41 años al servicio de la salud mental

El Adulto Mayor

Lourdes Schutte – Psicoterapeuta Promoción 35

Con mis años ya corridos, como fichas de escolaso.
Sin haber tenido nunca un buen puerto donde anclar
Así crucé por la vida, llevando siempre a mi paso
La esperanza de que un día me llegase a acomodar

(Campaneando La Vejez. E. Escaris)

Gretta, con sus 78 abriles, ingresa por primera vez al consultorio, con rostro incrédulo y pasos cautelosos se asoma, identifica el lugar que la espera y se sienta diciendo: “haber pues… no sé si se pueda hacer algo pero acá estoy. Porsiacaso no vengo por mi, vengo por mi hija. Ella y yo no nos llevamos bien, aunque no vivimos juntas cuando nos vemos o hablamos alguna discusión aparece. El problema es mi hija. Ando con la rodilla medio mal pero en fin a mal tiempo buena cara …” “Vivo sola ¿qué más puedo decir? no podría vivir con nadie más, claro que mi casa quedará para mi hija cuando yo me vaya a la otra. El otro día fui al velorio de un amigo, él estuvo muy triste desde que dejó de trabajar…” – Gretta relata con minuciosidad cómo y cuando conoció a su esposo, deja correr sus recuerdos, detalla diversas escenas de su vida, casi al final de la sesión aclara: “recuerde que el problema no soy yo sino mi hija…”Así afecta la soledad al cerebro de las personas mayores

Las viñetas de los adultos mayores suelen tener la particularidad de incluir temas que abrazan añoranzas, recuerdos, preguntas, reflexiones y preocupaciones propias de la longevidad. Infaltable los refranes y el lenguaje adornado para tocar temas tan complejos como la enfermedad y la muerte. En ocasiones hasta las resistencias y defensas transitan con aires de naturalidad como si se preguntaran ¿qué más se puede perder?

La atención puesta en otros parece ayudar a iniciar un amplio despliegue de contenidos, especialmente si traen en mente a un familiar cercano. Gretta trae a su hija en mente, algo la confunde, por un lado parece querer pedirle que la visite, la llame, la salude, que esté para ella cuando la necesite y a la vez no quiere ser mirada como una niña solitaria, dependiente e indefensa.

Los temas acerca de las enfermedades o el deterioro del cuerpo es otra forma de expresar que el cuidado continuo es una necesidad, las visitas a los médicos son más frecuentes. La preocupación aparece tanto al recibir diagnósticos como al continuar con tratamientos “de aquí en adelante” y a “no olvidarse” de tomar la medicación indicada. Las mesitas de noche se van llenando de recetas y de apuntes de próximas citas. Los cuidados ocupan el día a día.

Un recorrido hacia atrás detiene sus recuerdos en alguna pérdida o en aquello que no pudo ser. La muerte de amigos y familiares los remite a pensar y vivir su propia muerte, tal como describe Alizade (1995) “Vivir la muerte quiere decir aproximarse en estado de vigilia, de curiosidad lúcida, a una experiencia que no es nunca la experiencia de la muerte misma sino más bien la experiencia de las vivencias de los tiempos previos a su advenimiento”. La posibilidad de “irse a la otra” como dice Gretta, está latente.

Los adultos mayores suelen asociar la dedicación puesta en el trabajo, a lo largo del tiempo, con la forma en la que llegaron a la jubilación.  Las organizaciones, por su parte, colocan su atención en los procesos de selección y evaluación del desempeño laboral, al acercase la etapa de jubilación del personal, en el mejor de casos, suelen preparar un agasajo protocolar, sin tomar en cuenta el impacto que podría evidenciarse en el trabajador después de la desvinculación. Esta etapa podría direccionarse, a través de procesos que permitan acompañarlos en la elaboración de un organizado plan personal de vida. El que estaría encaminado a que el jubilado o jubilada continúe poniendo sus facultades en aquello que desea hacer o que ha sido postergado. Se trata de entrelazar las posibilidades con sus intereses y prioridades.  Así se podría evitar que personas, como el amigo de Gretta, sufran un decaimiento en su salud emocional a partir de la pérdida del trabajo.

Es importante transparentar la viabilidad de iniciar un ciclo fructífero durante la vejez, que permita encontrar un orden y además ir descubriendo una visión flexible para lo que se quiera ir integrando de la vida misma, es una oportunidad que provoca, dentro de todo, también ilusión. Recordemos que “La madurez biológica es un buen tiempo para el advenimiento de la madurez psíquica” Alizade (1995).

 

 

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