Paula Escribens[1]
¿Sigue siendo vigente el pensamiento de Melanie Klein? ¿Por qué es importante leerla en la actualidad? Resulta peculiar encontrarme escribiendo este texto; si me pidieran que me defina como afín a alguna de las escuelas psicoanalíticas no me definiría como una kleiniana. Sin embargo, pienso que Klein fue una gran pensadora psicoanalítica y una gran clínica, cuyos aportes transformaron el pensamiento psicoanalítico de una forma definitiva. Trabajo con niños, adolescentes y adultos y desde mi experiencia clínica en el consultorio, no sería posible pensar en el análisis de niños como lo concebimos hoy sin los aportes de Klein, quien transformó definitivamente la técnica con niños, llevándonos a algo que en su momento era impensable, interpretar la transferencia en niños muy pequeños. Sin embargo, mi experiencia me dice que esto no solo tiene efectos transformadores en los niños, sino que es imposible pensar la clínica infantil sin esta herramienta.
Pienso que uno de los logros más complejos de alcanzar en el desarrollo psíquico es el de la integración, característica central de la posición depresiva. A su vez, quizá lo más retador de la posición depresiva no sea el acceso a la integración, sino la elaboración de todo lo que este estado implica. Es por eso que muchos analistas kleinianos han desarrollado miles de textos sobre las dificultades técnicas que uno encuentra cuando el paciente asoma a la posición depresiva. Quizá lo más complejo sea elaborar todo lo que implica la tolerancia de la dependencia, tema además muy actual si pensamos que como individuos vivimos inmersos en una sociedad capitalista que nos vende permanentemente la idea de que todo se puede lograr a través de recursos económicos, casi sin necesitar de nadie más que de nuestro dinero. Podemos soñar con ser eternamente jóvenes, por ejemplo, también, con ser felices inmediatamente y creer que solo depende de nosotros mismos, frase que vemos repetida cual mantra en los últimos tiempos. Sin Klein no podríamos pensar la dependencia objetal como un logro y como algo dificilísimo de sobrellevar psíquicamente. Ella nos propone que la integración implica no solo reconocer al otro como alguien integrado, con sus aspectos buenos y malos, sino sobre todo reconocernos a nosotros mismos de forma integrada, lo que nos llevaría a hacernos responsables por aquello que le hacemos al otro y a los otros. Parte de devenir sujetos implicaría que asumimos una responsabilidad subjetiva por aquello que le hacemos a los otros inclusive en nuestra fantasía, donde somos libres, pero a la vez responsables de nosotros mismos. Parte de elaborar la posición depresiva implica también la elaboración de la dependencia objetal, lo que supone que nos reconocemos como dependientes de los otros significativos. Esto pasa por las personas que son importantes para nosotros, pero también por el reconocimiento de cuánto dependemos del entorno en el que vivimos y de la naturaleza a la que venimos destruyendo sistemáticamente. Renunciaríamos así a nuestra omnipotencia infantil y con ello se sucederían una serie de experiencias en las que tenemos que poder reconocernos como necesitando de otro. Ese otro a su vez podría estar o no disponible para nosotros, podría en algunos momentos no querer estar con nosotros y con ello dejarnos excluidos, o inclusive podría morir o desaparecer de nuestras vidas. Sabernos dependientes del otro y que nuestro amor al otro sea lo que más vulnerable nos hace no es un aporte de Klein, lo decía ya Freud cuando proponía que era una de las razones, quizá la más potente, por la cual renunciamos al principio del placer. Sin embargo, Klein hace énfasis en la importancia de renunciar a nuestra omnipotencia y poder reparar al otro, ese que hemos dañado, en la fantasía y en la realidad.
No podríamos contar con la herramienta de la contratransferencia –o quién sabe, quizá sí, pero no de la misma manera– si ella no hubiera creado la noción de la identificación proyectiva. Podríamos pensar en Winnicott mismo, quien, en muchos de sus aportes teóricos y clínicos, construye y propone ideas que también han transformado el trabajo clínico; muchas de estas son respuestas a sus diferencias con Klein, quien fuera su supervisora por muchos años. No sabemos si Bion hubiera sido el genial Bion que aportó con su noción sobre la parte psicótica de la personalidad y la vuelta que le dio a la noción de identificación proyectiva, llevándonos a pensar el trabajo con pacientes psicóticos como algo posible de ser pensado y llevado a la práctica, si no hubiera sido paciente de Klein y seguidor de la escuela kleiniana. Pienso que conocer los planteamientos de Klein es casi un deber, para poder discrepar con ella y cuestionarla, a la vez que reconocer los aportes tan geniales que nos dejó al pensamiento psicoanalítico y a la clínica específicamente.
[1] Psicoanalista de la Sociedad Peruana de Psicoanálisis, egresada de la formación de niños y adolescentes por la misma institución. Licenciada en Psicología Clínica por la PUCP, con estudios de posgrado en género por la misma universidad. Magister en Temas de Raza, etnicidad y estudios poscoloniales por la London School of Economics. Ha trabajado con mujeres víctimas de diversas formas de violencia y actualmente se dedica a la práctica clínica y docencia.