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UN BANQUETE PARA LA PROMOCIÓN 39

Dr. Luis Alberto Suárez Rojas – Doctor en Antropología y psicoterapeuta en formación de la promoción 40 del CPPL

 

A continuación queremos compartir con ustedes el discurso que Luis Alberto Suárez preparó y leyó el pasado 13 de Diciembre, como parte de la ceremonia de graduación de la promoción 39 del CPPL y clausura del año académico 2025 de nuestra Institución.

 

 

En el 390-380 a. c., Platón, en Gorgias, recuerda que Homero confirma que Ticio, Tántalo y Sísifo fueron condenados en el Hades a castigos sin fin. En el mundo griego, ellos se convirtieron en tres ejemplos paradigmáticos de condenados eternos. Según los vio Odiseo en el canto XI de la Odisea (verso 576), a Ticio le devoraban el hígado dos buitres; Tántalo moría de sed en medio del agua, sin poder alcanzar los frutos que pendían sobre él; y Sísifo empujaba incesantemente hacia arriba una gran piedra que, al llegar casi a la cima, volvía siempre a rodar hacia abajo.

Con esto en mente, me siento en la convicción de creer que, como psico­terapeutas psicoanalíticos en formación, estamos fuertemente intersectados por las implicancias dolorosas de la repetición como forma de síntoma. Quizá, ahí están, justamente, en Ticio, Tántalo y Sísifo, las figuras arcaicas de la compulsión a la repetición: formas primordiales del sufrimiento y del dolor psíquico expresada como una pesada condena, como una declinación del ser, como la única manera —a veces la única posible— de vivir y de sentir el mundo. Como en el caso de “El Hombre de las Ratas” (Ernst Lanzer) cuando “Pone y saca la piedra”.

Aquí, nuestra formación no nos hace inmunes; más bien, gracias a esa escucha atenta, nos vuelve más sensibles y conmovidos ante la vivencia de la repetición como un destino trágico amalgamado en el trauma, ya sea como un agujero inasible o como un desamparo universal. Con Freud en la mente, cuando estamos con un paciente, ahí estamos en la escena de una vida en la que el sufrimiento ocupa un lugar trágico e incluso con matices siniestros, como un destino que insiste en repetirse, una y otra vez.

Después de 2,400 años, el psicoanalista italiano Massimo Recalcati le da un giro al mito de Sísifo y sugiere que la vida contemporánea parece traer la repetición como imperativos, obligaciones y productividad sin pausa: repeticiones vacías donde el sujeto siente que “la piedra siempre vuelve a caer”. Para Recalcati, la roca es la tarea, el esfuerzo que no para, que no se colma; así, nuevamente, emerge el destino trágico. Pero, en su giro, Recalcati subraya que no se trata de una condena ciega, sino de un lugar donde el sujeto puede encontrarse con su propio deseo, más allá de la compulsión del superyó capitalista que exige “quererlo todo” y “sin límites para el yo”.

En este devenir como psico­terapeutas psicoanalíticos, se ha enfatizado la importancia de revestir nuestro entrenamiento con empatía, contención, apertura; de sostener el no-saber y movernos más allá del supuesto saber; de permanecer atentos a los afectos que circulan, a la retórica y a los ritmos de la palabra, a las metáforas y metonimias del discurso. Ante la angustia y la confusión que llegan al consultorio, quizá podamos decir, en nuestros fueros internos: “No se preocupe, Usted puede venir a la sesión y también la pesada roca de Sísifo”. De-venir-juntos, para quizá comprender ese dolor y sufrimiento, para darle un nuevo sentido o simplemente atravesarlo; en fin, para “dejar rodar” la piedra de Sísifo y seguir el camino. Pero esto implica sostener, encontrar un espacio, dar lugar a la regresión, y abrir un camino para hacer circular los afectos y pensar.

Qué importante ha sido, y continúa siendo, no una formación centrada en la disputatio medieval, sino en el trabajo artesanal y en el diálogo pedagógico humanista y tolerante de la diferencia: un proceso vivo, centrado en la relación aprendiz–maestros (en plural), formando–supervisor–analista, donde la palabra, el silencio y el deseo pueden encontrar su lugar.

Hoy estamos reunidos para despedir a la Promoción 39 y para festejar, en este banquete simbólico, el devenir de nuestros amigos y colegas psicoterapeutas psicoanalíticos. Este encuentro, es un gesto de reconocimiento, de gratitud y de profunda celebración del camino que han recorrido. He tenido la oportunidad de compartir los espacios de supervisión de varios de los miembros de la Promoción 39, y cada uno de ellos ha mostrado con humildad, cómo el antiguo “furor curandis” va mutando hacia un manejo más sensible de la atención flotante, de la abstinencia, del saber esperar, del sostener con la presencia y con la palabra. Y me siento, honestamente privilegiado de haber sido testigo de esa transformación.

Y en medio de estos mitos, de estas repeticiones y de estos destinos, he tenido el privilegio de ver cómo ustedes, en su formación, transforman como el trabajo de artesanos estas “pesadas rocas” en “senderos transitables”.

De igual modo, quiero reconocer y agradecer a todos por este maravilloso XXI Congreso “Tensión y conflicto: psicoanálisis en tiempos de polarización” que la Promoción 39 nos regaló a la comunidad de formandos de nuestro centro. Es verdaderamente notable su empeño, su entrega, su compromiso. Aunque sabemos que fue un auténtico tour de force, como toda empresa de esta naturaleza, nos dejaron un trabajo entrañable para quienes lo vivimos y lo compartimos.

Estoy convencido que todos ustedes, en su singularidad, componen el rostro plural y vivo de esta Promoción 39 que hoy celebramos.

Finalmente, hoy estamos ante el “banquete platónico”, ese espacio donde el eros, el conocimiento y la búsqueda sellan nuestro destino como futuros psicoterapeutas psicoanalíticos. Les deseo todo lo mejor y estoy convencido de que este es el inicio de una aventura nueva, profunda y luminosa. Hoy zarpa el barco desde el buen puerto que es el CPPL, y es mi deseo que cada uno descubra, en su travesía, la alegría del encuentro, la serenidad del pensar y el valor de escuchar la verdad de los otros y de sí mismos.

Que cada uno encuentre su Ítaca, y que el viaje —como decía el poeta griego Constantino Kavafis— sea largo, fértil y luminoso.

 

Gracias.

 

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