da un paso atrás y pone el acento en donde estos factores se sostienen. En todo caso, la problemática freudiana podría leerse como un derivado del existenciario winnicottiano. Para el psicoanalista inglés, lo radical es la continuidad de la existencia a partir de donde un sujeto comienza a ser. Los avatares pulsionales y la diferencia sexual se manifiestan con posterioridad. La diferencia que Winnicott menciona es que, en los primerísimos estadios, el problema no está frente al deseo, sino ante la necesidad. Justamente, necesidad de existir. Resulta indispensable la existencia de otro que cobije y sostenga, aunque no se tenga conciencia alguna de ello. […]

 

Así, una de las diferencias más sustantivas entre la clínica de Freud y la de Winnicott radica en que, mientras el primero se abocó al trabajo clínico de las neurosis de transferencia, el segundo se dedicó –en especial– a aquellos cuyas perturbaciones podían responder a conflictos ubicados en momentos anteriores. Mientras que Freud da por sentado el cuidado de las necesidades del niño, Winnicott advierte acerca de los fenómenos que aparecen en su clínica, cuando estos no han sido lo suficientemente buenos. […]

 

Este desplazamiento la cura winnicottiana no es algo que el análisis le hace al paciente, sino en la medida de lo que el paciente es capaz de hacer consigo mismo en presencia del analista. Este giro sobre el comando del análisis indica que, en última instancia, lo significativo es que el paciente se sorprenda a sí mismo. El acento está puesto sobre lo propio del sí, lo creativo y lo espontáneo.

 

[…] El análisis surge como un ámbito confiable metaforizando el cuidado materno. La tarea es la de sostener la experiencia de ser, resguardando la singularidad. Estas formulaciones traducen al análisis no como la imagen freudiana de una partida de ajedrez, sino como juego espontáneo. Para Phillips (1997) la teoría winnicottiana no se adhiere al saber del inconsciente como piedra fundamental y en su lugar ubica a la salud caracterizada por la espontaneidad y la intuición; términos ausentes en el pensamiento de Freud o Klein (p. 68).

 

No se trata tanto de que el análisis no “tiene reglas”, sino de que el ajuste extremo a ellas sería del orden del sometimiento. Como bien lo señala Coloma Andrews (1999): “Winnicott le da al juego un rol básico para poder dejar expresar la espontaneidad que, en su criterio, es la creatividad. Esto hace posible un resultado que importe al paciente como individuo y no al acatamiento a referentes psicopatológicos como patrón de trabajo en la técnica” (p. 52). Lo que Winnicott invita es a que el análisis no quede enquistado en fórmulas o definiciones enigmáticas, sino a que sea una experiencia real y significativa para el paciente.

Ser mujer en el Perú

Lucero Velarde Russo | Terapeuta en egresada Promoción 38

 

“La feminidad se pude ejercer de distintas formas, que no existe una sola forma correcta de hacerlo”.

Creo que todos estaremos de acuerdo, en que definir el significado de ser mujer no es tarea sencilla, como tampoco lo es serlo. Por ello, es necesario comenzar señalando que ser mujer para cada una es una experiencia distinta, ninguna será igual a la otra, las vivencias son únicas. No obstante, hay situaciones en común que cada una transita a lo largo de su desarrollo. En la actualidad, la mujer ha alcanzado mayor libertad, a diferencia de hace setenta años donde era casi impensable poder desempeñarse en roles fuera del hogar. Por décadas, la unión de mujer igual madre era incuestionable. En el país aún hay grupos y movimientos sociales que señalan y esperan que esta sea la única forma de vivir la feminidad. Sin embargo, a su vez hay muchas mujeres que han comenzado a salir de casa, buscan educación constante, integrarse al mundo laboral, tener la opción de decidir cuándo convertirse en madres. Esta dualidad produce conflictos y divide a la comunidad femenina, lo cual es una desventaja, ya que actualmente la sociedad se encuentra cargada de violencia hacia la mujer. Lastimosamente esto también es responsabilidad femenina, ya que desde nuestro rol perpetuamos lo patriarcal. Hace más de 40 años Simone de Beauvoir (1974) señaló que la mujer demanda y detesta su condición femenina, generando ambigüedad frente a su condición de mujer. Hoy en día, esta idea se mantiene vigente.

En ambas configuraciones explicadas anteriormente falta la posibilidad de integrar que la feminidad se pude ejercer de distintas formas, que no existe una sola forma correcta de hacerlo. Desde los feminismos más modernos, especialmente desde la tercera ola, se busca aceptar las diversas formas que existen para que una mujer pueda desarrollarse y alcanzar su potencial creativo, sin descalificar la maternidad o colocar como única fuente de liberación el poder laboral. Lo ideal sería aceptar que lo tradicional y lo moderno pueden coexistir a pesar de que como sociedad nos cueste aceptar que la diversidad es parte de nosotros.

Las víctimas en la memoria colectiva

Ana Cecilia Carrillo S. – Egresados Promoción 37.

 

Los acontecimientos generados por la violencia política en el Perú (1980-2000), se mantienen aún como un asunto pendiente, que aún necesitamos reelaborar, pensar, analizar. Las sociedades a través de su memoria social tienen la posibilidad de reelaborar y resignificar los acontecimientos traumáticos que han generado cambios profundos al interior de ellas, dotándolos de sentido.  Contribuyen a ello las expresiones artísticas así como la construcción o creación sitios de memoria y monumentos conmemorativos erigidos en torno a estos acontecimientos. En ellos se da presencia y voz a quienes no han sido escuchados: las víctimas, visibilizándolos. Esta construcción de sentido, de la memoria colectiva, necesaria para la reelaboración y sanación es equiparable con nuestra práctica psicoterapéutica.

Muchas memorias locales han quedado registradas en grabados y dibujos, retablos o tablas de Sarhua. Ellos nos muestran de modo explícito escenas de torturas, violencia y mutilación realizadas tanto por los senderistas como por miembros de las fuerzas armadas.

El relato visual Yuyanapaq -Para Recordar-, buscaba generar empatía hacia las víctimas y sus deudos, quienes eran generalmente pobladores de las zonas rurales del país. En el monumento “El Ojo que Llora” (Nina Mutal), aparece el nombre de cada una de las víctimas. La inclusión de los nombres de las victimas les da visibilidad, existencia y ciudadanía. Tenemos también el memorial de Domingo Garibaldi “Sino vuelvo búscame en Putis”, que consiste en fotografías de objetos que convocan a las personas que los poseyeron pero ya no están: un zapato, un chullo, una chompa, etc. Esto da la posibilidad de pensar en las víctimas a través de sus objetos.

Los espacios o sitios de la memoria tienen un rol protagónico en este proceso de pensar y reelaborar este acontecimiento traumático y de dar lugar y reconocimiento a las víctimas. El Lugar de la Memoria (LUM) busca conectar la memoria histórica, colectiva e individual a través de su muestra permanente y de la arquitectura del edificio. En Ayacucho se encuentra el Museo de la Memoria de la Asociación Nacional de Familiares Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (ANFASEP), donde se reproduce el horno en el que los cuerpos de las víctimas fueron incinerados en la base militar de Los Cabitos, se muestran las fosas comunes con los cuerpos expuestos y los fragmentos de ropa recobrada de cuerpos de las víctimas. Nos presenta la realidad descarnada de la violencia, para confrontar al visitante.

La salud mental en nuestros días

Pedro Morales – Médico Psiquiatra y Psicoanalista.

 

Quiero empezar comentando que hace poco se ha dado un decreto-ley que obliga a seguros y prestadoras de salud a dar cobertura a toda la gama de trastornos mentales contemplados en el CIE 10. Este detalle refleja la preocupación de las autoridades de salud en dar atención a problemas emocionales y mentales que se van incrementando y no encuentran posibilidades de atención, pese a haberse extendido la cobertura desde el gobierno. De hecho, la OMS ya hace unos años había pronosticado que los problemas mentales constituirían la segunda causa de discapacidad, detrás de los problemas cardiovasculares. El gran tema a comprender es que la salud mental es algo más que ausencia de trastornos mentales. El equilibrio, el bienestar y los hábitos saludables son un objetivo que amplía de manera importante la razón para aportar soluciones no solo cuando un problema ha adquirido proporciones de afectación severa.

Necesitamos dedicar esfuerzos importantes en la labor de prevención y, ello tiene que ver con las intervenciones tempranas, sea por dificultades en la interacción con el entorno, desadaptación escolar, laboral, conyugal y demás, como la integración, en el campo de la clínica médica de la interconsulta, allí donde se encuentra problemas físicos de origen claramente emocionales. Nos toca ir un poco más allá de la labor solitaria de la consulta individual. Promover espacios para contribuir a una mejor conciencia de la necesidad de una vida saludable, en la que tenga un lugar especial el vínculo afectivo con la gente del entorno, familiares, amigos, compañeros, etc. Las formas de hacerlo, quizás tengan que contemplar algo más que una labor informativa, en situaciones diversas, el uso de talleres, encuentros grupales, retiros, etc. Pueden favorecer la incorporación de experiencias de aprendizaje vivencial. Un tema adicional al respecto es el trabajo de concientización de la importancia de un adecuado acompañamiento en los momentos tempranos del desarrollo del niño. Ya en muchos países han hecho modificaciones en la secuencia educativa, con un énfasis en la expresión de la naturaleza del niño antes que una forzada educación instructiva. El énfasis estaría pues, en acompañarlos en el desarrollo de su encuentro consigo mismos, como garantía de un mejor desempeño en la vida.

En suma, el abordaje de la salud mental tiene muchos rostros que tenemos que integrar en nuestra mirada al ser humano y su reto de vivir en armonía consigo mismo y con su entorno. En el centro de lo cual está el sentido de recuperar el eje de su naturaleza interactuando con el entorno. Hablamos de actividad, ritmo de vida, alimentación, interacción afectiva, constitución familiar, en particular el sostenimiento de los lazos afectivos, que ya ha sido estudiado en el sentido de que no solo aportan mayor calidad de vida si no también de salud física y mental.

La llegada de la primavera

Sonia Inca – Egresada Promoción 38.

Mis recuerdos me generan sentimientos al revivir eventos relacionados a la primavera. Recuerdo que en la escuela se realizaban grandes trabajos manuales, poesías, canciones, actuaciones coloridas y alegres alusivas a la primavera; por último, la fiesta con la elección de la reina de la clase. Todo un acontecimiento, que estimulaban tanta imaginación y creatividad para llevar a cabo esta gran fiesta, promovidos por el motivo de la llegada a la primavera. En todo el mundo el arribo de la primavera es motivo de celebración, como una manifestación del reconocimiento y sus efectos positivos en todos nosotros, cada cual con sus costumbres y tradiciones. Al llegar la primavera se observan cambios en nuestro ambiente, hay más días de sol generando cambios de la temperatura, así como días más largos de luz; lo cual influye en nuestro funcionamiento psicológico.

Desde la antigüedad la primavera ha sido asociada a los jóvenes y a la vida, debido a esos cambios climáticos que provocan el renacimiento de la naturaleza. Así la primavera está asociada a grandes cambios en todo sentido, como salir del invierno a otra estación más agradable. También la primavera se ha asociado con la etapa de la adolescencia, por esos cambios que se presentan, tanto físico como psíquico, que comienzan con la pubertad. Por supuesto, esto genera “movimientos” en la mente, fantasías, miedos, búsquedas en relación con el sexo, al futuro, a las responsabilidades y en general, a todos los cambios.

Durante la pubertad se producen cambios corporales y se activa el instinto sexual. Estos cambios fisiológicos que se producen son relacionados con los procesos corporales y con cambios psicológicos, como la autoimagen. Por lo tanto, el adolescente debe enfrentar un nuevo grupo social a causa de su nueva estructura corporal. Durante la adolescencia los deseos edípicos vienen puestos a la prueba en un contexto particular, aquello que para el individuo es la nueva condición de tener genitales maduros físicamente, alcanzando así, una suerte de compromiso entre aquello que desea y aquello que no es consentido. Que luego, se resuelve con la identificación sexual del individuo. En psicoanálisis, el adolescente tiene como objetivo lograr la primacía genital y el logro de un vínculo con un objeto no incestuoso. En la adolescencia, es significativo el rol central del cuerpo y de su transformación y de como tal proceso, a nivel psíquico, asumen importancia respecto a la posibilidad de su misma representación. Asimismo, ocurre reflexionar sobre las implicancias dinámicas y afectivas que esta nueva representación del cuerpo comporta, sea para el adolescente como para sus objetos. Por ello, la importancia de comprender el proceso de cambios que se produce en esta etapa.

La gran labor a realizar es hacer tomar conciencia del rol afectivo que desempeñan los padres y cumplen funciones paternas, tanto como figura normativa como figura afectiva, es decir una adecuada función parental, para promover una sana primavera.

Desde el último cuarto

Pedro Morales – Médico Psiquiatra y Psicoanalista.

 

Arribado ya a mi último cuarto de vida, creo poder compartir algunas reflexiones útiles para quienes están comenzando el camino, sea en cuanto a dedicarse al ejercicio de la psicoterapia, cualquiera que sea su modalidad o, incluso, simplemente para aquellos que tendrán que lidiar con la vida misma y sus vicisitudes.

Lo primero a tener en cuenta es que se requiere de una verdadera y arraigada vocación de servicio, la búsqueda del bienestar del prójimo como fuente de satisfacción, en el terreno de la actividad terapéutica, viene a constituir nuestra prioridad, por encima de cualquier interés de tipo teórico técnico o científico o económico. La importancia de una buena formación, es que nos da herramientas para conocer al semejante, emplear procedimientos útiles para manejar una relación delicada como es la que establecemos con el paciente. Es, sin embargo, el terreno del trabajo personal el que nos abrirá las puertas a esa herramienta fundamental que es la asociación libre, condición a la que accederemos cuando hayamos podido auto observarnos de forma tal que nuestras asociaciones no encuentran dificultad para identificar las emociones que subyacen a nuestra propia motivación y la del semejante.

Adicionalmente al trabajo analítico personal, son las supervisiones el terreno donde podremos ampliar la mirada de nuestra interacción con el paciente y, acaso, ubicarnos en el nivel de apertura al que hemos llegado en el devenir como terapeutas. La relación terapéutica implica una compleja trama de interacciones emocionales por lo que, además de requerir de una particular sensibilidad y capacidad empática, requerimos también de haber aprendido a sostener el equilibrio emocional propio, la regulación de nuestras propias emociones redundará en la ayuda regulatoria emocional para con el paciente.

Lo anterior tiene mucha relación con el concepto de alianza terapéutica, espacio desde donde algo que llamaremos intimidad, va tejiendo la trama de confianza necesarias para el devenir liberador e integrador de los protagonistas de la experiencia. En los últimos años, a raíz de mi acercamiento a las neurociencias he encontrado que el enfoque vincular es lo que más nos acerca a la naturaleza del ser. Nacemos programados para establecer lazos afectivos y, lamentablemente la “civilización” va alejándonos cada vez más de nuestros patrones básicos emocionales, haciendo que fracase de manera creciente la realización de nuestros mandatos como especie.  En lo que nos toca, encontramos personas con severas fallas empáticas, armados para la vida, básicamente sobre la base de mecanismos de organización reactivos o de defensa, en principio, desconectados emocionalmente de sí mismos. En tanto así, nuestra tarea consistirá en mucho en sostener la dinámica de un vínculo mutuamente estimulante, que desde sí mismo vaya ampliando las posibilidades de confianza en la expresión y el logro de una mayor conciencia de lo que va emergiendo.

Las infancias son siempre nuestra responsabilidad

Enma Quispe – Terapeuta en formación Promoción 38.

 

“La infancia dura poco pero dura siempre”.

(Salmón, 2014)

 

Me gustaría poder mirar una parte de la población infantil, que no la pasan tan bien como se espera. Niños que por alguna razón viven situaciones, que no se deberían seguir permitiendo, ya sea por acto o por omisión.

Convencida que desde la formación en la que estamos inmersos, podremos aportar un granito de agudeza y de dulzura para poder formar una mirada adulta que los cobije y los acompañe en su proceso de desarrollo.

En nuestro país, con la huella de la pandemia, atravesando a toda la población, los más afectados, me atrevo a decir, son los niños y las niñas.  Los más frágiles.  Tantas veces pasan por desapercibidos, invisibles en medio de las preocupaciones, de las prisas y de las indiferencias en una sociedad de adultos.

Las infancias son siempre responsabilidad de todos, en nuestras manos de adultos están sus vidas. Se reflejan en nuestras miradas, expectantes de aquello que podemos mostrar para su tierno corazón.  Nuestra catadura moral se mide en el trato a los más indefensos. No hay visión más cautivadora que la sonrisa confiada de estos pequeñitos y no hay más inmenso llamado a la piedad que el dolor expresado en el llanto de un niño. “La misericordia, la compasión, la solidaridad tiene rostro menudo, talla corta cuerpecito indefenso y voz infantil” (Carvallo, 2003).

En los niños se muestra de manera rotunda nuestra esencial vulnerabilidad; porque para vivir, desarrollarnos, para ser, dependemos durante años del cuidado de otros, de su sensibilidad para percibir nuestras necesidades, reconocer nuestras demandas e impulsar nuestros sueños.

Sé que no existe solución inmediata. Sin embrago desde el psicoanálisis podemos pensar estrategias para ayudar a construirles un mundo más amable, para narrarles cuentos y no historias de terror.  Para que encuentren en el juego su modo de construir el mundo, de entender lo confuso de este lugar que transitamos, que su sonrisa y su llanto sean contenidos siempre por adulto suficientemente bueno.

Recordemos que son ellos y ellas quienes nos piden entender sobre todo sus lenguajes silenciosos. “Miramos el mundo una sola vez, en la infancia, el resto es memoria”. (Glück, 2020).