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¿Qué es el psicoanálisis para un (casi) egresado del CPPL?

Giancarlo Portugal, psicoterapeuta en formación de la promoción 39 del CPPL

 

El psicoanálisis es, me parece de manera preliminar, una fenomenología con dimensión práctica.

 

Han sido 4 los años de una formación que deja huellas conscientes en la vida de una persona. Ciertamente, se dice rápido afirmar la cantidad de años. No expresa todo el conjunto de vivencias que uno lleva consigo. Decir 8 ciclos académicos tampoco parece representar, en su totalidad, la carga. De la misma forma, hablar de 96 meses – aunque impacta más – no condensa lo atravesado. Quizá, en ese sentido, aunque irónico, las palabras (¡y los números no dejan de ser lenguaje!) solo muestran parcialmente y ocultan más de lo que uno quisiera.

Al iniciar la formación, uno no deja de preguntarse qué es el psicoanálisis. La respuesta corta podría ser afirmar, con certeza, que es una forma de psicoterapia. Quizá, desarrollando más o apelando a más precisión, podemos decir que es una psicoterapia que afirma la existencia del inconsciente y que apuesta por una asociación libre a través de un Otro que ha tenido su propio proceso analítico y que permite pensarse diferente sin que ello apunte a una sugestión. No obstante, aún así – permítase decir – queda corto lo expresado. Nuevamente, las palabras no muestran la totalidad, ocultan parte de lo valioso. Aún así, tras estos años de formación, me queda claro que el psicoanálisis puede vivirse.

Entonces, intentando hacer el esfuerzo, ¿qué es el psicoanálisis para alguien que se forma en este? Antes de responder, me doy la licencia de centrarme un momento en la cuestión de la formación en psicoterapia psicoanalítica. Esta está sostenida no solo en lo académico, que es un primer pilar que, como todo pilar, es de vital importancia. Está también sostenida en un análisis personal de dos veces a la semana, un segundo pilar, que se vive en el consultorio y en la cotidianidad. Asimismo, las supervisiones son un tercer pilar que no puede subestimarse, pues no deja de ser, para muchas personas, la primera aproximación a intentar comprender qué sucede allí, en la sesión, a través de la generosidad de colegas que comparten una aproximación psicoterapéutica y que comparten sus fragilidades e insuficiencias, pero con esperanzas de aprender, de identificarse con personas que supervisan porque, un momento, no supieron y lo aceptaron. Menciono todo esto, porque para quienes venimos de espacios académicos el psicoanálisis, en la formación, se revela no como un conocimiento teórico, sino como una forma de aproximación a la vida, pero con una posibilidad práctica muy particular y diferenciada a otras prácticas profesionales.

El psicoanálisis es, me parece de manera preliminar, una fenomenología con dimensión práctica. La práctica psicoterapéutica que ejercemos se basa en la percepción y, desde esta capacidad de, especialmente, escuchar y observa al Otro elaboramos hipótesis metapsicológicas a partir de conceptos de una tradición occidental muy concreta. Esta tradición tiene conceptos que hemos heredado y ejecutamos como herramientas de trabajo: pulsión, inconsciente, transferencia, repetición, Yo, Superyó, Ello, entre muchos otros que tenemos desde Freud hasta los relacionales, pasando, claro, por Klein, Winnicott, Bion, Lacan y más. Podemos, en ese sentido, decir que manejamos una terminología que – aunque sé que con diferencias conceptuales por supuesto – nos permite traducir las prácticas del Otro en el consultorio. Así, desde esta traducción, comunicamos – cuando creemos pertinente – una apuesta amable en forma de interpretación que le permita a ese Otro hacer consciente lo no sabido de sí mismo. De igual forma, desde dicha traducción, nos permitimos poner en el consultorio un conjunto de prácticas relacionales que le den al Otro una forma de vivirse diferente al que ha repetido. Para cerrar esta lectura de nuestra disciplina, vale recordarlo, nuestra traducción tiene una esperanza que considero irrenunciable: el cambio psíquico.

Esta ha sido mi respuesta condensada tras la experiencia de formando. Sé que cada colega egresante tendrá la suya. Así, creo que ninguna será completa y, antes bien, podrían, en el mejor de los casos, ser complementarias. En cualquier caso, serán valiosas. No obstante, sí creo que, al margen de la respuesta tentativa, hacerse la pregunta sobre eso que define al psicoanálisis, siendo psicoterapeutas, es una pregunta a repetirse sin compulsiones, pero con anhelo de acabarla, aunque dicho objetivo, muy probablemente, no sea posible. Recuerdo aquí el espíritu investigativo de Freud, quien, aunque afirmaba constantemente que era necesario que quienes le seguían sigan investigando, nunca renunció a la posibilidad de la verdad de comprender la fantasía del Otro y comunicarlo de manera académicamente rigurosa. Me queda, así, solo agradecer estos años y homenajear, humildemente, a la Escuela y a quienes la conforman con un intento de responder con las herramientas conceptuales que me han brindado desde la honestidad de su interés por reproducir a nuestra disciplina.

 

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