Sigmud Freud (1922). “XI. Un grado en el interior del yo”. En: Psicología de las masas y análisis del yo. Volumen XVI. Pp. 122-123.
“[…] Cada individuo es miembro de muchas masas, tiene múltiples ligazones de identificación y ha edificado su ideal del yo según los más diversos modelos. Cada individuo participa, así del alma de muchas masas: su raza, su estamento, su comunidad de credo, su comunidad estatal, etc., y aun puede elevarse por encima de ello hasta lograr una partícula de autonomía y de originalidad. Estas formaciones de masa duraderas y permanentes llaman menos la atención del observador, por sus efectos uniformes y continuados, que las masas efímeras, de creación súbita, […]; y en esas masas ruidosas, efímeras, que por así decir se superponen a las otras, se nos presenta el asombroso fenómeno: desaparece sin dejar huellas, si bien solo temporariamente, justo aquello que hemos reconocido como el desarrollo individual.
Comprendimos que ese asombroso fenómeno diciendo que el individuo resigna su ideal del yo y lo permuta por el ideal de la masa corporizado por el conductor. Pero lo asombroso, agregaríamos a manera de enmienda, no tiene en todos los casos igual magnitud. En muchos individuos, la separación entre su yo y su ideal del yo no ha llegado muy lejos; ambos coinciden todavía con facilidad, el yo ha conservado a menudo su antigua vanidad narcisista. La elección del conductor se ve muy facilitada por esta circunstancia. Muchas veces sólo le hace falta poseer las propiedades típicas de estos individuos con un perfil particularmente nítido y puro, y hacer la impresión de una fuerza y una libertad libidinosa mayores; entonces transige con él la necesidad de un jefe fuerte, revistiéndolo con el hiperpoder que de otro modo no habría podido tal vez reclamar. Los otros, cuyo ideal de yo no se habría corporizado en su persona en otras circunstancias sin que mediase corrección, son arrastrados después vía “sugestiva”, vale decir, por identificación.
Según discernimos, lo que pudimos aducir para esclarecer la estructura libidinosa de una masa se reconduce a la diferenciación entre el yo y el ideal del yo. Como primer paso de un análisis del yo, esta hipótesis (la existencia de un grado de esta clase en el interior del yo) tiene que demostrar su justificación poco a poco, en los mas diversos campos de la psicología. En mi “Introducción del narcisismo” [1914c] reuní todo el material patológico utilizable en el apoyo de esta separación. Pero cabe esperar que una ulterior profundización en la psicología de las psicosis mostrará que su importancia es mucho mayor. Repárese en que el yo se vincula ahora como un objeto con el ideal del yo desarrollado a partir de él, y que posiblemente todas las acciones recíprocas entre objeto exterior y yo-total que hemos discernido en la doctrina de las neurosis vienen a repetirse en este nuevo escenario erigido en el interior del yo.
[…]”