Enma Quispe – Terapeuta en formación Promoción 38.
“La infancia dura poco pero dura siempre”.
(Salmón, 2014)
Me gustaría poder mirar una parte de la población infantil, que no la pasan tan bien como se espera. Niños que por alguna razón viven situaciones, que no se deberían seguir permitiendo, ya sea por acto o por omisión.
Convencida que desde la formación en la que estamos inmersos, podremos aportar un granito de agudeza y de dulzura para poder formar una mirada adulta que los cobije y los acompañe en su proceso de desarrollo.
En nuestro país, con la huella de la pandemia, atravesando a toda la población, los más afectados, me atrevo a decir, son los niños y las niñas. Los más frágiles. Tantas veces pasan por desapercibidos, invisibles en medio de las preocupaciones, de las prisas y de las indiferencias en una sociedad de adultos.
Las infancias son siempre responsabilidad de todos, en nuestras manos de adultos están sus vidas. Se reflejan en nuestras miradas, expectantes de aquello que podemos mostrar para su tierno corazón. Nuestra catadura moral se mide en el trato a los más indefensos. No hay visión más cautivadora que la sonrisa confiada de estos pequeñitos y no hay más inmenso llamado a la piedad que el dolor expresado en el llanto de un niño. “La misericordia, la compasión, la solidaridad tiene rostro menudo, talla corta cuerpecito indefenso y voz infantil” (Carvallo, 2003).
En los niños se muestra de manera rotunda nuestra esencial vulnerabilidad; porque para vivir, desarrollarnos, para ser, dependemos durante años del cuidado de otros, de su sensibilidad para percibir nuestras necesidades, reconocer nuestras demandas e impulsar nuestros sueños.
Sé que no existe solución inmediata. Sin embrago desde el psicoanálisis podemos pensar estrategias para ayudar a construirles un mundo más amable, para narrarles cuentos y no historias de terror. Para que encuentren en el juego su modo de construir el mundo, de entender lo confuso de este lugar que transitamos, que su sonrisa y su llanto sean contenidos siempre por adulto suficientemente bueno.
Recordemos que son ellos y ellas quienes nos piden entender sobre todo sus lenguajes silenciosos. “Miramos el mundo una sola vez, en la infancia, el resto es memoria”. (Glück, 2020).