Alberto Péndola F. (2002). En: Mitos Andinos y Psicoanálisis. Pp. 29-33. CPPL.
“[…] En cuanto al recordar, viene de recuerdo: imagen o impresión que se conserva en la memoria de una cosa anterior, que recuerda un hecho; obsequio, regalo, en testimonio de buen afecto; memorias, saludo al ausente que manda con otra persona. Viene también de ri cordo: volver a sentir con el corazón, y de eso se trata en nuestra práctica clínica. La Historia y la Antropología tienen que ver con el recordar y para el caso del Perú, ya es un lugar común referirse a la disrupción que produjo la conquista española (1531-1536) en nuestro desarrollo histórico, […].
Los descendientes de los conquistadores españoles, llamados mestizos, generalmente fueron fruto de uniones con mujeres andinas de origen noble. […]. Estos mestizos asumieron, en lo manifiesto, el cien por ciento de su origen español, reprimiendo y/o renegando –cuando no forcluyendo- el componente autóctono-materno. Posteriormente al periodo de la conquista, se llegó en la Colonia a la estructuración de dos “repúblicas” bajo el mismo sistema social: la de “españoles” y la de “indios”; malgrado la Independencia y la República, consecuencia de ésta, dicha dualidad persistió de manera más bien abierta y aún hoy, […], un ex presidente peruano, el Gral. Morales Bermúdez, se refirió en un mitin político multitudinario, a la “Casa de Pizarro”, para indicar con este término, familiar a todos los peruanos, la sede física del Gobierno. Para nosotros, psicoanalistas, las palabras no se las lleva el viento. La multiciplidad de sus sentidos, su polisemia, hace de manera central a nuestro quehacer. Referirse a la “Casa de Pizarro”, para hablar de la sede física del Gobierno […], revela la vigencia de las dos repúblicas, en nuestro imaginario nacional.
[…] Cuando el analizado no recuerda lo que está reprimido, por obra de la resistencia, entonces “lo actúa” en el vínculo transferencial con su analista: repite en vez de recordar, sin saber, conscientemente que lo está haciendo. Esta vez, pues, la compulsión de “repetir, que es una manera de recordar, evitando las palabras y las emociones, es decir evitando “volver a sentirlas”, por lo doloroso de este recuerdo. Podríamos afirmar entonces, siguiendo a Freud, que a mayor represión mayor resistencia, la cual se expresará a través de la transferencia como una repetición que implica un “actuar”, producto de la compulsión a repetir, en vez de recordar.
Creo que esto nos pasa como país y mi intento es cotejar los conocimientos analíticos que se derivan del artículo citado, así como otros que forman parte del “corpus” teórico del Psicoanálisis, con aquellos de la Historia y la Antropología, para contribuir a “levantar represiones” y suprimir las “lagunas mnésicas”, que es el fin de la terapia psicoanalítica, extendiéndolo a nuestra comunidad nacional; pero no olvidemos el tercer término del artículo que glosamos: la reelaboración, que entraña la larga tarea de consolidar el recuerdo recuperado merced a la interpretación. Esta reelaboración es absolutamente indispensable para Freud: “… no debemos tratar su enfermedad como un episodio histórico, sino como un poder actual… y mientras el enfermo lo vivencia como algo real-objetivo y actual, tenemos nosotros que realizar el trabajo terapéutico, que en buena parte consiste en la reconducción al pasado”, para allí volver al presente, habiéndole dado su lugar en éste, a lo reprimido, renegando o repudiado, en suma, a lo Inconscientizado, en forma coherente.
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