Angela Delgado De la Flor A. – Egresada Promoción XXXIV
Soy arqueóloga de profesión, y aunque debo de admitir que, a pesar de ser la pasión de mi vida, nunca imaginé que 19 años después, estaría en la mitad del tercer año de mi formación como psicoterapeuta psicoanalítica, navegando en las diversas, movilizantes y apasionantes aguas de la teoría psicoanalítica. También debo de admitir que a inicios de mi formación desconocía que Freud solía hacer analogías entre la arqueología y el psicoanálisis para que sus oyentes y lectores puedan comprender mejor la técnica de este último, y admito también que me emocioné un poco (solo un poco) cuando lo leí por primera vez. Pero antes de llevarme esa grata sorpresa, me llevé otra, y quizás de otro tipo.
A inicios de mi primer año de la formación un amigo arqueólogo me preguntó ¿en qué consistía “lo que estaba estudiando”? y no supe muy bien qué contestar, “me siento un poco desorientada puesto que no puedo ver ni tocar mi objeto material de estudio, la psique es inmaterial y debo de hipotetizar el porqué del conflicto del paciente… a veces creo que se vuela en la teoría”, confesé. Luego de conversar un poco más acerca de mis incipientes conocimientos de la teoría y técnica freudiana finalizamos la conversación esperanzados de que yo pueda volcarme sin resistencia al estudio del “objeto inmaterial” que es la psique, y él, que yo pueda explicarle a mayor detalle esta fascinante teoría.
En mi segundo año de la formación conocí un poco más de las analogías de Freud, mis conocimientos y comprensión acerca de la teoría y la técnica estaban en crecimiento, así como mis deseos de conocer un poco más, empecé a atender y poco a poco la formación fue tomando más y más forma, ya no sentía que “volaba” al hipotetizar dentro de una teoría, mi “objeto inmaterial de estudio” se hacía más comprensible, ya no era necesario “tocarlo” para comprenderlo, y diría, con los dos pies en el principio de realidad, que hasta puede sentirse.
Hoy, a más de la mitad de mi formación, me atrevo a resumir y transformar solo un poco la analogía de Freud, dicha en una conferencia de 1896, y matizarla un poco desde la visión de una arqueóloga en ejercicio: “El método psicoanalítico es como una excavación arqueológica, en donde la psique es como un sitio arqueológico, para investigarlo debemos de registrarlo superficialmente, hipotetizar acerca de su función de acuerdo a cómo se presenta ante nuestros ojos, y elegir una metodología de excavación de acuerdo a sus características y a la teoría que nos acerque a su comprensión. Una vez tomada estas decisiones, se excavará (analizará) capa tras capa, desde la más reciente hasta la más antigua para poder conocer cómo el sitio se fue formando y cambiando a través de los años. Pero hay que hacer un señalamiento, al retirar cada capa, se deben de registrar todos los materiales o evidencias, porque todos ellos, individualmente y en conjunto, nos hablan de un momento, un evento en particular; la consigna no es llegar a la roca madre o estéril, si no analizar el conjunto de todas las evidencias en todas las capas excavadas para llegar a una mejor y completa comprensión de su historia”.