41 años al servicio de la salud mental

Algunas reflexiones sobre los afectos en la elección vocacional

Mg. Daphne Gusieff Torres- Psicoterapeuta psicoanalítica.

 

Partimos de considerar a la vocación como un camino de búsqueda, y no como revelación o construcción segura. La vocación entendida en este sentido, como algo que se va construyendo, deconstruyendo-reconstruyendo a lo largo de la vida, como algo que se mantiene pero que también cambia y podemos desarrollarla, enriquecerla y reorganizarla. Es importante devolverles a los estudiantes el protagonismo de su propia elección, considerándolos actores de su propia vida (Rascovan, 2009).

La labor de orientación vocacional es fundamental, en diferentes momentos del desarrollo evolutivo. Proponemos que el abordaje de una orientación vocacional en el campo psicoanalítico debe procurar comprender el conjunto de necesidades personales que, en la fantasía o en la realidad, satisface la carrera. A fin de comprender cómo opera y en qué consiste dicho conjunto de necesidades en cada persona, es necesario analizar el rol de los primeros vínculos, del sistema familiar y de los procesos identificatorios en cada paciente. A la vez, es preciso considerar que las necesidades a ser satisfechas operan bajo el marco general de la satisfacción pulsional (Gusieff, 2016)

A decir de Bohoslavsky (1984), el adolescente que decide y acepta crecer, de cierta manera “destruye” y rompe con la estructura del grupo familiar. De esta manera da el primer gran salto para su independencia del grupo familiar. Esto supone una reestructuración enorme no sólo de sí mismo sino también de todo el grupo familiar, lo cual constituye razón suficiente para generar en él sentimientos de culpa. Sin embargo, aun cuando es cierto que destruye, también es cierto que al elegir se convierte en el depositario del rol reparatorio de la estructura familiar. Este rol reparatorio es asumido por los miembros del grupo familiar en forma alternada o estereotipada, según sea el grupo, pero siempre es el adolescente quien lo asume al elegir la carrera. Así, toda la familia estará pendiente de la elección del adolescente, porque de manera inconsciente coloca sobre este la reparación de todo el grupo, es decir, de las heridas previas en el funcionamiento o la historia familiar (Bohoslavsky, 1984). Me permito agregar que las familias pueden desarrollar naturales resistencias hacia los cambios que implica un proceso de reparación. En este sentido, la negativa de algunos padres a aceptar algunas carreras, si bien pueden ocultarse bajo los trajes de aspectos socioeconómicos, podría encontrarse ligada al temor de la familia de que uno de sus miembros, a través de su carrera, denuncie, cuestione u otorgue una mirada distinta y profunda a la dinámica familiar (Gusieff, 2016).

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