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SUICIDIO Y PSICOANÁLISIS

Por José Barrios García Calderón, Psicoterapeuta psicoanalítico de la promoción X de la Escuela del CPPL

El suicidio es siempre una emergencia psiquiátrica siendo siempre el psiquiatra el responsable legal.

La norma del suicidio es su relación con la psicopatología depresiva, desde la tristeza hasta la más profunda melancolía y desesperación. Esta es, generalmente, endógena, pero muchas veces gatillada por factores exógenos lo cual es diferente a la aflicción, que es una reacción de tristeza relacionada a pérdidas o duelos que, si no se elaboran, devienen en depresión de tipo exógena. La depresión es endógena cuando se ha puesto en marcha un proceso con relativa independencia al mundo externo del paciente y el desconocimiento consciente de qué es lo que ha perdido.

Si en el infante hay una separación materna sin sustitución, hay un período de llanto, ansiedad e inquietud, y al prolongarse, es con apatía y desmotivación; estamos ante una depresión anaclítica, pudiendo el niño morir o crecer con indiferencia afectiva e ideación alterada: obsesiones, psicosis y suicidio. Gran parte de los suicidios en adolescentes se relacionan con la depresión anaclítica y la sensación de soledad e inseguridad.

A los adultos, las depresiones prolongadas los aíslan y los conectan más con su cuerpo (hipocondrías), siendo la característica más constante los impulsos de autodestrucción. Siempre hay que considerar la edad de la persona o si tiene enfermedades crónicas o invalidantes. El suicidio en personas de la tercera edad puede ser por vulnerabilidad frente a la jubilación, muerte o separación de seres queridos o enfermedades. En ellas hay un desequilibrio narcisístico con sensación de minusvalía y desesperanza del self donde nada es placentero ni satisfactorio. Hay desesperanza y pérdida de ideales o proyectos, donde el pasado es culpa, la presente frustración y el futuro no existe; todo asociado a ansiedad, insomnio e impulsividad.

Por otro lado, el riesgo suicida está asociado a otras enfermedades mentales y a abuso de sustancias tóxicas

Si vemos algunos números sobre el suicidio por género, los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres, mientras que las mujeres lo intentan cuatro veces más que los hombres.

 

En cuanto al suicidio y psicoanálisis, Freud menciona que la idea fundamental del suicidio es parte de un homicidio. Está siempre presente la dinámica amor-odio, donde el amor por el objeto se transforma en odio, el objeto se denigra y se le hace sufrir con una satisfacción sádica y pasa de ‘quiero matarlo’ a ‘merezco que me mate’.

Freud y Abraham se refieren a la existencia de ciertas condiciones de riesgo en los estados melancólicos severos que pueden llevar a la autoeliminación:

– Elección narcisista de objeto,

– Ambivalencia,

– Pérdida de objeto,

– Identificación con el objeto perdido (introyección) y

– Satisfacción del odio sobre el objeto introyectado (suicidio).

Desde el superyó, el suicidio es una vuelta del sadismo contra la propia persona.

Según Melanie Klein, hay otros suicidios de carácter más activo; son intentos desesperados para bajar la presión del superyó con actos extremos de sumisión o rebeldía. Se busca el castigo y el asesinato de los objetos originales donde la fantasía básica sería: “me mato yo para que no viva él”. El yo y el ello tratan de matar a los objetos malos y salvar a los objetos buenos internalizados en el camino de realizar o no el suicidio.

Klein considera también al suicidio como una actuación psicótica, como un mecanismo de defensa ante ansiedades persecutorias y como única salida a crueles imagos internas, con mecanismos mágicos de omnipotencia.

La doctrina clásica psicoanalítica sobre el suicidio es la obra de Menninger (El hombre contra sí mismo, 1938). Este afirmó, que, de acuerdo con el concepto freudiano del instinto de muerte, existe en nosotros propensiones hacia la autodestrucción que llega a ser suicidio cuando se combinan muchas circunstancias y factores.

A mí me acomoda la escuela freudiana, porque es sensata, es lógica, no es dogmática

Entrevista a Moisés Lemlij, psicoanalista didacta ex vicepresidente de la IPA y ex presidente de la SPP

Por Giancarlo Portugal

Moisés Lemlij, se formó como psicoanalista en el Institute of Psychoanalysis de la British Psychoanalytical Society. Durante su etapa de candidato, se analizó con Joseph Sandler y fue supervisado por Erid Balint, Nina Coltart y Donald Winnicott, solo por dar algunos nombres. Tuvo también maestros como A. Freud, Ch. Rycroft, H. Rey, entre otras personalidades. Asimismo, fue compañero de aula con R. Steiner y J. Mitchell. Luego de terminar su formación y haber tenido una carrera profesional tanto en su consultorio analítico como en la Tavistock, regresó en 1981 al Perú y fue parte de la primera generación de psicoanalistas de la que luego sería la SPP, la cual en ese momento era Grupo de estudios. Aquí terminó de ponerse, como él dice, la ‘salsita final’ con seminarios y supervisiones a cargo de O. Kernberg, L. Rangel, W. Baranger y S. Lebovici. Así, no solo ha realizado contribuciones al desarrollo del psicoanálisis en el Perú al apostar por una lectura de nuestra historia, sino, asimismo, junto a R. Steiner ha realizado contribuciones para acercar las líneas freudianas y kleinianas. En este mes de conmemoración por los 85 años del fallecimiento del profesor Sigmund Freud, conversamos con el que “era el único latinoamericano que tenía un entrenamiento en la escuela freudiana”. Además, con esta entrevista, anunciamos el inicio de un ciclo de conversaciones sobre diversos autores y autoras fundamentales de nuestra tradición psicoanalítica.

 

Profesor Moisés Lemlij, primero, gracias por la entrevista para Asociación Libre. Este es un mes de conmemoración por el fallecimiento de Freud y es conocida su formación como freudiano. En esa línea, mi primera pregunta es ¿qué significó para usted formarse como freudiano en Inglaterra? Más aún, ¿cuánta noción había de esa formación específica en el contexto?

Yo llegué a Inglaterra en 1965, era otro mundo y muchísima gente que había sido entrenada directamente por Freud estaban vivos. Por ejemplo, Anna Freud. Hay que entender que era otro universo. Freud muere en 1939 y para el ‘65 ya había un grupo de peruanos con intención de formación psicoanalítica: Saúl Peña, Carlos Crisanto, Max Hernández, Gustavo Delgado-Aparicio.

En esa primera época, yo me analicé con Robin Skinner. Esa fue mi primera experiencia terapéutica allí. Después de unos años, cuando ya tenía la idea de una formación, porque antes era solo psiquiatra psicodinámico, busqué analizarme con un analista que yo entendiera lo que escribía. Para mí – que soy medio disléxico – entender las cosas complicadas es difícil y el que me gustaba cómo escribía era Joseph Sandler. Entonces, empecé a inicio de los 70 con él, habiendo tenido ya un buen entrenamiento profesional y habiendo trabajado en la Tavistock.

 

¿Qué edad tenía en esa época?

Yo estaba en los tempranos 30s, más o menos y da la casualidad de que fui enterándome que yo era el único latinoamericano que tenía un entrenamiento en la escuela freudiana ¡Por absoluto azar! Porque era el que yo entendía… a lo mejor no es tan azar [ríe]. Conversando con otra gente, un gran maestro Ch. Rycroft se sorprendió un poco y me decía ‘todos los analistas de América Latina que yo conozco se entrenan en el grupo kleiniano preferentemente y de vez en cuando en el grupo intermedio, nunca entendí el porqué, hasta que ahora creo que entiendo: para un análisis kleiniano necesitas saber breast, penis, introyection and proyection. Con esas cuatro palabras, no tienes que saber más inglés, y ya puedes analizarte’. No sé si será una exageración, pero era un buen chiste. El hecho real y concreto era que los analistas latinoamericanos tenían análisis kleinianos o del grupo intermedio. Entonces, yo fui el único. Después, creo que ha habido uno o dos. Pero, básicamente, era preferencia de los de América Latina, quizá ya por la influencia kleiniana de la Asociación Psicoanalítica Argentina y la influencia bioniana en Brasil.

Ahora, en esa época, dentro de la Sociedad Británica, era el analista el que determinaba tu grupo, porque la mayoría de gente se supervisaba con gente de todos los grupos y los seminarios eran de todos los grupos también. Yo había tenido un gran maestro kleiniano, Henri Rey, él decía que ‘el problema con los colegas kleinianos es que las ideas kleinianas son buenas, pero no saben qué hacer con ellas’ [ríe]. A mí, sí las relaciones objetales y demás, me parecían interesantes, pero, a mí, me acomoda la escuela freudiana, porque es sensata, es lógica, no es dogmática y podía supervisarme con gente de otras escuelas. Una de mis supervisoras era del grupo intermedio, Nina Coltart, una gran maestra. Los kleinianos eran dogmáticos, solo podías supervisarte con un kleiniano. A parte de mi entrenamiento en el Instituto del psicoanálisis, por otro lado, dado que Sandler era un prominente miembro del grupo freudiano, a veces, nos íbamos donde Ms. Freud, cuando ella daba una supervisión privada o cosas de esas, nos íbamos a sentar té y a conversar.

Trabajé allá hasta 1981 y allí regresé al Perú, cuando estaba cocinándose la SPP con los tres que vinieron primero: Max Hernández, Saúl Peña y Carlos Crisanto, los tres eran del grupo intermedio. Tuvimos mucha suerte, porque los patrocinadores de la Sociedad Peruana era gente de primerísima: Otto Kernberg, Leo Rangel, Willy Baranger y Serge Lebovici. Ellos organizaban los seminarios y venían dos veces al año a supervisar. Yo lo sentía como la salsita final para mí.

 

En esa época, justo, no ahora, porque ahora entiendo que es diferente el diálogo, pero en esa época ¿cómo se marcaba la diferencia?

Yo siempre sentí que la línea kleiniana eran muy dogmáticos. Entonces, había, para mí, un apego obsesivo a la regla. Por ejemplo: las horas absolutamente exactas, cinco veces a la semana, la misma hora y está toda la línea de Meltzel donde tú no podías tener libros en tu consultorio, no podías tener un cuadro, tenías que andar siempre con una ropa parecida, tenías que usar la misma corbata, tú no podías encontrarte con alguien que había sido tu paciente. Había las viejas historias de Melanie Klein escondiéndose debajo de la mesa, los kleinianos escapándose… siempre me parecieron estupideces, todavía me parecen. Era como que toda la cosa teórica se convertía en la rigidización del protocolo. Por ejemplo, tenía un amigo kleiniano que tenía una novia analista francesa y él le dice ‘mira, para seguir, tienes que seguir un análisis kleiniano’. Había esa línea de secta que en las reuniones. Primero, mucha gente, si presentaba un caso clínico un kleiniano, iban de todos los lados, pero cuando presentaba otro, los kleinianos no iban. Solo iban a los suyos. Además, aparte de las reuniones generales, cada grupo tenía sus reuniones clínicas, vamos a decir, sectoriales, en el sentido de secta.

Era toda la técnica kleiniana de interpretación subsumida a la cuestión teórica: uno, tú tienes que interpretar en transferencia, de saque; dos, interpretas el instinto de muerte, la agresión, la interpretación directa y dices que quieres hacerle tal cosa a tu mamá o a tu papá. Era una época, los 70s, en que había mucha importancia a la técnica y por ejemplo conceptos que ahora ya son más universales como el de identificación proyectiva, que era muy pero muy usada por los kleinianos y de alguna manera por los del grupo intermedios, los freudianos no lo aceptaban. Uno interpretaba al Yo, a lo que era accesible en términos de entendimiento, campos de consciencia.

Fotografía de la fachada de la Sociedad Británica de Psicoanálisis, fundada en 1913

 

Entonces, para la posición freudiana de la época, había una suerte de posición teórica que tenía repercusiones clínicas con respecto a no ir más allá de este momento del desarrollo del Yo, o sea, ir más allá ya no tenía sentido

Había una enorme influencia, en el grupo freudiano, de los analistas del Yo, que eran norteamericanos, un grupo de analistas que habían sido originalmente europeos, pero que trabajaban en EEUU, en la Sociedad Psicoanalítica de NY. Eran muy vinculados a Anna Freud y eran los que ayudaban en la Hampshead clinic. Entonces, la influencia del psicoanálisis del Yo, que era la escuela freudiana americana, era importante porque tú tenías que hacer interpretaciones a través del Yo y de lo que se trata es del uso racional-práctico, tú quieres que este paciente pueda vivir cómodo, que puedan desaparecer sus síntomas y pueda adaptarse al mundo real.

 

¿Entonces, el enfoque freudiano era la cura?

El enfoque era a la cura y al Yo. Ahora, fíjate, en los 80s, Sandler se dio cuenta que esto de la identificación proyectiva y el uso de la contratransferencia que los kleinianos usaron desde el principio, tenía sentido. Entonces, él adaptó todos estos mecanismo kleinianos, les cambió el lenguaje en el marco teórico freudiano tradicional. Por ejemplo, en lugar de identificación proyectiva, ponerse en los zapatos del otro, la dramatización y todas esas cosas. Con Riccardo Steiner, kleiniano, había sido analizado por Herbert Rosenfeld, sin embargo, éramos grandes amigos y escribimos cosas juntos que, no quiero sonar petulante, pero tuvieron su importancia y repercusión, porque sirvieron para algunos proyectos de síntesis de la teoría.

Todo esto tenía sus repercusiones, la teoría tenía repercusiones en la técnica, pero también en la política. Por ejemplo, los presidentes de la Sociedad Británica tenía que ser de cada grupo, por dos años era el grupo intermedio, dos años el freudiano, dos años el kleiniano. Entonces, las directivas de la Sociedad Británica tenían que ser de acuerdo a los grupos. Había muchos más kleinianos que freudianos, pero igual no importaba el número de miembros que tengas, importaba que haya una rotación. Hace algún tiempo eso ha terminado, pero en mis épocas, así era.

Te digo, la teoría kleiniana era muchísimo más rígida en su traducción a la técnica: la importancia de la interpretación en el contexto transferencia-contratransferencia, el énfasis en el instinto de muerte, las interpretaciones más profundas; los freudianos: las interpretaciones hacia la realidad a través del Yo; y el grupo intermedio que tenía una diferencia en que no tomaban el instinto de muerte… eran los buenitos, siempre, que se acomoda muy bien a la demagogia psicoanalítica, creo yo, por eso es tan citado.

 

Me queda mucho más claro cómo se vivía en esa época, pero me pregunto ¿actualmente, qué significa ser freudiano?

Uy, actualmente, esas divisiones creo que han perdido su importancia. Eso se ve en que hace unos años se eliminó la rotación. Entonces, quien tiene más votos, gana y es presidente. Ese es un reflejo de lo que está pasando. Yo creo que esto que el grupo freudiano no tomaba en cuenta, que era, vamos a decir, ‘el tiempo solipsista’, la identificación proyectiva y esas cosas, a partir de los 90s, ya ha sido integrado gracias a los trabajos de Joseph Sandler y, a su vez, los kleinianos han dejado esa rigidez técnica. Es como si los extremos se han ido ablandando.

Ahora, lo que ha ocurrido es que para la Sociedad Británica todavía ‘análisis’ es 5 veces a la semana. No sé qué va a pasar en términos de la disposicón política en la Sociedad Internacional, pero psicoanálisis es 5 veces a la semana, 4 es una concesión especialísima para los países subdesarrollados, pero 3, eso ya es psicoterapia. Hay una gran campaña de la Sociedad Británica y de los ingleses para mantener eso, pero todas las sociedades de América Latina son partidarias de disminuir el requerimiento del número de sesiones y, por otro lado, la cosa de hacer análisis de distancia o por Zoom. Entonces, son áreas de debate que no tienen una solución en términos teóricos, tienen una solución en términos prácticos. Los brasileros, por ejemplo, si es que tú no tienes posibilidad de tener un análisis a distancia, simplemente no vas a tener candidatos. Otros dicen, ‘bueno pues, los que pueden pueden y los que no, no pueden’. Eso va a tener una solución política y eso es parte de los debates actuales. Es decir, ¿puede haber a distancia o no puede haber a distancia? ¿cuáles son las variantes técnicas? Todas son discusiones que yo veo discusiones políticas en lo fundamental y cada uno usa sus argumentos teóricos que son bamba.

 

Racionalizan

Racionalizan. Ahora estamos en una época de cambios de paradigma en muchas cosas y en esto también, pero primero se cambia la política, después se cambia la teoría y después la técnica o lo que sea.

 

Para usted es un momento de crisis en términos paradigmáticos lo que estamos viviendo

Estamos en una época de búsqueda de paradigmas

 

Ahora, un paradigma que está muy entrado en el debate del público psicoanalítico es el tema de lo relacional. Esta apuesta relacional que a veces puede incluso dejar de lado lo pulsional, ¿qué tanto está conversando con Freud y con los orígenes del psicoanálisis?

Mira, cada uno es entrenado en su época. Entonces, si tú me preguntas a mí, yo voy a decirte en lo que yo me siento cómodo, tomaré una cosita de aquí o allá de los adelantos, no tengo duda de usar Zoom para atender a algunos pacientes como en la pandemia. Ahora, si yo abro mi corazoncito ¿ya?, yo te digo, yo he sido paciente de psicoterapia y paciente de psicoanálisis, he sido psicoterapeuta y he sido psicoanalista y tengo que decirte que, para mí, no es lo mismo. También, algunos de los insights más maravillosos que he tenido, han sido con un pata tomando una chela. Extraordinario, pero la experiencia analítica que te da unos años yendo todos los días… no sé si es mejor o peor, pero es diferente. Ahora, a lo mejor eso desaparece, puede que desaparezca. Cosas que pueden ser buenas desaparecen, ¿vuelven a aparecer? No sé. Entonces, la manera en cómo se entendía el psicoanálisis u otra cosa que también se ha ido por la borda, la psiquiatría psicodinámica, ha desaparecido, buscas y no hay. Son cosas que eran muy útiles, pero ahora hay otras pues. Para mí, el recuerdo de esas experiencias eran buenas. Yo a estas alturas de la vida, no tomo pacientes hace muchos años, pero viene gente, mis pacientes de hace 30 años que me llaman y tengo un flujo de gente que viene después de décadas. Eso no es psicoanálisis, naturalmente, hago puestas al día y superviso, eso sí me gusta hacer.

 

Diván de Sigmund Freud

Consultorio de Sigmund Freud al llegar a Londres en 1938

 

¿Y en esas supervisiones cuánto de importancia tiene Freud actualmente?

¡Para mí, es! Eso es lo que yo hago. Entonces, qué pasa, si alguien viene a supervisar conmigo, sabe a lo que viene, si tú quieres otra cosa, vas donde otro. Ahora, no quiere decir que yo no me haya puesto al día, pero si tú me buscas, sabes lo que vas a recibir.

 

Por más que haya un contenido actualizado, hay un espíritu freudiano

Así es. Siempre ha habido antecedentes: Adler tenía sus ideas vinculadas a su orientación política e ideas socialistas; Jung también la cosa mítica con su romanticismo medio fachistón, ciertamente, pro-nazi. Entonces, hay de todo, pues. A mí, no me gusta, si a ti te gusta, ahí estas. Yo te vendo lo que yo tengo, no puedo brindarte algo que no [ríe].

El Freud que llevamos dentro

Mg. Olinda Serrano de Dreifuss | Coordinadora del Dpto. Freud del CPPL

Al conmemorarse el nacimiento de Sigmund Freud nos damos cuenta que cada uno de nosotros tiene una mirada muy personal y distintiva de su obra y aportes, incluso de su persona. Así, algunos dirían “para mí lo resaltante de Freud es su capacidad de pensar y preguntarse allí donde nadie lo había hecho, descubriendo el inconsciente”; o “su capacidad de cuestionarse  como un investigador infatigable”; otros dirán su “apertura clínica para interpretar el conflicto reprimido, dando posibilidad de análisis y cura por la palabra”; o la cultura y el arte como un genuino alivio a los padecimientos humanos; otros resaltarán su teoría sobre el desarrollo, la psicopatología y las herramientas terapéuticas. Habrá quien resalte sus cualidades de pensador teórico, clínico y social, tan científico como en “El proyecto”, tan cultural como en “El malestar en la cultura” o tan creativo como en “La Gradiva” o en “Leonardo”, y a la vez un formador del movimiento psicoanalítico, con los avatares que implicaba, y vigente en cada vez más lugares del mundo, interconectados.

 

En realidad, cada uno tiene su propio acercamiento y vínculo con Freud, desde las primeras lecturas, y sobre todo las primeras sesiones analíticas en el interjuego de ser paciente y tener pacientes. Luego vienen las experiencias de la formación: el reencuentro con Freud y sus seguidores en el espacio grupal y personal, siempre vivencial.

En este año especial, rendimos homenaje a “nuestro Freud”, al de cada uno/a, vigente y activo en nuestro interior, prestándonos escucha y reflexión en este tiempo particularmente complejo, como él también experimentó el suyo. Es nuestro deseo que podamos conectar y sentir a “nuestro Freud” en lo común y singular de cada uno y su momento personal y profesional. Les confieso que “mi Freud” en estos tiempos está muy ubicado en el Departamento del CPPL que lleva su nombre, y que tengo el honor de dirigir y buscar crecer y desarrollar con los exalumnos más destacados y motivados para trabajar en la institución. El Freud de los “caminos de la terapia psicoanalítica” (1919) que busca modos de extender el alcance del psicoanálisis a muchas personas adaptando las técnicas sin perder la esencia de lo analítico, siempre en reflexión y en diálogo con autores recientes, es el que nos acompaña y nos orienta. La pregunta psicoanalítica de quién es nuestro Freud de hoy, y cómo nos vinculamos con él, sigue en pie, felizmente.

Caricaturas: ¿Bullying o verdades?

Patricia León | Psicoterapeuta y Psicoanalista Egresada de la Sociedad Peruana de Psicoanálisis.

Recuerdo a un compañero de secundaria que tenía la habilidad, (en realidad el talento), de crear caricaturas. Nosotros, sus compañeros de aula, lo rodeábamos expectantes, mientras él, lápiz en mano con trazos ágiles y seguros, convertía a nuestros profesores y compañeros en personajes de creaciones e historias divertidas: lo admirábamos, lo celebrábamos, sintiendo también la ansiedad de convertirnos en sus modelos elegidos.
¿Eran sus caricaturas un bullying dirigido a los profesores, a nosotros sus compañeros y al sistema educativo? Las caricaturas son creaciones cómicas que sin duda enmascaran agresividad, pero que atraviesan un proceso de elaboración y creatividad y cuya intención es develar una verdad interior que puede ser vergonzante e incómoda, pero que guarda semejanza con el modelo real. Sus dibujos develaban nuestro interior, yendo más allá de la apariencia y, con la agudeza de su percepción, nos revelaba verdades sobre nuestra situación escolar que intuíamos, pero que solo al observar sus dibujos podíamos ver con claridad. El bullying en cambio, se trata más bien de descargas impulsivas y/o agresivas directas y con el objetivo de hacer daño al otro.
Algunos profesores frente a esto, se desconcertaban: ¿era arte, juego, burla, ataque?; otros, lo tomaban como la clara muestra de un alumno ocioso y otros, lo recibieron como un ataque a su autoridad. Estos últimos, se colocaron en lo que Jessica Benjamin plantea como una relación complementaria (víctima-victimario). Una relación así, empuja a resistirse o a someterse a ella, lo que deriva en medidas represoras.
Si, como parte de la enseñanza escolar hubiésemos considerado esas caricaturas como un emergente del campo inconsciente co-construído entre alumnos y profesores, y lo hubiésemos usado como un elemento con el que jugar y aprender entre los miembros de la comunidad educativa; quizás, hubiésemos practicado la introspección, reconocido la dificultad y valentía de conocerse a uno mismo, hubiésemos podido discutir sobre: las diversas maneras en que nos relacionábamos unos con otros, sobre cómo éramos mirados, sobre lo que nos angustiaba y tantas otras cosas más…Quizás así, mi compañero hubiese sido reconocido en su talento y como portavoz del grupo. Sin embargo, ésta no fue su historia, él decidió abandonar el colegio cuando repitió por segunda vez tercero de secundaria y, pasados los 30 años, falleció de una sobredosis de droga.
Escribo esto intentando imaginar mejores finales para otros jóvenes como él: jóvenes diferentes, que nos interpelan e interpelan la realidad.

“…si nos hubiera matado mejor hubiera sido pues”

Viviana Valz Gen – Psicoterapeuta

 

A 21 años, de la entrega del Informe Final (IF) de la Comisión de la Verdad y reconciliación (CVR) . Salomón Lerner, presidente de esta, nos recordaba recientemente, que con el IF, se vivía un momento de fundadas esperanzas, muchas expectativas por todo lo que había por hacer, nos imaginábamos esta gran tarea de aprender de lo vivido, poder crear condiciones para trabajar los temas de fondo. Sin duda uno de los más importantes en el campo de la salud mental.Dificultades y respuestas de los y las familiares de víctimas del conflicto armado interno en el contexto del COVID-19 (Parte I) - IDEHPUCP
No se trata de “atender”, únicamente a las víctimas, cosa que sigue siendo necesaria; la realidad nos imponía una revisión de lo que había sucedido durante el CAI, no solo ocuparnos de la justicia y reparación integral de las personas directamente afectadas, sino sobre todo abrir un espacio de reflexión, análisis como país, mirando la participación de todos, crear condiciones para una transformación orientada a trabajar los problemas de fondo del país: esta organización social y del Estado, hecha estructura psíquica en la mayoría de los peruanos y peruanas permitió, toleró, incluso negó hechos de tanta violencia.
Desde el psicoanálisis podemos aportar tanto en el logro de mejores condiciones de vida, identificar lo que aún nos falta por procesar psíquicamente como país, como colectivo y que se hace presente en los hechos de violencia, durante las protestas sociales (dic 22 – mar23): 50 civiles y un policía murieron, más de 1,400 gravemente heridas durante las protestas . El relato de las personas afectadas hoy nos recuerda los relatos durante el CAI. Sin duda mucho por hacer aún, no podemos aprender de lo vivido, de lo sufrido.
También vemos avances, dolorosos por el tiempo que ha transcurrido y la afectación en la vida de mujeres, cuya adolescencia les fue arrebatada, entre 13 y 18 años cuando fueron víctimas de abuso sexual, en manos de miembros del Ejército Peruano.
Este 19 de junio, se dictó la sentencia del caso Manta-Vilca, (Huancavelica). La justicia y el reconocimiento ayudan a sanar heridas, promueven bienestar. Pero desde una perspectiva psíquica, no podemos dejar de observar los 50 años, esperando, el daño emocional es fuerte y se ha constituido en parte de sus vidas.

La justicia condenó con penas entre 6 y 12 años de cárcel a 10 exmilitares procesados por violación sexual. Un veredicto histórico: “Se condena a los acusados por los delitos contra la libertad y el honor sexual, considerados de lesa humanidad”, sentenció el juez.
Las señoras de Manta y Vilca nos remiten a las vivencias de muchas mujeres, del cuerpo como un territorio de lucha, son usadas para someter a la población, para humillar a los hombres, infundir miedo, un mecanismo para ejercer el control. El cuerpo de la mujer como instrumento para humillar a un “otro”. El dolor y sufrimiento se incrementaron en muchos casos, por embarazos no deseados, niños y niñas nacidas en ese contexto.
Las mujeres, son especialmente vulnerables, un problema, aún vigente : la discriminación histórica y profunda de la mujer. La “naturalización” de la violencia sexual a las mujeres; hace aún más difícil abordar el tema, se constituye en un “secreto compartido”, se sabe que sigue sucediendo, pero no se habla de ello.
Hay que valorar la capacidad de respuesta y de organización de las mujeres, no se quedaron como víctimas pasivas de la violencia; muchas de las organizaciones de afectados son lideradas e impulsadas por mujeres. Tienen además una gran capacidad de empatía y disposición para el apoyo a otros.
La violencia sexual deja, huellas dolorosas en la autoimagen, la autoestima personal. Muchos fenómenos psicológicos concurren en la defensa de la integridad emocional, la cohesión del “sí mismo”, son frecuentes las vivencias de “dejar de sentir el cuerpo” o “verlo como ajeno” “desconectarse”, “no me está pasando esto a mí”, “esto es sólo una pesadilla”.
Dentro de la lógica de la cultura patriarcal, hay poco espacio para la afectación asociada a la incapacidad de vivir una sexualidad plena. Muchas mujeres sienten que su “ser mujer” les recuerda la humillación, el dolor, que el espacio en el que podían desarrollar experiencias y encuentros con el placer, con la ternura han sido invadidos y permanecen en muchos casos ocupados.
¿Cómo aportar a des estigmatizar a las mujeres como víctimas? Con reconocimiento y políticas públicas que muestren no solo respeto y empatía, sino resaltando sus capacidades de afrontamiento, resistencia y la acción transformadora de las mujeres víctimas y sobrevivientes de la violencia en Perú.

“No se puede concebir de antemano lo que va a suceder, porque es algo no vivido”

Entrevista a Verónica Zevallos, psicoterapeuta psicoanalítica del CPPL 

Por Giancarlo Portugal

En la presente edición de Asociación libre entrevistamos a la psicoterapeuta psicoanalítica Verónica Zevallos D’Brot, quien es egresada de la promoción V de la Escuela del CPPL y es actualmente profesora del curso Psicoterapia psicoanalítica vincular de pareja y familia. Justamente, la presente conversación se ha centrado en presentar este enfoque vincular y cómo es un aporte latinoamericano que, contrario a lo que podría pensarse, también es aplicable a la clínica con un solo paciente.

 

La teoría vincular es un aporte latinoamericano a la tradición psicoanalítica ¿correcto?

La teoría vincular parte de Argentina con Janine Puget e Isidoro Berenstein, por eso se le llama teoría latinoamericana. La relacional es norteamericana, pero a pesar de que ambas son intersubjetivas y que parten de Freud, también, tienen aspectos sustantivos que las hace diferentes. En lo vincular no es que yo estoy acá y tú allí, nos relacionamos, y después yo me llevo esto y el otro lo suyo. No, sino que emerge del estar con otro. No es diferenciable decir ‘yo’ y buscar mi esencia porque soy yo frente a un tú claramente diferenciado, de todas maneras nosotros nos vamos haciendo con otros. Entonces, cómo se puede decir ‘este es mi yo auténtico que nadie ha entrado’, no, no se puede hacer eso. Desde la teoría vincular se cuestiona esa idea de identidad, por ejemplo, y que no hay una posición en términos del lugar de un individuo que está acá y otro que está allá, sino que se usa el término ‘vincular’ como un artilugio para evitar esa medida que da a lugar el lenguaje.

 

El psicoanálisis se asocia, desde su nacimiento, a la idea de un solo paciente en la clínica. Desde su origen esa era la figura, pero luego ha habido innovaciones teóricas y prácticas, donde ya se incluía no solo el cambio en la frecuencia, sino si había o no diván por ejemplo. Incluso, sobre las interpretaciones si es que eran transferenciales o extra-transferenciales. Una de esas innovaciones era si era posible tener a más de una persona en el consultorio ¿Es realmente posible psicoanalíticamente?

A partir de una solicitud espontánea de una paciente que era de Janine Puget, que la dejó de ver y luego la paciente le pidió tener terapia con su propio esposo fue que aquella inició la terapia de pareja. Luego, se sumó Berenstein. Al principio empezaron con conceptos conocidos del psicoanálisis, estirándolos un poco y tratando de aplicarlos, que enganchen tal cual, pero la sesión individual es distinta a la sesión de pareja. De esto se fueron dando cuenta poco a poco. Eso implicó la necesidad de crear otros conceptos y otro entendimiento, buscar otro punto de partida: pasar de lo intrasubjetivo a lo intersubjetivo. Desde las bases del psicoanálisis es que parte lo vincular. Lo que pasa es que ya no se extiende el psicoanálisis individual hacia lo vincular, sino que enriquese a lo vincular. Lo vincular es el borde, no lo complementa, sino que lo excede al psicoanálisis individual.

 

La danza (1910) por Henri Matisse. Óleo (260×389 cm).

Uno de los conceptos importantes en este enfoque es el de la alteridad ¿Qué significa este Otro para la terapia vincular y qué repercusiones tiene para la clínica? Lo pregunto porque en la clínica la idea suele ser pensar que el paciente nos trae la representación de otras personas, pero son personas que no conocemos. En cambio, cuando hay más de un paciente en la clínica, muchas veces hay representaciones sobre las personas que están ahí en el consultorio

En una clínica donde hay más de una persona, las cuales tienen un vínculo, pero en una relación que no está andando, no hay una representación, porque están presentes. Entonces, el Otro hace tope a la representación, no puede ser lo que a uno se le ocurra, porque hay un Otro que tiene su propia palabra respecto a lo que se está mirando. La presencia también invita a reconocer que estando afuera ese Otro, tiene cualidades de un Otro que pueden complementarse, porque es necesario eso para enamorarse, para gustarse, pero también tiene un aspecto ajeno totalmente, no conocido, con lo que el uno no se puede identificar y que siempre va a estar allí… y es necesario que estén allí.

 

¿Dirías que esta alteridad presente fenoménicamente facilita el proceso desde nuestra posición como psicoterapeutas o, más bien, la dificulta?

Yo diría que la hace diferente. Si piensas la terapia vincular en términos identitarios sí va a ser bien difícil, va a ser una mirada de varias individualidades y a partir de estas dices ‘ah, ya, bueno, esto es lo que pasa’, pero, en la teoría vincular, pasas al pensamiento intersubjetivo donde lo vincular es lo que emerge como una cualidad del estar juntos, sabiendo que el Otro es un exterior, que no me pertenece. Son dos sujetos, cada uno con sus experiencias y su vida, pero al hacer un vínculo entre ellos – no es que están vinculados todo el rato, son momentos en que se vinculan – implica, en principio, un conflicto. Es distinto incorporar al Otro, identificándome con él porque lo deseo, que tener la obligación en el pertenecer porque el Otro está fuera de mí. Entonces, son dos sujetos que al momento de hacer este movimiento en su trato se van relacionando, crean algo, un producto, que no han vivido en otras ocasiones. En la película Una relación privada (Fonteyne, 1999), en un momento se tiene la fantasía de tener una relación donde nunca se conozcan y todo sea a partir del sexo, pero luego de eso va cambiando. No se puede concebir de antemano lo que va a suceder, porque es algo no vivido.

 

¿La teoría vincular se puede aplicar a una psicoterapia donde hay un solo paciente? Porque podría pensarse que está pensado solo para parejas o más de uno

Sí, sí se puede. Se considera que hay efectos de la cultura, porque, por ejemplo, el paciente no siempre llega tarde porque se está resistiendo. Podría ser por, por poner un caso, el tráfico por un alcalde al que se le ocurrió cerrar las calles. Eso es parte de la cultura. Un ejemplo que pone Berenstein: en uno de sus trabajos – un paciente que no era de él, era de un colega  – el paciente decía ‘huelo a quemado’ y el terapeuta interpretaba y el paciente seguía diciendo ‘huele a quemado’ y lo seguía interpretando, hasta que se voltea el terapeuta y se estaba quemando la cocina. Entonces, eso es incluir la cultura, lo externo, como parte de aquello que envuelve a la pareja terapeuta-paciente. Lo otro es escuchar… hace complicada la elección del terapeuta, porque uno puede escuchar y presentarse como un Otro-terapeuta o puede escuchar y seguir siendo espejo. Esa elección del terapeuta lo complica, porque tiene algo que hacer eligiendo lo que quiere hacer en ese momento, como interpretar o intervenir, si de esta manera, si me incluyo, si interfiero.

INFERTILIDAD Y DEPRESIÓN

Patricia León – Psicoanalista de la SPP y docente del CPPL

La infertilidad puede generar cuadros depresivos. La autoestima se ve afectada por culpas y reproches (“algo anda mal en mi cuerpo…en nosotros-como pareja”, “soy menos que las otras mujeres”, “no debí esperar tanto tiempo”), así como por la pérdida del objeto deseado, el hijo (a) anhelado que cada mes, una y otra vez, no llega.

La infertilidad confronta a la mujer con el mandato biológico, cultural, social y familiar de tener hijos. Cada caso de infertilidad está atravesado también por la biografía y cómo no, por los deseos (de unión-fusión y trascendencia con la pareja, con el deseo de convertirse en padres y más) y fantasías inconscientes (reparar la propia niñez, ser tan o más fértiles que los propios padres, comprobar que las fantasías inconscientes de daño y destrucción hacia la madre y hacia uno mismo no son reales y más) de la mujer y de su pareja. Sin duda, la historia de infertilidad es atravesada por la relación con el cuerpo: con su complejidad y misterio; con su presencia y poder permanente, silencioso y gravitante en la vida; vivido como un aliado o un enemigo.

Actualmente, algunas mujeres (con recursos económicos) pueden acceder a los tratamientos de reproducción asistida alimentando así su esperanza, aunque también añadiendo una tensión aún mayor y más compleja a la vivencia de la infertilidad.

Por todo esto, diríamos que la mujer se ve jaloneada entre su soma y su psique. Sus deseos versus la realidad de su cuerpo.

La sensación de intervenciones médicas que invaden la intimidad física y sexual (extracción de óvulos, controles de ovulación, etc), propuestas cada vez más diversas y complejas, como: donación de óvulos o esperma, fertilización in vitro, embriones congelados, vientres de alquiler que colocan a los involucrados en dilemas incluso morales o religiosos o en la necesidad de pensar y decidir si seguir intentando y por qué, así como con la necesidad de poner un límite y definir hasta cuándo. A la decepción y el dolor de no lograr el embarazo deseado se le sumará la posibilidad de perder cada implante de embrión y, luego, sin mediar duelo de por medio, seguir intentando.

División entre psique y soma, una mujer partida en dos o más pedazos. Winnicott nos dirá que el soma y la psique son una unidad, pero, en cada mujer y/o pareja, la infertilidad es como llevar un divorcio a cuestas.

En la práctica, la medicina y el psicoanálisis tienen el reto de intervenir de manera integrada y no de manera escindida. Los médicos especialistas en fertilidad necesitan saber cuánto demanda emocionalmente atravesar estos tratamientos y el psicoanalista necesita reconocer la realidad del soma y no “interpretar” con ligereza por ejemplo que los abortos son un rechazo inconsciente hacia la maternidad, alimentando así tanto la baja autoestima como el sentimiento de culpa en la mujer.

¿Cómo acompañar un deseo, así como un dolor tan íntimo, profundo, múltiple e inefable? Por supuesto, con nuestras herramientas clásicas, pero añadiendo que nuestra misión y tarea está en cómo ayudar a crear internamente un espacio generador de VIDA: la de la mujer, la de la pareja y también la posibilidad de crear y dar vida biológica o no, a un Otro. En mi experiencia, la literatura también vino a mi rescate, años atrás con la obra de teatro de García Lorca “Yerma” y hace poco con la lectura del libro “Infértil” de Rosario Yori.  Ambos autores logran poner en palabras lo que de otro modo “solo serían balbuceos” (como dice R. Yori). Escritores que transformaron el dolor humano en un acto creativo, ¡lleno de vida!

¿Qué dirían ustedes?

 

“La crítica es importantísima, porque la crítica es la que nos lleva a replantear las cosas que hemos vivido”

Entrevista a Luis Herrera, psicoanalista didacta de la SPP y docente del CPPL

Por Giancarlo Portugal

 

En esta, la primera entrevista de Asociación Libre, conversamos con Luis Herrera Abad, referencia del psicoanálisis en el Perú. El también docente del curso de Psicoanálisis y cultura del CPPL expresa en el presente diálogo no solo vocación por la necesidad de lo social e intersubjetivo en la teoría y clínica psicoanalítica, sino que también expresa cómo de importante es pronunciarse críticamente sobre la realidad de la nación siendo psicoterapeutas.

 

Profesor Luis Herrera, muchas gracias por aceptar ser el primer entrevistado del boletín Asociación Libre. Quería empezar preguntando ¿Por qué consideraría que es importante relacionar al psicoanálisis con la cultura y nación de un país?

Varias razones, pero algunas más importantes que otras. Quizá la más importante es que el psicoanálisis no es – como se creyó en un momento – un estudio del individuo. Es un estudio de psique y no es posible definir la psique sin el intercambio social, sin la sociedad. Entonces, el hombre siempre es un hombre con un otro, nunca solo. De ahí que haya necesariamente que revisar la psique en términos de las relaciones que el hombre tiene con sus instituciones, con otros hombres, con uno mismo, etcétera.

Ahora, eso es un reto, porque Freud ya había señalado que hay tres grandes fuentes de angustia: la naturaleza, el propio cuerpo y el otro. Esta última es la más difícil de poder manejar, porque es donde surgían todos los conflictos, todos los problemas, básicamente. Es decir, surgían en las relaciones entre seres humanos, por lo que hacía indispensable mirar al ser humano en relación con otros.

Allí, se extendió la idea de que el psicoanálisis es una herramienta que también tiene que tomar en cuenta a la colectividad humana. Como decía Castoriadis, el hombre es, a la vez, un colectivo humano. El ser humano está precisado a incorporarse en grupos y, al incorporarse, tiene que renunciar a sus propias demandas individuales para poder hacerlas colectivas. Eso trae dificultades y beneficios.

 

Justamente, en la tradición psicoanalítica ha habido cierto debate de si es posible hacer un traspaso de una conceptualización de la individualidad psíquica a lo intersubjetivo y empezar a hacer reflexión de una colectividad ¿Usted ve problemático este salto?

Lo que creo es que el modelo que tenemos sigue el modelo psíquico freudiano y la idea es que el ser humano tiene que ser visto, primero, desde su origen biológico, el cual ya es algo que supone un intercambio con otros. Luego, la ruptura con ese desarrollo biológico, que hace que aparezca más el conflicto humano. Tras ello, la aparición de las instituciones que son las que ayudan al ser humano a seguir construyendo algo más allá de lo estrictamente biológico. Eso ‘más allá’ de lo biológico es – si se quiere – energía, como ha hecho Freud con la sexualidad: la sexualidad es una gran energía, no habría cultura sin sexualidad y, de igual forma, no habría cultura sin pulsión de muerte. La conjunción de ambas – Malestar de la civilización – es la que da una idea más cabal del ser humano.

Cuando Freud, en sus inicios, se dedicó básicamente al individuo y aparecen – de ahí mi afición a la obra cultural de Freud – poco a poco los otros hombres, ve que tienen un papel fundamental. Por ejemplo, la aparición de la guerra. Y en Totem y tabú, que es el origen prácticamente de la obra cultural de Freud, está empeñado en descubrir cómo el hombre pasa del estado salvaje al estado civilizador. Entonces, por ahí creo que va el asunto, el punto no puede separarse. Por ello, hay una necesidad de hacer psicoanálisis de la cultura.

Gran grupo de personas caminando por la ciudad Concepto de vida urbana

¿Y en esa línea, pensándolo ya no como tradición psicoanalítica en general o globalmente, sino desde el Perú, con nuestros conceptos qué podemos decir del país?

Bueno, lo primero que podemos hacer es hablar, denunciar las cosas que nos parecen mal y plantear posibilidades de respuesta. Es decir, intentar mantener la esperanza, porque sin esperanza no hay ser humano tampoco y al mismo tiempo que mantener la esperanza, mantener la actitud crítica. Si el ser humano en su educación temprana no se ejercita en la crítica va a quedar disminuido para poder hablar con otros seres humanos críticamente sobre lo que le sucede. La crítica es importantísima, porque la crítica es la que nos lleva a replantear las cosas que hemos vivido.

Nosotros desde el Perú, lamentablemente no tenemos una historia real salvo una que otra cosa publicada por algunos historiadores – entre ellos La historia de la corrupción (Quiroz) – pero nosotros no hemos hecho lo que los psicoanalistas llamamos un duelo por nuestra historia. Entonces, como no hay un duelo, la gran oportunidad la hemos dejado postergada a través del Informe Final de la Comisión de la Verdad. Ahí teníamos datos muy valiosos que se han quedado despreciados por gente que no le interesa o que no le conviene recoger lo que sucedió realmente en el Perú. Entonces, por ejemplo, ahí tenemos un trabajo que hacer, porque nosotros somos recolectores de historia también y sin historia es bien difícil darle una lectura.

 

Con respecto al momento actual del país, pensando en este hablar, en este duelo al que usted refiere ¿diría que estamos en uno de los momentos más difíciles de las últimas décadas?

Sí. Bueno, el mundo, primero, está atravesando por una crisis hace ya tiempo, sino que lo digan los mismos psicoanalistas y que nos den el dato de cómo así sus consultorios son llenados por personas que están en situaciones de depresión o, en lo que Bleichmar, llama el malestar sobrante, ese malestar que queda de todas las cosas vividas y que no han sido elaboradas. Nuestra historia – insisto – no ha sido lo suficientemente elaborada.

Entonces, sí creo que en el Perú la cosa es seria. Tenemos que buscar rehacer esa historia, que a mí me la enseñaron y no me sirve para gran cosa la verdad. No solo hay que saber que eran 14 incas que uno no recuerda si le preguntan, hay que saber qué hicieron en provecho por el Perú. Yo recuerdo siempre en un trabajo haber colocado un yaraví que se llama ojos de piedra, de un autor joven, Pinto. Es un hombre que pasa por Ayacucho, después de que Ayacucho está convertido en una enorme colección de muertos y sangre y dice “Del grito de libertad/Que por las costas se oyó/Hablan los himnos en vano/Ay ay ay ay/Yo no sé quién lo gritó//Ojos de piedra tuviera/Para poder resistir/Y aun cuando más me doliera/Ay ay ay ay/No los dejara de abrir”.

No hay mucha idea de patria o patria para algunos es un ‘¡Arriba, Perú!’ o un equipo peruano que está último en las eliminatoria. Somos malos, pero ‘somos buenos’ cuando hay un partidito que empatamos. Hay una idea absurda, una sobrevaloración en cosas que no tienen por qué serlo y la educación no es crítica, es un desastre y con este Congreso, peor todavía que se han tumbado las reformas que pretendían cambiar la educación. Por ejemplo, Con mis hijos no te metas con esa fanfárrea absurda que es lo contrario a la crítica. En fin, podemos escuchar a representantes de la patria, incluso, algunos les llama ‘padres de la patria’, gente que con las justas llega al lenguaje, que no está preparada para ser padres de la patria, realmente, que solo piensan en su bolsillo y ahora se están anulando todas instituciones para quedarse, lo cual es un desastre más. Entonces, el peruano, en relación al Perú, es apretado por la sensación de incertidumbre, que es una suerte de cáncer. Yo no sé por quién votar, por ejemplo, no tengo idea y en las últimas votaciones he votado en contra.

 

Aprovechando el tema de las votaciones, ¿usted diría que tendría que haber más relación entre psicoanálisis y el Perú o el psicoanalista y psicoterapeuta tendrían que abstenerse?

No, no, no. No tiene por qué abstenerse, eso es lo que ha hecho siempre, encerrarse en su consultorio, entonces, no ve nada más que cuadros clínicos y cosas por el estilo, sin considerar que la mente humana, para poder funcionar como mente humana, requiere de un marco social. Entonces, se olvida de eso y ya nos quedamos con solo pacientes, cuando estos a veces se transforman en personas que han tenido que pasar por situaciones muy difícil y que han tenido que sobrevivir, entonces son más damnificados que pacientes. En la época de Freud eso no se dio, pero después sí. A mí, por eso me gusta la escuela francesa, porque van a eso directamente.

El Adulto Mayor

Lourdes Schutte – Psicoterapeuta Promoción 35

Con mis años ya corridos, como fichas de escolaso.
Sin haber tenido nunca un buen puerto donde anclar
Así crucé por la vida, llevando siempre a mi paso
La esperanza de que un día me llegase a acomodar

(Campaneando La Vejez. E. Escaris)

Gretta, con sus 78 abriles, ingresa por primera vez al consultorio, con rostro incrédulo y pasos cautelosos se asoma, identifica el lugar que la espera y se sienta diciendo: “haber pues… no sé si se pueda hacer algo pero acá estoy. Porsiacaso no vengo por mi, vengo por mi hija. Ella y yo no nos llevamos bien, aunque no vivimos juntas cuando nos vemos o hablamos alguna discusión aparece. El problema es mi hija. Ando con la rodilla medio mal pero en fin a mal tiempo buena cara …” “Vivo sola ¿qué más puedo decir? no podría vivir con nadie más, claro que mi casa quedará para mi hija cuando yo me vaya a la otra. El otro día fui al velorio de un amigo, él estuvo muy triste desde que dejó de trabajar…” – Gretta relata con minuciosidad cómo y cuando conoció a su esposo, deja correr sus recuerdos, detalla diversas escenas de su vida, casi al final de la sesión aclara: “recuerde que el problema no soy yo sino mi hija…”Así afecta la soledad al cerebro de las personas mayores

Las viñetas de los adultos mayores suelen tener la particularidad de incluir temas que abrazan añoranzas, recuerdos, preguntas, reflexiones y preocupaciones propias de la longevidad. Infaltable los refranes y el lenguaje adornado para tocar temas tan complejos como la enfermedad y la muerte. En ocasiones hasta las resistencias y defensas transitan con aires de naturalidad como si se preguntaran ¿qué más se puede perder?

La atención puesta en otros parece ayudar a iniciar un amplio despliegue de contenidos, especialmente si traen en mente a un familiar cercano. Gretta trae a su hija en mente, algo la confunde, por un lado parece querer pedirle que la visite, la llame, la salude, que esté para ella cuando la necesite y a la vez no quiere ser mirada como una niña solitaria, dependiente e indefensa.

Los temas acerca de las enfermedades o el deterioro del cuerpo es otra forma de expresar que el cuidado continuo es una necesidad, las visitas a los médicos son más frecuentes. La preocupación aparece tanto al recibir diagnósticos como al continuar con tratamientos “de aquí en adelante” y a “no olvidarse” de tomar la medicación indicada. Las mesitas de noche se van llenando de recetas y de apuntes de próximas citas. Los cuidados ocupan el día a día.

Un recorrido hacia atrás detiene sus recuerdos en alguna pérdida o en aquello que no pudo ser. La muerte de amigos y familiares los remite a pensar y vivir su propia muerte, tal como describe Alizade (1995) “Vivir la muerte quiere decir aproximarse en estado de vigilia, de curiosidad lúcida, a una experiencia que no es nunca la experiencia de la muerte misma sino más bien la experiencia de las vivencias de los tiempos previos a su advenimiento”. La posibilidad de “irse a la otra” como dice Gretta, está latente.

Los adultos mayores suelen asociar la dedicación puesta en el trabajo, a lo largo del tiempo, con la forma en la que llegaron a la jubilación.  Las organizaciones, por su parte, colocan su atención en los procesos de selección y evaluación del desempeño laboral, al acercase la etapa de jubilación del personal, en el mejor de casos, suelen preparar un agasajo protocolar, sin tomar en cuenta el impacto que podría evidenciarse en el trabajador después de la desvinculación. Esta etapa podría direccionarse, a través de procesos que permitan acompañarlos en la elaboración de un organizado plan personal de vida. El que estaría encaminado a que el jubilado o jubilada continúe poniendo sus facultades en aquello que desea hacer o que ha sido postergado. Se trata de entrelazar las posibilidades con sus intereses y prioridades.  Así se podría evitar que personas, como el amigo de Gretta, sufran un decaimiento en su salud emocional a partir de la pérdida del trabajo.

Es importante transparentar la viabilidad de iniciar un ciclo fructífero durante la vejez, que permita encontrar un orden y además ir descubriendo una visión flexible para lo que se quiera ir integrando de la vida misma, es una oportunidad que provoca, dentro de todo, también ilusión. Recordemos que “La madurez biológica es un buen tiempo para el advenimiento de la madurez psíquica” Alizade (1995).

 

 

“¡Un psicoanalista no se jubila nunca!”

Jorge Gorriti – Psicoterapeuta Promoción 36

Es una frase de Asbed Aryan, psicoanalista de origen egipcio criado y formado en Argentina. Ante la repregunta responde: “Ser psicoanalista es más que ejercer una profesión, un trabajo…es una manera de ser en el mundo.” Psicoanalista Jacques Lacan: teoría psicoanalítica Lacaniana

La evidencia de lo dicho nos la ofrece Sigmund Freud quien trabajó hasta la noche anterior a su muerte (entrevista con CS Lewis) a sus 83 años. Tenemos también a Wilfred Bion cuyo último libro “Memorias del futuro” fue publicado poco antes de su muerte a los 82 años; Jackes Lacan dicta charlas y seminarios hasta un año antes de su muerte a los 80 años; André Green publica “L’espérance” a los 84 años y muere a los 85; Donald Winnicott publica Realidad y Juego a los 75 años, edad en la que fallece; “Envidia y gratitud” de Melanie Klein es publicada a sus 75, tres años antes de su muerte.  Otto Kernberg a sus 95 años sigue publicando: “Envidia, odio y la misión de la psicoterapia: explorando la mente negativa (2023)”.

Desde el grupo Adulto Mayor del CPPL, con ocasión del XII Congreso de FLAPPSIP, entrevistamos al psicoanalista uruguayo de 87 años Marcelo Viñar  y le pedimos que nos diga qué piensa sobre la jubilación como ese acontecimiento que para la gran mayoría marca el fin de una vida laboral y el inicio de una nueva e incierta etapa. Marcelo empezó hablando de la vida como ese camino impredecible que nos posiciona ante el horizonte de la muerte y evocó a su padre quien ante esa misma pregunta respondió: “que sentía que sus 70 años eran un momento glorioso, porque él era un millonario en experiencias, un millonario en recuerdos y evocaciones. Es decir, que transformó la pregunta que lo polarizaba o que lo depositaba en un lugar de dolor, hacía un lugar de celebración, de festejo”

Y luego nos habló de su vida, de sus nietos, de su declinación física, de sus cada vez más escasos pacientes: “claro ahora hay que dejar los casos graves, hay que buscar jóvenes impetuosos para que se hagan cargo. Y si uno tiene suerte, ese joven que recibió al paciente nos pide una supervisión”. Marcelo soltó dos frases que terminaron dando título a la entrevista: “Vivir la vida vale la pena… pero… sería terrible que el hombre fuera inmortal”.

Fuimos a preguntarle por la jubilación pensando en ese momento crítico, de quiebre, en el que el cese del espacio laboral marca el hito hacia la declinación y a ese sentimiento de inutilidad y de carga en el que nuestra sociedad moderna y capitalista coloca a sus jubilados. Y Marcelo desde sus 87 años de psicoanalista activo, que acude a conferencias, que da entrevistas; nos responde, que de la vida uno no se jubila.